Alta dirección femenina, un rol ganado a pulso

Sin el machismo latinoamericano, más mujeres ocuparían posiciones en la alta dirección empresarial y en la actividad pública

Guatemala es el país menos equitativo de Latinoamérica, al menos en el tema de género. Las estadísticas así lo demuestran y alguien se atrevió a decirlo, porque a nivel local nadie. Fue el Foro Económico Mundial quien no tuvo empacho para sacar a relucir las cifras. Y México no se queda atrás, pero está un puesto antes que el nuestro.

En Guatemala, aunque hay muchas mujeres en cargos de dirección, la cifra no es significativa si se compara con la de los hombres.

Si de representación femenina se trata, Guatemala anda por la calle de la amargura. Los datos demuestran que el nuestro es el país latinoamericano con menos representación femenina, aun cuando este sector es el más grande del país, pues contiene poco más del 50 por ciento de la población total.

La política electoral puede ser un ejemplo vivo de esta situación. De acuerdo con las cifras oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), de las 27 mil 878 candidaturas inscritas en el último proceso registrado en el país, en 2011, solo el 15.4 por ciento fueron féminas. Esta situación, según el estudio Más mujeres, mejor política, cuenta con el agravante de que la mayoría de ellas fue colocada como relleno de los listados inscritos por los diferentes partidos políticos.

Luego, de las 3 mil 877 personas finalmente electas, únicamente 8.71 por ciento fueron mujeres. En términos políticos, de acuerdo con el mismo estudio, es en el nivel municipal en donde las guatemaltecas se encuentran menos representadas, pues las alcaldesas electas apenas constituyeron el 2.10 por ciento del total de personas que ganaron dichos cargos.

Aunque se reconoce que ha habido mejoras respecto de los datos históricos, tampoco es para que se piense que los cambios son significativos. Ahora Guatemala cuenta con una exvicepresidenta, dos ministras y 21 diputadas. Pero esta última cifra se queda corta si vemos que el total de legisladores asciende a 158.

En el Ejecutivo, del total de puestos de dirección, apenas el 18.6 por ciento es representado por mujeres. Hay que tomar en cuenta que las estadísticas no son un fuerte en Guatemala. Pero a ojo de buen cubero puede asegurarse que los números no varían significativamente cuando se habla del sector privado. Aunque hay muchas mujeres en cargos de dirección, la cifra no es significativa si se compara con la de los hombres.

Juan Carlos Paiz, empresario
y comisionado presidencial
para la competitividad.

De 147 empresas analizadas se pudo extraer datos interesantes, como que hay 234 mujeres entre los 1,735 casos encontrados. Es decir que, solo el 13.48 por ciento de los altos cargos de dirección es representado por féminas.Países más desarrollados en todo sentido, como España, por ejemplo, nos ofrecen panoramas muy distintos al que muestra Guatemala. Un estudio efectuado por el Centro de Gobierno Corporativo, titulado Mujeres en la Alta Dirección en España, da fe de tal afirmación.

De entre ellas pueden mencionarse 8 presidentas (3.4 por ciento), 10 secretarias generales (4.2 por ciento), 10 directoras generales (4.2 por ciento) y 3 vicepresidentas (1.2 por ciento). ¿Pero qué es lo que pasa? ¿Por qué es tan difícil que una mujer llegue a ocupar altos cargos de dirección cuando hay muestras de su capacidad para hacerlo?

Revista GERENCIA conversó con algunas personas para conocer sus opiniones al respecto.

Persiste el machismo

Juan Carlos Paiz, empresario y comisionado presidencial para la competitividad, no duda que el machismo sea uno de los principales obstáculos para que las guatemaltecas ocupen altos cargos de dirección empresarial y de funciones públicas.

Paiz habla de una brecha de rezago importante y, por supuesto, no puede dejar de mencionar al machismo como una causa cultural que se ha puesto en práctica durante siglos a través de la familia. La nuestra, dice, ha sido una sociedad que le ofrece un rol a la mujer, pero no la deja escoger su propio rol. Y el problema es que no buscamos soluciones más rápidas para este tipo de problemas. Para él, es como en el caso de la pobreza, un tema en el que se trabaja, pero que en términos globales se hace tan poco, que la disminuimos a un paso de aceleración demasiado bajo.

Guatemala necesita cambiar y esa transición será como ir de la selva a Dinamarca, dice, para usar una figura lingüística que permita tener parámetros de comparación. En la selva, analiza, domina la ley del más fuerte. Y nadie puede negar que, por naturaleza, los hombres tienen una constitución física más fuerte que la de las mujeres. Y eso ha sido parte de nuestra historia.

A lo largo de la historia guatemalteca, según el análisis de Paiz, mucho del rol de la mujer ha sido impuesto por la fuerza. Y ese es un cliché difícil de cambiar de la noche a la mañana, pero Paiz dice estar seguro de que se han dado pasos para modificarlo.

Y ¿por qué debemos transitar hacia Dinamarca?, se pregunta el empresario, mientras se autoresponde que en ese tipo de países gana el más listo, el que expone sus ideas, el líder, el que trabaja colectivamente.

La solución no es difícil en términos prácticos, reconoce Paiz, pero también afirma que la dificultad es la de cambiar modelos culturales y eso sí es complicado. Tenemos que cambiar hacia la apertura, hacia el ofrecimiento de oportunidades similares y nada más. Pero cuando el machismo se pone de por medio, allí es cuando la situación se complica.

Para Juan Carlos Paiz, cada quien debiera ver el tema desde su propia realidad o desde la realidad en la que tiene incidencia. Por ejemplo, la realidad desde mi empresa, desde mi organización, desde mi cámara. Y la realidad es que no hay una fuerte participación femenina. Entonces la primera pregunta que se debe hacer cada quien para poder actuar, es por qué no existe esa participación suficiente. Si se descubre la raíz del problema, resolverlo no será complicado.

Yara Argueta de Grupo Solid.

Muestras de oro

Yara Argueta es una mujer que puede dar fe viva de que con oportunidades las mujeres pueden demostrar su talento y sus capacidades para dirigir una empresa. Ella llegó a Grupo Solid hace 16 años, y estuvo a punto de no quedarse. Es más, ya le habían dicho que no formaría parte de la empresa porque no le podían dar permiso de salir a las 5 para que fuera a la universidad.

Sin embargo, algo curioso cambio totalmente su destino. El jefe de recursos humanos le dijo que, aunque no se quedaría en el puesto para el que aplicó, pensaba que tenía el perfil necesario para ser la asistente del presidente de la compañía. Así comienza la historia de Argueta en esta empresa, de la que ahora es su presidenta.

Y es que el presidente, para entonces, era también el propietario de la empresa, una persona muy disciplinada y ordenada, pero también con un sentido empresarial futurista. Cuando decide retirarse, pone su puesto en juego entre tres vicepresidentes, un puesto al que Argueta ya había ascendido. Entre ellos evaluó sus potencialidades y su entrega al trabajo, hasta que se decidió por Yara Argueta, quien ha demostrado su alta capacidad para ocupar el cargo y no solo mantener el dinamismo de la empresa sino también agregarle sus toques de creatividad para dar saltos cualitativos y cuantitativos en el mercado.

Hay países que trabajan en la imposición de cuotas para los cargos directivos como un mecanismo que abre espacios obligatorios para las mujeres.

Cuotas como método

En muchos países del mundo se trabaja en la imposición de cuotas para los cargos de dirección, como un mecanismo que abra espacios obligatorios para las mujeres. Se hace en la política e, incluso, en algunas empresas.

Sin embargo, ni Argueta ni Paiz comparten que sea el mecanismo idóneo. Aunque ella lo descarta de tajo, Paiz cree que puede ser una buena estrategia para el corto plazo que luego puede variar.

Argueta afirma que en la empresa que dirige no hay cuota alguna impuesta. Y es porque no considera que sea la mejor forma de actuar. Ella dice que deben darse oportunidades parejas y los puestos serán ocupados por quienes tengan y demuestren mayores capacidades, sin importar el género.

Claro que advierte que existen puestos cuyos perfiles requieren, en definitiva, el manejo del cargo por parte de un género específico. Sin embargo, asegura sin empacho que en el 98 por ciento de los puestos no existe dedicatoria de género. “Se queda quien se gane el puesto, sin importar si es hombre o mujer”, sostiene con firmeza.

Con mucha satisfacción cuenta que en Grupo Solid hay 19 puestos de alta dirección y que de ellos 8 son ocupados por mujeres. Y para Argueta eso es algo importante, pues le permite a su organización contar con ese juego de pensamientos disímiles que existe entre hombre y mujeres, que puede dar resultados mucho más integrales que si se tiene solo pensamientos iguales o parecidos  porque todos los que aportan son del mismo género.

Paiz, en cambio, cree que el sistema de cuotas podría ser un buen inicio para el cambio de mentalidad. Él parte de que el machismo es difícil cambiarlo de la noche a la mañana, entonces establecer un sistema que obligue al cambio sería importante para ir modificando la mentalidad dominante.

Por supuesto que acepta que esto se puede aplicar con mayor rapidez a nivel público, desde los partidos políticos y sus cuotas para cargos de elección popular, hasta llegar a los nombramientos de puestos importantes de alta dirección.

Lo anterior no es tan fácil de implementar en el sector privado, pero considera que con voluntad, también las empresas pueden comenzar a dar mayores oportunidades a las mujeres, pues está demostrado que son tan capaces como los hombres, por lo que sólo se trata de que tengan abiertas las puertas para acceder a esas oportunidades.

Mujeres de éxito las hay por todos lados y Guatemala no es la excepción. Hoy contamos con una presidenta de la Corte de Constitucionalidad y también con empresarias de mucho éxito como Yara Argueta o Yolanda Fernández de Cofiño, propietaria de McDonald’s en Guatemala.

Ellas son muestra del talento femenino guatemalteco, del cual este país puede enorgullecerse porque han sacado a sus empresas adelante con la entereza que se requiere para tomar decisiones importantes, que no solo hacen florecer y crecer sus negocios, sino también generan otras oportunidades de trabajo para miles de guatemaltecos.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com

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