La urgente evolución educativa, pero ordenada
El sistema educativo guatemalteco revela no responder ni a las necesidades de la modernidad, ni a las de productividad en términos de capacitación de la mano de obra
El sistema educativo guatemalteco no solo es débil sino ineficiente e ineficaz. Los resultados están a la vista. Las pruebas de matemática y lenguaje que se hacen, no solo a nivel local sino también internacional, dejan mucho que desear. Los estudiantes de Guatemala carecen de habilidades y conocimientos matemáticos que incidan en un mejoramiento de su lógica y eso se traduce en dificultades para adquirir nuevos conocimientos.
Si a eso se agrega la escasa cultura de lectura que existe en el país, el problema se multiplica. Y cuando nos trasla damos al área del lenguaje, pues lo que se ve es un obvio desfase entre el grado académico que cursan y sus habilidades para la lecto-escritura.
El sistema educativo no está proveyendo al sector productivo los elementos humanos capacitados para mejorar su calidad.
A todo lo anterior debe agregarse el reclamo empresarial de que, el sistema educativo no está proveyendo al sector productivo de los elementos humanos capacitados para mejorar su calidad. Se quejan de que sus empresas requieren de cierto recurso humano, con ciertas capacidades, y es lo que más les cuesta encontrar.
En tales condiciones, no es muy complicado darse cuenta de que el sistema educativo nacional requiere de cambios inmediatos, por un lado para mejorar el nivel de conocimiento de los estudiantes y ponerlos a la altura de los estándares internacionales y, por el otro, porque a nivel profesional universitario no se está produciendo recurso humano en áreas prioritarias y necesarias para elevar el nivel de productividad de las empresas.
Un estudio revelador
La Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa) efectuó un estudio que evidencia de una manera clara y sin tapujos esta problemática. Una reveladora encuesta que arrojó resultados verdaderamente preocupantes, y que ofrece datos como para que algunas instituciones educativas pongan sus barbas en remojo y trabajen en un cambio evolutivo, no solo favorable para su organización sino para el país y también para mejorar su oferta en la preparación del recurso humano.
A nivel universitario tampoco se está produciendo recurso humano para elevar la productividad de las empresas.
De acuerdo con este estudio, llamado Brechas de Talento 2016, el empresariado guatemalteco está necesitado con urgencia de profesionales universitarios con capacidades más desarrolladas y, además, especializados en áreas como ingeniería industrial y administración de sistemas informáticos.
Pero esas son solo las más requeridas y necesarias, porque en un ranking de las ocho profesiones más importantes y necesarias deben agregarse carreras como administración de empresas, ingeniería mecánica, ingeniería química, ingeniería civil y mercadeo y finanzas.
La preocupación del sector privado tiene, entre otras causas, incluida la necesidad que enfrentan de invertir en sus colaboradores, en temas de capacitación, para áreas en las que no cumplen con los requerimientos necesarios.
Por ejemplo, mencionan que deben promover muchos cursos sobre liderazgo, producción de presentaciones efectivas en Power Point, la capacidad de trabajar en equipo, compromiso ético, habilidades interpersonales y capacidad de adaptarse a nuevas situaciones. También deben invertir en cursos para generarles capacidad para tomar decisiones, capacidad creativa, capacidad de abstracción, síntesis y análisis; habilidad en el uso de las tecnologías, información y comunicación; capacidad para priorizar y organizar el trabajo e identificar, plantear y resolver problemas.
El listado de temas no deja de ser de suma preocupación. Y no solo para los empresarios sino también para las universidades y los centros educativos de los niveles diversificado, básico y primario. Y se habla de preocupación por cuanto si se revisa cada elemento mencionado, se trata de falencias para las que los trabajadores debieran estar preparados desde los niveles anteriores al universitario.
Las autoridades educativas debieran trabajar en readecuaciones curriculares que ofrezcan al estudiante niveles superiores de conocimiento a los actuales.
La misma encuesta revela que, según los empresarios, las universidades debieran ofrecerles técnicos en diversas áreas necesarias para cumplir sus necesidades. Por ejemplo, el estudio menciona a técnicos en mecánica, en electromecánica, en electrónica, en ventas, en refrigeración, en hotelería y en publicidad.
Mal de raíz
Todo lo revelado por el estudio Brechas de Talento no hace sino, de alguna manera, confirmar los grandes problemas que existen a nivel de la educación primaria, básica y diversificada.
Para empezar, el sistema refleja niveles poco aceptables de cobertura, es decir que, muchos de los niños en edad de estudiar no lo están haciendo.
Según estadísticas facilitadas por la entidad Empresarios por la Educación, de 2006 a 2015, el año en que se consiguió la mayor cobertura en el nivel primario fue 2009, cuando se alcanzó el 98.7 por ciento de la totalidad de infantes en edad escolar. La historia es muy parecida cuando del nivel preprimario se trata. También, para 2009 el nivel de cobertura de ese grupo alcanzó su mayor cobertura con un 57.2 por ciento. Ambos niveles, a partir de ese año y hasta 2015, muestran una tendencia a la baja en la cobertura. Tan así que, en la primaria, por ejemplo, se ha caído hasta el 81 por ciento, mientras que en el nivel preprimario bajó a 48.7 por ciento.
Todo lo anterior ha sucedido, pese a incrementos notables en el presupuesto del ministerio de Educación, los cuales han pasado de 5,415.6 millones de quetzales en 2007 a 12,892.3 millones en 2016. Y también a una notable reducción en el número de alumnos por docente que, entre 2004 y 2015, ha caído de 33 a 24. Ello significa que aún cuando se ha mejorado en dotación de recursos, estos resultan insuficientes para cubrir las necesidades que la demanda plantea.
Otro tema en el que el sistema flaquea es el del tiempo de estudio. El pensum escolar plantea un tiempo de 180 días de clases al año. Sin embargo, esa cifra casi nunca es cumplida. Verónica
Tanto el nivel preprimario como el primario muestran una tendencia a la baja en cobertura. El año de mayor cobertura en el nivel primario fue 2009, cuando alcanzó un 98.7
Spross, de Empresarios por la Educación, cuenta que en este país con suerte se cubren 160 días reales. Y eso, por supuesto, tiene implicaciones negativas en la formación de los estudiantes. Spross relata que, en 2014 la Red Nacional por la Integridad efectuó un monitoreo en 30 municipios del país. En este estudio se comprobó que ninguno alcanzó los 180 días de clase. La región Noroccidental, por ejemplo, solo llegó a 160 días, lo que significa un 89 por ciento de cumplimiento de la meta. En la región oriental la situación fue más problemática, pues con suerte se alcanzaron 157 días de clase.
Las regiones sur y occidente reflejaron mejoras, pero en ninguno de los casos se cumplió con la meta. El área que más se acercó fue la nororiental, con 179 días de clase, que le otorgó un cumplimiento del 99 por ciento.
La también investigadora del sistema educativo nacional muestra su preocupación porque, las cifras son tristemente reveladoras y una muestra del por qué de nuestro retraso en términos de desarrollo. Nuestra meta está al nivel de Argentina, con la diferencia de que allá en el sur de América sí se cumple con los días establecidos.
Verónica Spross, de Empresarios por la Educación.
Pero, estamos por debajo de los países desarrollados y eso dice mucho de nuestro retraso. Chile, por ejemplo, tiene un promedio de días de clase que está en 195. Y eso se queda rezagado si se compara con Alemania que tiene un promedio que anda por los 200 días. Situación similar sucede con Dinamarca, Francia, Italia y Japón, que en muchos de los casos cumplen con un promedio que ronda los 210 días. Eso, dice Spross, refleja en buena medida sus niveles de crecimiento y desarrollo.
Experiencia
Luisa González Reiche y María Denisse Vásquez, confirman de alguna manera todo lo anterior, y agregan que han podido ser testigos de los malos efectos que estas situaciones empujan en el nivel universitario.
Las dos entrevistadas participan en un proyecto experimental que busca mejorar los niveles de los estudiantes de la Universidad Francisco Marroquín, con el que se busca hacerlos seres más pensantes y analíticos, última capacidad que notoriamente ha venido en descenso entre los alumnos de las distintas universidades.
Las jóvenes catedráticas, con especializaciones en temas pedagógicos en la Universidad de Harvard, coinciden en que es importante trabajar con todos los estudiantes de las universidades, por cuanto el problema del retraso académico es generalizado.
Ellas consideran que trabajar en el área de la lógica es importante y necesario, pues con ello los estudiantes podrán mejorar sus capacidades interpretativas y analíticas. Pero, también creen que debe promoverse más la lectura, pues el conocimiento y cultura general son de suma importancia para la comprensión del entorno social, económico, político y cultural del país. Sin esas capacidades, los estudiantes no pueden lograr niveles aceptables de entendimiento.
Luisa González Reiche y María Denisse Vásquez, catedráticas especializadas en Pedagogía, por la Universidad de Harvard.
Al ser consultadas sobre si el problema de raíz está en la formación académica primaria y básica, las profesoras universitarias coinciden en que buena parte del problema está ahí. Así es que, si el problema no se ataca de raíz, resolverlo será cada vez más complicado.
Las autoridades educativas debieran trabajar urgentemente en readecuaciones curriculares que le ofrezcan al estudiante niveles superiores de conocimiento a los actuales, pues está visto que lo que reciben no les está funcionando y menos cuando el nivel docente tampoco es el mejor. La capacitación docente urge, pues precisamente por ello, se trabajó fuertemente en la creación de la carrera de maestros de educación primaria a nivel universitario.
La primera promoción de profesores se graduará el próximo año y sus egresados podrán utilizarse, en el buen sentido de la expresión, como buenos conejillos de indias para comprobar que valió la pena el cambio, que costó enfrentamientos entre estudiantes y autoridades, no solo educativas sino también de seguridad. Hay que recordar que el cambio de la carrera de magisterio a bachillerato en educación, con un profesorado universitario para poder graduarse de maestros, costó incluso enfrentamientos directos y violentos de los estudiantes contra la autoridad.
Cierto es, entonces, que Guatemala está evolucionando. Sin embargo, al parecer, por los datos y las experiencias planteadas, no lo estamos haciendo al ritmo que la vida diaria necesita. Tampoco lo estamos haciendo en los campos que la productividad lo requiere. Así, difícilmente lograremos un verdadero cambio cualitativo que nos ponga a la altura de los países europeos o asiáticos, con los cuales debemos competir en el mundo si queremos que Guatemala se ponga a la altura del desarrollo moderno.
Guatemala necesita cambios, pero cambios reales, rápidos y decididos, sin temores, pero bien orientados. Cambios que estén sustentados en nuestra realidad y no en la de otros, pues lo que otros hacen solo nos debe servir como ejemplo, como guía y como incentivo, para entender que todo se puede si se cuenta con la voluntad política para hacerlo.
Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
cmoralesmonzon@yahoo.com