Economía de Guatemala 2025: retos y oportunidades

De la estabilidad macroeconómica a superar los retos económicos de los guatemaltecos

En Guatemala, 2025 está marcado por un panorama que combina oportunidades y desafíos. La estabilidad macroeconómica sigue siendo una particularidad, a partir de la cual se necesita adoptar las reformas necesarias para generar oportunidades de ingreso para sus habitantes.

El país experimentó un crecimiento del PIB del 3.7% en 2024, y para 2025 se proyecta un rango de entre 3.0%-5.0%, con un valor central de 4.0%. La inflación cerró 2024 en 1.7%, por debajo del rango meta de 4.00% ± 1 punto porcentual. Se espera que, en 2025, regrese al rango de la meta, luego de que se estabilicen los precios internacionales de materias primas y se disipe la incertidumbre que generan ciertas tensiones geopolíticas.

El crédito total al sector privado experimentó tasas de crecimiento interanual, del 15% en promedio. Este resultado se explica, principalmente, por el crédito otorgado al consumo y actividades empresariales. Para 2025 se proyecta un crecimiento de dos dígitos con un punto medio de 11%.

A noviembre de 2024, las exportaciones mostraron un aumento 1.9%, sin mayores variaciones en cuanto al valor agregado de los productos elaborados y a los destinos comerciales. Las importaciones crecieron 7.6%. Para 2025, el Banco de Guatemala (Banguat) proyecta un crecimiento interanual del 5% para las exportaciones y del 7% para las importaciones.

No es posible comprender los patrones de consumo de la población (por ejemplo, tener un déficit en la balanza comercial de más de US$15,000 millones) si no se reconoce la importancia que han tenido las remesas. Solo en 2024 ingresaron US$19,569.4 millones al país, en concepto de remesas, equivalente al 20% del PIB. Este ingreso ha sido clave para sostener el consumo y mitigar los efectos de un mercado laboral que crea menos de 30 mil nuevas plazas de trabajo formal por año. Para 2025 se vuelve un enigma pronosticar el comportamiento que tendrá el ingreso de remesas en el país. Principalmente, por la dificultad en anticipar el saldo final que dejará la implementación de las nuevas políticas migratorias del gobierno de Donald Trump.

Retos y oportunidades para 2025
En síntesis, las proyecciones macroeconómicas del Banguat, descritas anteriormente, muestran una acostumbrada estabilidad que, aunque es una condición necesaria, es insuficiente para dinamizar la atracción de inversión extranjera (que anualmente no supera el 2% del PIB) y local, que a su vez se materialice en la creación de empleo formal.

El país enfrenta rezagos significativos en infraestructura productiva, funcionamiento de puertos y aduanas, seguridad ciudadana y calidad de la fuerza laboral. Estas deficiencias limitan su capacidad para atraer inversiones de largo plazo que instalen actividades productivas con potencial de generar empleo formal en cantidades significativas.

En 2025, la situación del mercado laboral adquiere carácter de urgencia, agravada por las políticas de deportación implementadas de manera agresiva por la administración estadounidense. Durante años, el déficit de empleo formal se mitigó parcialmente gracias a la migración hacia el norte, pero el endurecimiento de las medidas migratorias resalta la necesidad de respuestas estructurales a nivel interno para atender esta problemática.

A finales de 2024, el Congreso de la República aprobó un presupuesto de Q148,526.1 millones, equivalente al 15.8% del PIB, con un déficit fiscal proyectado de 3.1%. Aunque es fundamental que en 2026 las finanzas públicas recuperen un equilibrio fiscal, el presupuesto general de la nación para 2025 debe ser una oportunidad estratégica para generar condiciones que impulsen el desarrollo económico, tanto para la población actual como para los migrantes retornados.

Es crucial maximizar el retorno del gasto público, enfocándose en la provisión de bienes y servicios públicos de calidad que mejoren la calidad de vida de los guatemaltecos y favorezcan la creación de valor a través de actividades económicas.

Los cuellos de botella que impiden un crecimiento sostenido y una prosperidad compartida no son nuevos; durante años, las mismas barreras han frenado el progreso. Sin embargo, la necesidad de resultados concretos es cada vez más urgente.

Una agenda económica priorizada para 2025 debe enfocarse en acciones específicas que mejoren el clima de negocios y eleven la competitividad del país. Modernizar la infraestructura, ampliar el acceso al crédito, implementar incentivos para sectores estratégicos, elevar la calidad educativa y vincularla a las primeras experiencias laborales son elementos esenciales de cualquier plan de gobierno.

No obstante, es necesario transformar estas ideas generales en programas concretos y operados por equipos técnicos especializados.

El panorama económico de Guatemala en 2025 presenta desafíos apremiantes, pero también oportunidades que deben aprovecharse. La estabilidad macroeconómica es un punto de partida necesario, pero no un fin en sí mismo. Queda mucho por hacer para brindar respuestas contundentes a los retos diarios que enfrentan los guatemaltecos, quienes siguen aspirando a un futuro más próspero para ellos y sus familias.

David Casasola
Economista
Investigador asociado del CIEN
editorialgerencia @agg.com.gt

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