Internet que predice el comportamiento de los usuarios

Vivimos en un mundo interconectado, en el que cada día aparecen nuevos conceptos y experiencias, como el internet de las cosas, el internet del conocimiento y el internet de todo. Términos que, sin duda, están afectando nuestras vidas

Para profundizar en el tema, el ingeniero guatemalteco Omar Valdés, graduado en Guatemala con maestrías en Alemania y Bélgica, comparte sus conocimientos tras dedicarse los últimos tres años a proyectos de investigación y desarrollo en el campo del IoT (internet de las cosas, por sus siglas en inglés). Explica que, el IoT es la red de dispositivos interconectados que no son usuales, como computadores o teléfonos inteligentes, diseñados para servir al humano.  

Es decir, son objetos que se conectan a otros objetos o a un sistema de administración remoto para monitorear su estado, posición o cualquier otro parámetro, lo que también aplica para fines comerciales. Por ejemplo, en la actualidad hay refrigeradoras inteligentes que le indican al propietario lo que hace falta para hacer las compras. Y las hay que ordenan la compra sin pasar por el dueño.   

Esto indica que, el IoT es vasto. Cubre desde el seguimiento de contenedores hasta el monitoreo de la salud de las personas. Esto ha resultado en divisiones especializadas, como el IoT industrial o el Internet del comportamiento (Internet of Behavior, IoB). Este último, que no es más que la especialización del IoT hacia aquellos dispositivos y servicios orientados a influenciar el comportamiento de los usuarios.  

Un punto importante para estas tecnologías es la comunicación: sin ella no hay IoT. La diversidad de dispositivos y posibles localizaciones, así como una necesidad de reducir el consumo de energía han desembocado en la creación de nuevas tecnologías de telecomunicaciones orientadas a estos servicios. Estas son conocidas como LP-WAN (Low-Power Wide Area Network) y algunos ejemplos son Sigfox, Lora y también hay servicios de comunicación por satélite disponibles de manera global.  

Valdés agrega las aplicaciones del internet del comportamientocomo algunas de uso diario orientadas a la salud. Que van desde las que intentan hacer sentir culpable al usuario si no se mueve lo suficiente hasta los dispositivos desarrollados para los adultos mayores. En los países industrializados existe la tendencia de que los ancianos se van quedando solos conforme avanzan en la vida. Por ello, llega un momento en el que necesitan ser monitoreados para asegurarse que están bien de salud. Hay estudios, por ejemplo, que demuestran que la forma en que las personas de cierta edad deambulan en sus casas puede ser síntomas de Alzheimer u otros tipos de demencia.  

Sin embargo, históricamente, la principal influencia ha sido comercial: los negocios intentan conocer a sus potenciales clientes de manera individualizada para intentar influenciarlos en sus elecciones para compras y gastos. En este ejemplo están los supermercados que monitorean el comportamiento de sus visitantes para elegir dónde colocar ciertos productos. También los proveedores de seguros que desarrollan productos basados en el comportamiento de los clientes, para ello instalan un dispositivo que colecta los datos sobre los kilómetros que el carro es conducido, pero también sobre la velocidad media, el respeto de las limitaciones de velocidad, entre otros que permiten adaptar las primas de riesgo.   

Por otro lado, Valdés comenta sobre las tecnologías de reconocimiento facial y de huella, relacionadas principalmente con la seguridad. Además de ser ahora métodos populares para desbloquear el celular, también son utilizados para asegurar transacciones bancarias. La banca en línea brinda la posibilidad de firmar los pagos usando la yema del dedo.  

También hay usos más polémicos del reconocimiento facial: las agencias de seguridad utilizan este tipo de software en cámaras de vigilancia para intentar identificar personas sospechosas de haber cometido un crimen o potenciales criminales. Este uso requiere la intervención de los legisladores para definir el balance adecuado entre la seguridad y el respeto a la vida privada de las personas.  

En cuanto al internet del comportamiento y la big data, el ingeniero explica que los servicios de IoT en general (IoB incluido) generan cantidades monumentales de datos. Supongamos una red modesta de 10 mil dispositivos conectados, en la que cada uno de ellos genera unos 100kB por minuto para el monitoreo. Con ello, estamos hablando de 144 MB por dispositivo; es decir 14GB por día. Si se quieren identificar tendencias durante un año, se estaría hablando de más de 5TB de datos, en una sola base. Semejantes volúmenes de datos hacen que el esfuerzo reclamado de un DBMS (Data Base Management System) sea considerable. Y este, es un ejemplo modesto. Hay proyectos de flotillas de autobuses que pueden generar hasta 1TB de datos por día. 

Es por ello, por lo que los métodos y las tecnologías usadas en el big data son muy valiosas en el IoT en general y también en el IoB.   

José Manuel Monroy
Colaborador
Revista Gerencia
editorialgerencia@agg.com.gt

 

 

 

 

 

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