Las casas inteligentes recurren a servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación, que se integran por redes interiores y exteriores para control dentro y fuera del hogar.
La tecnología avanza y la vida mejora. Los vehículos parquean solos, los electrodomésticos nos hablan y hacen el trabajo de forma automática, los teléfonos nos arreglan la vida, y todo ello es la señal de que la sociedad no se detiene en su paso por la evolución.
Las necesidades humanas encuentran cada vez mejores respuestas en todos los ambientes, y con tanto desarrollo, las posibilidades se han vuelto profusas. Hoy en día se habla de sistemas capaces de automatizar las viviendas. Las casas inteligentes recurren a servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación, que se integran por redes interiores y exteriores para el control desde dentro y fuera del hogar. Por ejemplo, en la iluminación han mostrado un progresivo crecimiento con la introducción de la tecnología led y otros sistemas alternos, que han logrado disminuir el costo de este servicio incorporado en toda clase de aparatos.
El comienzo de estos sistemas se originó en Japón y Estados Unidos con la tecnología que permite controlar los aparatos a distancia. El objetivo trascendental radica principalmente en el ahorro energético, así como en la comodidad, la seguridad, la comunicación y la accesibilidad, elementos que se pueden alcanzar a diferentes niveles.
Una casa inteligente podría quedarse en un nivel básico de automatización visto desde la tecnología. Es decir, con servicios de telecomunicación que no necesariamente estén integrados.
Por otro lado, la inteligencia media refiere los servicios de telecomunicación integrados o los sistemas automatizados de la actividad no necesariamente integrada a las telecomunicaciones. Finalmente, la inteligencia máxima incluye los sistemas automatizados en el hogar, la actividad y las telecomunicaciones, todo completamente integrado. Es decir, sistema de control, de seguridad, de comunicación y de ahorro de energía.
Como ejemplo, se menciona que las casas inteligentes emplean alarmas para intrusión y pánico, control de fuego y humo, vigilancia interna y remota y una variedad de sensores para la detección de presencia. Por otro lado, disminuyen el gasto energético, controlan la iluminación, así como el consumo de energía de los electrodomésticos, con lo que benefician de manera excepcional al medio ambiente. Asimismo, la comodidad y el confort que proveen son óptimos, se crean horarios específicos para equipos de climatización, iluminación, así como para la abertura de puertas y ventanas. Muchos de los comandos se programan o ejecutan por voz.
Por si fuera poco, la limpieza se da de forma automática mediante ductos de aire ubicados estratégicamente, lo que se acompaña de implementos sofisticados de limpieza. En este ambiente, la comunicación se da de forma completa entre el pc, el teléfono inteligente y los aparatos, hay opción de WiFi, bluetooth, RFID, Ethernet, usb, pan, wlan y telefónica IP. Se instalan sensores inteligentes, sistemas de control de emergencia, de reconocimiento facial, de manejo de basura y de celdas de energía, entre una gran variedad.
Y si este es el presente, seguramente el futuro cumplirá con lo que ya se anuncia, y es que las redes neuronales y la inteligencia artificial se sumarán a la toma de decisiones en la operatividad de las que, un día no muy lejano, se convertirán en las populares casas inteligentes. Por lo pronto, existe un interés natural que mueve al individuo a buscar la automatización.
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt