Nebulosas perspectivas para la economía

La corrupción y la desconfianza interna confabulan con la incertidumbre que genera la victoria de Donald Trump

La economía de Guatemala no la tiene fácil. Nada parece indicar que el próximo año vaya a ser mejor que este. Las inversiones están caídas, pues el empresariado no tiene mayor confianza en que las cosas cambien positivamente. Pero, no solo el sector privado está de capa caída. También lo están los consumidores, otro indicador que muestra tendencia a la baja.

Aunque algunos son optimistas y creen que las cosas pueden mejorar, lo cierto es que es un tímido optimismo, pues dicen estar conscientes de que sería una mejora tenue, nada significativa y con mayores probabilidades de no ser sostenible.

Incluso los organismos internacionales de análisis y crédito han hecho revisiones a la baja para nuestra perspectiva de crecimiento económico, que se calcula alrededor del 3.4 por ciento, pero que para promover cambios reales debiera andar, al menos, por el 6 por ciento.

 

Voz de alerta

Paulo De León, analista de Central America Business Intelligence (CABI), es de quienes creen que este año se cerrará con una tasa de crecimiento no mayor de 3.4 por ciento. También es del grupo de los positivistas que consideran que el otro año mejorará la situación económica, pero consciente de que el alza será leve, incluso sin llegar al 4 por ciento.

De León no duda en afirmar que 2016 ha sido un año de desaceleración, caracterizado por la caída en el consumo, la inversión y la liquidez. Pero confía que 2017 será de recuperación “tenue, pero recuperación al fin”.

Según el analista, el problema de Guatemala es que se percibe una sensación de falta de liderazgo en las autoridades, que cada vez se está acentuando más. Pero a ello debe agregarse, dice, la desaceleración en los Estados Unidos, pues es nuestro principal socio comercial. Otro factor importante ha sido la depreciación del peso mexicano, que impacta de manera fuerte al comercio local, porque está motivando un incremento en el contrabando.

Claudia García, analista económica de la Asociación de investigación y Estudios Sociales (Asíes),

Otro factor influyente es el energético, pues luego de traer una fuerte tendencia de crecimiento, se frenó su expansión. Y si a todo lo anterior se suma la corrupción política, la cosa no se pinta para nada halagüeña, pues se trata de una sensación que frena la llegada de capitales nuevos y frescos, principalmente en el tema de inversión extranjera directa que, viendo la situación interna del país, se toma mucha precaución para venir.

En el gasto público, poca o ninguna ayuda se ha tenido, pues la ejecución ha sido demasiado baja, por lo que se espera que el próximo año no sea así y se mejore el indicador. Este año, al parecer no se ha hecho un kilómetro nuevo de carretera, excepto por lo que se hace en la ruta al Atlántico con la ayuda de Taiwán, pero en términos de remozamiento y reparaciones, nada.

Y si de las elecciones en Estados Unidos se trata, en términos de recuperación, habrá que ver cómo evoluciona la situación, pues Donald Trump no es del gusto de los mercados. Ya se ve que la mayoría de mercados del mundo cayeron estrepitosamente con solo conocerse la victoria del empresario estadounidense.

Para gozar de un desarrollo económico sustentable y sostenido, Guatemala necesita crecer a un ritmo no menor al 6 por ciento anual

Menos preocupación

Claudia García, analista económica de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), comparte en buena medida los planteamientos de Paulo De León. Sin embargo, es quizás menos alarmista.

La investigadora dice que debe hacerse hincapié en las revisiones a la baja que han hecho las principales agencias internacionales, en términos del posible crecimiento económico del mundo y de Guatemala. Pero agrega un elemento, que es el de una mayor estabilidad en las economías del mundo, lo cual daría un leve respiro como para abandonar posiciones fatalistas.

García habla también de una interesante recuperación en la confianza del consumidor estadounidense, lo cual podría avivar el intercambio y hacer pensar en que el consumo de nuestros productos podría aumentar en ese país para el próximo año. De momento, lo que se percibe es que nuestras importaciones disminuyen y eso afectará la carga tributaria para cerrar 2016, reflejando malas condiciones en el consumo interno.

Todo lo anterior, dice la analista, no hace sino generar preocupaciones, pues revisiones a la baja en el crecimiento traen lógicas repercusiones negativas en el desarrollo. Dificultan la inversión pública en temas como la educación y con ello la disminución de oportunidades de más y mejores empleos. Y si a eso se agrega que los índices de inseguridad continúan al alza, así como la corrupción, la situación no es para nada prometedora.

Para pensar en un desarrollo económico sustentable y sostenido, Guatemala necesita crecer a un ritmo no menor del 6 por ciento anual. Pero esa cifra está aún muy lejana de nuestra realidad. Y las cosas se complican aún más para pensar que podremos llegar a esos niveles, cuando observamos que a nivel interno los síntomas de corrupción no ceden en el sector público. Además, el crecimiento de la desconfianza de la población en la clase política y el sector externo no hace sino generar incertidumbre, principalmente ahora que ya es un hecho que Donald Trump presidirá a nuestro socio comercial más importante y poniendo en peligro la solidez que las remesas familiares le han dado a la economía en los últimos tiempos.

Así, la economía del país no la tiene nada fácil para 2017.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
cmoralesmonzon@yahoo.com

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