Presupuesto 2014, más preocupaciones que soluciones

Los analistas no leen nada positivo en el proyecto de presupuesto para el próximo año

Las perspectivas económicas y financieras para 2014 no son nada halagüeñas. El panorama pinta como para pensar que habrá menos negocios, menos inversión y menos crecimiento.

No se trata de ser pesimistas ni mucho menos. Es lo que se vislumbra al analizar el Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación para el año entrante, el que ya ha sido presentado al Congreso de la República y que deberá ser aprobado a más tardar el próximo 30 de noviembre.

La iniciativa del Ejecutivo asciende a 70 mil 564 millones de quetzales; es decir, 3 mil 578.6 millones de quetzales más de lo aprobado para 2013. Pero el asunto es que, según los analistas, hay una evidente sobre estimación de los ingresos tributarios, a lo que debe agregarse un nivel de endeudamiento preocupante, sobre todo porque el origen de ese financiamiento será interno y eso hará que exista menos disponibilidad de recursos para crédito productivo.

Los aumentos entonces, en aquellas áreas en las que se supone debe invertirse para promover desarrollo, no son significativos. Y si lo fueran, en realidad no se trata de inversión sino de dinero para gasto en funcionamiento, lo cual ha sido la constante en las ejecuciones presupuestarias de casi todos los gobiernos de la llamada apertura democrática, desde Vinicio Cerezo hasta nuestros días.

Todo lo anterior sin contar que el tema de la transparencia se ha convertido también en un factor preocupante, que lejos de avanzar sigue dando muestras de opacidad, incluido el propio presupuesto, pues muchos gastos no cuentan con explicación ni detalle y se carece de claridad hasta en los ingresos tributarios.

La visión empresarial

Phillip Chicola, director de Gestión Pública del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), es de quienes se muestran preocupados. El empresario considera que el presupuesto debe analizarse desde dos puntos de vista: el deber ser y la realidad.

Como empresario comienza su crítica al exponer que los gobiernos debieran abandonar la práctica de gastar más de lo que tienen, eso significa, prever gastos superiores a lo que suponen que recibirán en ingresos tributarios. “Desde allí comienzan a hacer irreal su presupuesto”, dice.

Pero a ello agrega que normalmente los presupuestos gubernamentales no responden a las necesidades reales del país, y el presidido por Pérez Molina no es la diferencia.

“Un presupuesto debería materializar las aspiraciones políticas de un gobierno, debería priorizar los temas que como Estado se quieren empujar. El presupuesto termina de ser una de las herramientas que el Estado posee para alcanzar sus objetivos”, agrega.


Phillip Chicola, director de Gestión Pública del Cacif.

En esa línea hace alusión al propósito constitucional del bien común y se pregunta si en realidad el presupuesto cumple con ello. Y al responderse argumenta que, “el presupuesto finalmente no posee la flexibilidad necesaria para cumplir sus propósitos”.

Como ejemplo menciona que casi todo el presupuesto ya está amarrado a un gasto fijo, y eso no le permite adecuarse ni orientarse al cumplimiento de las prioridades sociales.

“La misma Constitución asigna una serie de gastos ineludibles que hacen rígido el presupuesto”, menciona. Hay asignaciones hasta para el deporte, que al final de cuentas nadie sabe si son bien usadas o no, pero que no pueden dejar de aportarse.


Pedro Prado, del área de investigación de Asíes.

 

 

En tales condiciones, Chicola cree que los presupuestos deben ser menos rígidos y más flexibles, de tal forma que el Estado pueda en realidad enfocarlos en sus necesidades de cara a la sociedad. Hay que cuidar la deuda, agrega, pues estamos llegando a niveles preocupantes. El incremento en la deuda ha conllevado un lógico aumento en el déficit fiscal, que en los últimos años anda ya entre el 2 y 3 por ciento del PIB, y eso da para poner las barbas en remojo, más cuando el dinero no se usa para corregir los problemas de la sociedad. “Es como si alguien pide un préstamo y en lugar de invertirlo en una empresa productiva se lo gasta en irse de parranda”, argumenta el empresario.

Poca transparencia

Pedro Prado, del área de investigación económica de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), cree que hay que hacer un análisis balanceado y por ello arranca diciendo que le parece, desde el punto de vista cualitativo, interesante que el gobierno hable de un método de presupuesto por resultados. En teoría hay recursos asignados con prioridad para ministerios como Educación, Salud y Gobernación, tres áreas en las que se supone se está poniendo énfasis.

El problema que a Prado le preocupa es el de la deuda, principalmente porque curiosamente, dice, se ha recurrido esta vez al financiamiento interno más que al externo, una lógica contraria a lo que se ha maneja do por años y que está comprobado es más favorable para el país, pues el financiamiento externo no solo es de más largo plazo sino además se consigue con mejores condiciones en la tasa crediticia.

Los expertos opinan que debe trabajarse en mejorar la calidad del gasto y la carga tributaria, lo que no necesariamente implica aumentar los impuestos.

Para Prado es importante, ante las circunstancias, que se trabaje en la generación de procesos transparentes, pues cambios -como el del tipo de deuda- obvio que despiertan dudas. De allí que considere que la sociedad civil deberá jugar un papel importante en la auditoría social para ser un contrapeso de las ejecuciones presupuestarias.

Prado cree que ya se han dado algunos pasos importantes en el tema de la transparencia, como la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública, aprobada en 2008, pero también considera que falta mucho por mejorar en términos de mecanismos que reduzcan la opacidad de la gestión pública.

Lamenta, en ese sentido, que las iniciativas que buscan mayor transparencia y calidad en el gasto estén varadas en el Congreso por las riñas políticas que existen en ese organismo del Estado.

Al hablar de la inversión menciona que esta es fuerte en el área social, pero no suficiente para alcanzar los objetivos de reducir la pobreza y acabar con el hambre de la población desnutrida, que es mucha, principalmente en niños.

En esos términos dice que debe trabajarse en mejorar la calidad del gasto y la carga tributaria, lo que no necesariamente implica aumentar los impuestos.

Preocupados por lo macro

Paulo De León es un analista macroeconómico. Su experiencia le dice que en los términos en que está planteado el presupuesto, nada bueno se puede esperar. Para empezar, comenta, “posee un desbalance preocupante que le genera un déficit estructural del 2.5 por ciento sobre el Producto Interno Bruto (PIB)”, que ya hace del nivel de la deuda un tema preocupante.

Esa preocupación se incrementa en De León cuando revisa los números y se da cuenta que ese dinero está orientado al mantenimiento del aparato burocrático y no a la inversión, lo que le hace pensar que es dinero que se va a una parte que no genera crecimiento económico.

Al igual que Prado, este analista piensa que se debe aumentar la recaudación tributaria para mejorar las posibilidades de inversión del Estado. Sin embargo, hace énfasis especial en que ese aumento no debe ser por el lado de los impuestos. Se debe incrementar el número de contribuyentes al formalizar a los informales, que representan como el 70 por ciento de la economía del país,. Esa es la idea central de De León.

“Si seguimos así la procesión se nos va a caer por exceso de agotamiento”, argumenta, pues cree que quienes pagan impuestos no soportarán más el peso. “La procesión tributaria la carga 1 de cada 14 habitantes”, dice, y cree que eso es un gasto de energía exagerada para quienes hacen este esfuerzo.Al comparar esta cifra con otros sitios del mundo, el analista menciona que en Estados Unidos y Europa esa misma procesión la carga 1 de cada 2 habitantes, entonces los turnos son más descansados y hay muchos más recursos para cubrir las necesidades sociales.

Pero quién debe hacer el trabajo, pues nadie más que la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), pues si se continúa con sobre estimaciones de los ingresos no se va a llegar a buen puerto.

Esas sobre estimaciones ya costaron la cabeza del superintendente Miguel Gutiérrez. Al final del día se comprobó que aun cuando la batalla la ganó el ministro de Finanzas, Pavel Centeno, la razón la tenía Gutiérrez, pues era imposible cumplir las metas tributarias de Finanzas.

A todo lo anterior Paulo De León, del Central American Business Intelligence (CABI), suma sus preocupaciones por los efectos que pueda generar para el país el adquirir deuda alta y fundamentalmente a nivel local (deuda interna).

De acuerdo con su análisis, estas condiciones solo pueden generar trastornos como una lógica reducción de la disponibilidad para el crédito en la economía, lo que afectará a los pequeños empresarios.

Esa reducción en la liquidez, por consiguiente, traerá un incremento en el precio del dinero (tasas de interés), que sólo significará una disminución en la competitividad de esas pequeñas y medianas empresas que requieren de préstamos para poner en marcha sus proyectos.

Marvin Flores, analista de Acción Ciudadana, comparte de cierta forma las preocupaciones por los niveles a los que se pretende llevar la deuda del Estado, pero también cree que la situación nacional puede empeorar como consecuencia de la sobre estimación de algunos indicadores macroeconómicos.

Es más, Flores habla incluso de la posibilidad de que el presupuesto que envió el Ministerio de Finanzas al Congreso no sea aprobado, pues su olfato le indica que hay un ambiente poco propicio para lograr ese cometido. Para empezar la oposición ha sido férrea en los 21 meses de gobierno que ya han transcurrido y luego hay que sopesar el hecho de que la oposición se niegue a asistir a las reuniones a que le ha invitado el presidente Pérez Molina para hablar sobre el presupuesto y sus necesidades.

Lo anterior significa que las discusiones no están siendo de un nivel que permita mejorar la estructura presupuestaria, y más bien todo apunta a que podría aprobarse algo sin sentido completo. Ni siquiera hay cambios bruscos en materias como educación, salud y seguridad, comenta, pues el único ministerio al que se le hace un pequeño aumento real es al de Desarrollo. A Educación, aunque se le aumenta la asignación, en realidad es sólo para cumplir con el aumento salarial que implica el pacto colectivo que se firmó con el magisterio.

Flores, en concordancia con Chicola, piensa que poco o nada puede hacer un gobierno manejando un presupuesto rígido como el que se presentó al Congreso. Menciona que 93 centavos de cada quetzal ya están fijos para su asignación, lo que le resta cualquier posibilidad de manejo a cualquier gobierno para enfocar sus baterías en cuestiones prioritarias.

En estos términos la preocupación se hace mayor al agregar el ingrediente que, a diferencia de buena parte de sus antecesores, este gobierno tuvo la facilidad de que sus dos primeros presupuestos le fueron facilitados para acomodarlos a sus propósitos. Sin embargo, su eficiencia no ha demostrado ser tal que puedan manejar eso a su favor.

Y por si eso fuera poco, Flores cree que también es mínimo lo que se ha hecho por mejorar la transparencia, aun cuando este gobierno promocionó con todo que este era el año de la transparencia. Pero, excepto por la Ley Anticorrupción, nada más se aprobó en el Congreso, con lo que demostró que sus operadores políticos no poseen capacidad para el manejo parlamentario.

Jorge Lavarreda, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), también analiza la situación presupuestaria y no es menos crítico que el resto de sus colegas. Lavarreda considera que el proyecto que se presenta adolece de transparencia y es hasta cierto punto irreal en sus cálculos de ingresos.

Para comenzar, dice, que han orientado el presupuesto en cuatro líneas de acción que no dan visos de poder cumplir. La primera de ellas es la mejora del ingreso público, pero está visto que no hay tal y desde los dos años que han manejado el presupuesto han sobre estimado las cifras. La segunda es la consolidación fiscal, pero tampoco se ha hecho mayor cosa, no se mejora la carga tributaria y más bien se incrementa el financiamiento por el lado de la deuda.

La caída en el crédito local y un aumento en el precio del dinero preocupan a los analistas, en torno al presupuesto general de 2014.

Tampoco ha habido mejoras en la calidad del gasto público, pues no se han cumplido sus objetivos en esa famosa gestión por resultados, pues no son muy abiertos en la información que ofrecen y en el proyecto de presupuesto ocultan detalles. Por ejemplo, no dan detalles de respaldo de acciones para la inversión en seguridad, lo que es preocupante para el investigador.

Si a ello se agrega que se carece de claridad en la formulación de metas tributarias en al menos mil millones de quetzales, la preocupación se profundiza pues no hay certeza de dónde saldrá el financiamiento para los gastos previstos.

Lavarreda considera que se debiera ser más conservador con el cálculo de previsiones, pues de esa manera pueden ser más eficientes; sin embargo, las acciones muestran todo lo contrario.

Y si en algo pone el dedo de la atención el investigador del CIEN, es en el hecho de que la inversión directa, se prevé, disminuirá grandemente pasando de los 5 mil 176.1 millones de quetzales en el presupuesto vigente a agosto de 2013 a los 4 mil 268.8 millones de quetzales establecidos en el presupuesto para el próximo año.

Deuda, sobre estimaciones, caída en el crédito local y un aumento en el precio del dinero, además de poca transparencia y falta de calidad en el gasto, son entonces, entre otras, condiciones que preocupan a los analistas en torno al presupuesto que se proyecta para el país en 2014.

Aún queda mes y medio para enderezar la ruta, la cual podría mejorar con discusiones más profundas y menos políticas con todos los sectores, aunque nada de ello se vislumbra. Así es que las cosas no parecen fáciles para este gobierno que está a punto de ingresar a su tercer año de gestión y cerrar el primer 50 por ciento del período para el que fue electo. Todo, sin poder dar muestras y evidencias de que en realidad ha logrado concretar los compromisos que convencieron al electorado para darle la victoria en las urnas en noviembre de 2011.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com

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