La competitividad como política

“Es un asunto de todos”

El reto para Guatemala en materia de competitividad es generar proyectos que integren a  más actores a lo largo del país.

Las distintas esferas del sector público podrían adquirir un rol relevante en el incremento de la competitividad del país, especialmente a nivel regional. Los ejercicios que ha realizado Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan) en los últimos años, así como la visión que se está gestando dentro del Programa Nacional de Competitividad (Pronacom), son una señal de lo que podríamos alcanzar en Guatemala. Claro que éste no es un tango que se pueda bailar sin pareja. Actores del sector privado, como la Asociación de la Industria de Vestuario y Textiles (Vestex), en los últimos años han insistido en la necesidad de industrializar el interior del país.

A pesar del potencial, esta administración se ha mostrado esquizofrénica en materia de competitividad. En el mismo año que se replantea una nueva Agenda de Competitividad y se logra reiniciar el financiamiento al Programa Nacional de Competitividad, también vimos una reforma fiscal cuyo resultado fue igual a sacarnos de Centroamérica y ponernos en Medio Oriente.

Gracias a la reforma aduanera, para muchos el proceso aduanero se retrasó cerca de dos semanas. Así que, un barco que antes tardaba una semana en llegar a New York, debido al proceso aduanero ahora necesita tres semanas, como si viviéramos en Líbano o Siria. Para algunos, la situación fue peor. Si un empresario estuviera evaluando invertir en Guatemala, este tipo de acciones afectaría negativamente su decisión, especialmente si está pensando en productos frescos (frutas y verduras) o de moda (vestuario).

Esta esquizofrenia no ha sido particular de este gobierno; es la historia de las últimas dos décadas. La razón, parece ser, porque cuando se habla de competitividad se piensa en beneficios económicos para un “grupito de privilegiados”. Por ello, no sorprende que en temas de competitividad, la agenda se detenga cuando hay un enemigo político o un financista de la oposición. Y si no, se busca detener el proceso como mecanismo de extorsión y poder ser parte “del negocio”. En dichas decisiones, importa poco el costo que genera para el resto de la población, el que todo termine en menos inversión y empleos.

Los retos

Si vamos a progresar en el tema de competitividad, el reto es generar proyectos que integren a más actores, a lo largo del país, que hagan SENTIR que la competitividad es un asunto de todos. Algo se ha intentado hacer en el pasado. Por ejemplo, en la primera Agenda Nacional de Competitividad, se hizo una labor notable por abrir la discusión a distintos actores de la sociedad; y, en el esfuerzo realizado por Guatemaltecos Mejoremos Guatemala, se formaron mesas de discusión con distintos sectores productivos del país. Sin embargo, los esfuerzos no parecen ser suficientes.

Si no se logran acuerdos en las grandes hidroeléctricas, podrán visualizarse otras opciones,
como hidroeléctricas pequeñas para acceder a energía más barata.

Para avanzar, es necesario generar planes concretos que permitan visualizar qué puede significar la competitividad, aun si no tenemos claro los objetivos y las prioridades. Para muchos eso suena imposible, pues primero hay que poseer un acuerdo en la meta, para luego delinear planes. Pero, es necesario reconocer que un mismo plan (o instrumento, o herramienta) cumple con distintos objetivos de forma complementaria. Por ejemplo, podría no clarificar si debemos priorizar la higiene o incrementar los ingresos de una región.

No obstante, es posible que logremos mayores niveles de apoyo, si nos comprometemos a construir cierto número de pozos, los que pueden llegar a atender ambas prioridades en cierta medida. De esa manera, con un plan concreto atendemos dos objetivos que al principio parecían incompatibles.

Los planes deben ser claros, ambiciosos y sencillos. A diferencia de los países nórdicos, nuestros gobiernos no cuentan con la sofi sticación para pensar en qué vamos a generar un fondo de capital de riesgo ( venture capital ) para invertir cientos de millones de dólares en crear empresas de alto crecimiento. Tampoco son tan sofi sticados para realizar intervenciones a través de la coordinación de distintas entidades públicas.

En Guatemala, muchas de las “recetas” de la primera revolución industrial aún poseen sentido. Por ejemplo, uno de los grandes factores en impulsar el mercado interno y externo en Inglaterra y en Holanda, en los 1700s y 1800s, fue la construcción de canales y carreteras, para conectar a la población con los puertos. Si no se logran acuerdos en el uso de las grandes hidroeléctricas, al menos uno podría visualizar otras opciones, como el empleo de canales (para reducir los costos de transporte) y de hidroeléctricas pequeñas (para acceder a energía más barata). Eso puede generar la aceptación de las poblaciones en los alrededores que ven benefi cios directos.

La generación de ferias
itinerantes para dar
a conocer a distintos
productores en diversas
partes del país
y en la región DR-CAFTA
podrían impulsar
la competitividad

Otro elemento que podría impulsar la competitividad, al mismo tiempo que se logra capitalizar un mayor apoyo, es la generación de ferias itinerantes para dar a conocer a distintos productores en diversas partes del país y en la región DR-CAFTA. De esta manera, más empresarios percibirán la necesidad de que se mejore la competitividad del país, pues habiendo tantas oportunidades de negocios en el exterior, resulta difícil hacerlas realidad debido a los costos que se van sumando por lo poco competitivos que somos.

La competitividad no debe ser un tema del Organismo Ejecutivo, ni de las grandes empresas. Los Alcaldes podrían mejorar la infraestructura y urbanización de sus territorios para acelerar el tránsito de mercancías, así como incrementar el empleo femenino al proveer guarderías y ampliar la disponibilidad de educación de calidad.

Los Diputados, los Gobernadores y las Mancomunidades de Municipios pueden facilitar en sus territorios la integración comercial con ferias para los productos y servicios locales, al mismo tiempo que integran la infraestructura. Si queremos que la competitividad avance, es necesario que la sintamos como un asunto de todos.

Lisardo A. Bolaños Flete
Analista Economico
Revista GERENCIA
lbolanos@cien.org.gt

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