Competividad, el camino para el crecimiento y el desarrollo
En el conjunto de las naciones, Guatemala está a media tabla en términos de competitividad. Mejorar esa posición no es fácil, pero tampoco imposible. De hecho se trabaja en muchos aspectos para lograrlo, pero falta poner en práctica dos elementos fundamentales: voluntad e inversión.
Jorge Benavides, de la FUNDESA.
Calidad y precio son dos categorías clave en la competitividad de un producto. Por lo tanto, entre mayor es la calidad y menor el precio, los bienes producidos por un país se vuelven más competitivos frente a los de otras naciones.
Así definen los diccionarios la lógica conceptual de la competitividad. Y si nos basamos en ello, se debe pensar entonces que para lograr esa relación inversa de más calidad y menor precio se necesita establecer costos de producción reducidos, pero que mantengan la inversión suficiente para garantizar la satisfacción de los consumidores.
En el mundo globalizado, los países luchan entre sí para ser más competitivos y alcanzar cada uno mayores cuotas del mercado. Por ello, a nivel interno, cada nación busca establecer las mejores ventajas competitivas para incrementar sus exportaciones y hacer de sus productos los más apetecidos por la comunidad mundial.
Por todo lo anterior es que no basta con producir bienes de alta calidad, porque
el mundo estará pendiente también de los mejores precios. Y es aquí donde la situación se pone complicada, pues para enfrentarse al mundo, los productores de cada país deben conseguir mejores condiciones que el resto de los oferentes del mercado. Cada centavo menos que se logre gastar, también facilitará imponer precios más atractivos. Por eso es que la estructura de los precios juega un papel importante en este contexto.
Cada nación busca establecer las mejores ventajas competitivas para incrementar sus exportaciones y hacer de sus productos los más apetecidos para la comunidad mundial.
Para medir la competitividad, el Foro Económico Mundial (FEM) establece varias categorías que le permiten definir un ranking de naciones. De 138 países participantes en el estudio anual, para el año que corre Guatemala ocupa el puesto 78, es decir que en la competencia estamos a mitad de la tabla, manteniendo una leve tendencia alcista en la historia de este índice que se desarrolla desde 1979.
Para establecer el Índice de Competitividad Global (ICG), el FEM plantea 12 categorías que se ponen en análisis cada año, las que van más allá del mero esfuerzo empresarial por una mejor y más eficiente producción, pues tienen que ver con el entorno que cada nación les proporciona para mejorar sus costos de producción.
Punto clave
Muchos factores intervienen en hacer competitivo un producto, pero la logística quizás es uno de los más importantes a la hora de establecer la estructura de precios para los bienes producidos en cada país.
Así lo plantea Lucía Soto, directora ejecutiva del Consejo de Usuarios del Transporte Internacional de Guatemala (Cutrigua). Por algo, cuando se revisa el ICG los primeros requerimientos básicos incluyen aspectos como las instituciones, la infraestructura, el ambiente macroeconómico y la salud y la educación.
Entre más complicada sea la logística para la exportación de un producto, mayores serán los costos y, por lo tanto, mayores serán sus precios.
Según Soto, la logística tiene que ver con los temas de infraestructura, disponibilidad de servicios de transporte y pasos fronterizos.
Es aquí, entonces, donde los productores del país comienzan a enfrentar la triste realidad. Guatemala cuenta con una precaria infraestructura que tiene gran influencia en la estructura final de los precios. Para empezar, tenemos un sistema vial que deja mucho que desear y que solo en tiempos nos pone muy por detrás de muchos de los países que en el mundo compiten con los bienes que aquí se producen.
De acuerdo con Soto, llevar un bien desde el lugar en que se produce hasta el sitio de colocación o exportación requiere de muchos esfuerzos. En este punto, la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa) le otorga toda la razón. Su director ejecutivo, Jorge Benavides no duda en poner ejemplos que dejan claro el panorama.
Para comenzar, dice que la velocidad promedio en que puede moverse la mercadería a través del transporte terrestre es de 20 kilómetros por hora, mientras que en países con sistemas viales más desarrollados la velocidad se incrementa a 90 kilómetros por
hora. Así, recorrer 20 kilómetros de una aldea en Quiché, para llevar sus productos hasta la cabecera departamental puede llevar hasta 12 horas de transporte. La situación cambia cuando la movilización es de Santa Cruz del Quiché, la cabecera, hacia la ciudad capital, donde la distancia aumenta a 202 kilómetros, pero el tiempo de recorrido se reduce a 4 horas y media.
Paulo de León, del Cabi
Paulo De León, analista económico de la Central American Business Intelligence (CABI), medio en broma y medio en serio dice que los productos no solo se tardan en llegar a sus destinos, sino que se corren los riesgos de verse afectados en cada hoyo de carretera que pasan. “Y eso les resta competitividad”, asegura.
De acuerdo con Lucía Soto, los esfuerzos que en Guatemala se hacen para darnos mayor competitividad, no son suficientes para enfrentar lo que nuestros vecinos hacen y así perdemos terreno. Dice que los sistemas viales de nuestro país siguen sin ser mejorados, en tanto nuestros competidores invierten en mejores carreteras.
Y si de infraestructura portuaria se trata, la situación no es muy diferente. Mientras en el país nos debatimos en batallas legales contra la corrupción para facilitar el funcionamiento de una terminal de contenedores que cuenta con dos grúas modernas, en Panamá trabajan en ampliar el canal, en Nicaragua trabajan para desarrollar su canal y en Costa Rica construyen una terminal de contenedores que será mucho mayor que la nuestra.
“Mientras, nosotros seguimos en las mismas y hasta teniendo que buscar cada quien sus contenedores en las distintas terminales, porque ni los controles de ubicación son adecuados y eso incrementa nuestros costos y nos resta competitividad”, explica Soto.
«Los productos no solo se tardan en llegar a sus destinos, sino que se corren los riesgos de verse afectados en cada hoyo de carretera que pasan. Y eso les resta competitividad».
En Guatemala, para el transporte aéreo, se cuenta con una infraestructura que empieza a mejorar, pero que aún le falta mucho para hacernos más competitivos. Por ejemplo, en el Aeropuerto Internacional La Aurora no pueden recibirse aviones de carga del tipo 747, pues la pista de aterrizaje es demasiado corta para estas aeronaves. Y cuando se deben sacar cargados, la situación es aún más complicada. No pueden alzar vuelo a su máxima capacidad, por lo mismo. Con una pista tan pequeña, ni siquiera sus tanques de combustible pueden cargarse plenamente. Por eso dejó de venir KLM, por ejemplo. Y también por eso no pueden hacerse viajes directos a Europa y otros destinos, debiéndose recurrir obligadamente a utilizar otras conexiones. Iberia, por ejemplo, para llevar pasajeros a Madrid, debe volar antes de Guatemala a Panamá o México y luego de allí volar sobre el Atlántico.
Guatemala tiene que rifarse el pulso contra grandes competidores. Y si no se mejora la logística local, la situación siempre va a ser complicada para los exportadores nacionales. En el tema del azúcar competimos con Brasil y el Caribe, en el banano con Ecuador y también con Costa Rica, con quien también peleamos mercados de vegetales. Con Colombia y Costa Rica, competimos con el café y así, pueden haber innumerables listas para demostrar que colocar nuestros bienes en el mundo no está siendo fácil, y menos si no se trabaja en mejorar las condiciones internas.
Lo que se hace
En el tema de la infraestructura vial, recientemente el gobierno anunció que trabajará en la mejora del sistema de carreteras. Por un lado, dando mantenimiento a lo existente y, por otro, generando nuevos tramos que pasen de terracería a asfalto o pavimento.
Claro que ofrecimientos de este tipo, los empresarios los escuchan todos los años y con todos los gobierno, solo manteniendo la esperanza de que alguien cumpla. El año pasado, recién arrancado el gobierno de Jimmy Morales, el ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV), Aldo García, dijo que estaban por invertir Q800 millones en el sistema vial del país. El 50 por ciento sería utilizado para el mantenimiento de la red y el restante 50 por ciento para nuevas carreteras asfaltadas. El tiempo pasó y nada se vio, mientras que el invierno también llegó y lejos de mejorar muchos tramos lo que hicieron fue volverse más deficientes.
Los estudios de competitividad local dan cuenta de que para mejorar integralmente la situación del país, se requiere de una inversión cuantiosa.
El comisionado para la competitividad local, Enrique Godoy, ha asegurado en varias ocasiones que se trabaja en el desarrollo de planes de largo plazo. Godoy ha dicho estar consciente de que la mejora de la infraestructura es crucial para el crecimiento económico y el desarrollo del país.
Godoy y Fundesa, que trabajan de la mano, coinciden en que para lograr impactos profundos se requiere de la inversión de al menos US$6 mil millones. Todo ello en el desarrollo de ciudades intermedias, carreteras que las comuniquen, mejores condiciones en las telecomunicaciones y, por supuesto, mejores estructuras portuarias y aeroportuarias. De no ser así, Guatemala puede ver amenazado su futuro inmediato entre el conjunto de las naciones, pues ya se ve que otros países trabajan en mejorar sus propias condiciones. Y es que debe hacerse un gran trabajo en todos los niveles, pero sobre todo en el portuario, pues la estructura del comercio exterior de Guatemala está cargada en un 81 por ciento por el transporte marítimo, tanto en exportaciones como en importaciones. Cifras facilitadas por Cutrigua indican que, de los US$28 mil millones que se mueven para el comercio local, US$18 mil millones lo hacen a través de movilizaciones portuarias. Las fronteras terrestres dan cuenta de la movilización de otros US$7 mil millones, mientras que el movimiento aeroportuario es de casi US$3 mil millones.
La estructura del comercio exterior de Guatemala está cargada en un 81 por ciento por el transporte marítimo, tanto en exportaciones como en importaciones.
No por algo entre las 11 brechas que más limitan el crecimiento del país, el Consejo Privado de Competitividad (CPC) incluye la infraestructura, pero también el alto costo de la seguridad, la falta de inversión, la falta de mano de obra calificada, insuficiente en la capacidad técnica, altos costos de la energía, falta de conocimiento y diversificación de los mercados, transferencia tecnológica, alto costos de la burocracia, falta de certeza jurídica y una mejor coordinación y centralización sectorial.
Avances
Pero no todo es negativo. El trabajo conjunto entre el sector empresarial representado en la Fundesa y el gubernamental Programa Nacional de Competitividad (Pronacom), ha facilitado algunas mejoras.
Entre ellas se menciona, por ejemplo, haber mejorado 15 posiciones en el Índice de Facilitación Comercial. También hubo mejora en 14 posiciones del Índice Doing Business, lo que dio lugar a obtener el reconocimiento como uno de los 10 países más reformadores del mundo. En otros campos, se ha logrado sostener la deuda pública alrededor del 24 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), por debajo del promedio regional que es de 38 por ciento.
En otros aspectos se ha logrado fortalecer el Registro Mercantil, efectuar reformas al Código de Comercio y al Procesal Civil y Mercantil. Se consiguió lanzar la Ventanilla Ágil de Importaciones, con lo que se redujo el tiempo de importación de 17 a 7 días. Sin contar que se han logrado avances en las calificaciones de riesgo de entidades internacionales como Fitch, Moodys y Standard & Poors.
Quique Godoy, comisionado para la competitividad local.
La meta global es lograr que el país crezca a niveles del 6 o más por ciento anual, pues está demostrado que los crecimientos actuales no dan sostenibilidad. Por ello se trabaja en una estrategia que busca impulsar 25 clúster, que comprenden cerca del 85 por ciento de la producción nacional, poniendo mucho mayor énfasis en 11 que le dan al país mayores ventajas y oportunidades.
Guatemala puede estar mejor. Y eso lo tienen claro las autoridades y los empresarios. El asunto es que la corrupción campeante ha sido una de las principales piedras de tropiezo para que cualquier estrategia pueda ser exitosa.
Sin embargo, con la voluntad plena de todos los sectores y el involucramiento consciente para que las cosas funcionen, puede ser el primer gran paso para que en el futuro inmediato, Guatemala salte del lugar 78 en la tabla de posiciones del Índice Global de Competitividad, a uno que le dé mayores ventajas y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de su población.
Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
cmoralesmonzon@yahoo.com