Un vistazo al cambio, la ansiada industrialización

La industrialización es sinónimo de crecimiento y desarrollo

Guatemala es un país agrícola. De eso no nos queda la menor duda. Por lo tanto, productor de materias primas. La industrialización, en tanto, supone el traslado de una economía basada en la producción de materias primas, hacia la producción masiva de bienes basada en el uso de tecnología de punta.

Ese salto no es nada fácil, pues aunque muchos piensen que sólo se trata de invertir dinero y ya, en realidad un país que quiera entrar en ese proceso debe generar condiciones que faciliten el ambiente integral para el cambio. Atraer inversiones requiere más que mera voluntad. Requiere del impulso de acciones que garanticen su retorno y rentabilidad.

Los indicadores clave para que la inversión comience a fluir son estabilidad macroeconómica, fortaleza institucional del Estado, certeza jurídica y altos niveles educativos.

En este país, quizás sólo el primer requisito se cumple. La crisis política por la que atraviesa Guatemala desde abril pasado, parece ser el mejor examen que ha logrado sortear el blindaje de la economía guatemalteca.

Sin embargo, de cuatro solo uno. El resto de requerimientos están lejos de alcanzarse, aunque no de una manera imposible, pues está visto que cuando hay voluntad se pueden empujar los cambios. Queda entonces entrar en la fase del fortalecimiento institucional, lo que implica una serie de reformas y acciones que tiendan a dar garantía de que las diferentes instancias estatales cumplirán con el papel que les corresponde.

Luego vendrá la certeza jurídica, que pasará por la voluntad política de los gobernantes y el entendimiento de que no pueden estarse cambiando las reglas del juego cada vez que cambiamos de autoridades. Se necesitan políticas de estado de largo plazo que den sustento y soporte al proceso de cambio hacia la industrialización.

Y, por último, pero no por eso menos importante ni para dejarse textualmente al final, está el alcanzar altos niveles educativos y la generación de conocimientos adecuados para proveer de capital humano a la inversión y así lograr esa integralidad de la que se habló al principio.

Fortalecimiento Institucional

Nicholas Virzi, vicepresidente de la Cámara Guatemalteco-Americana de Comercio (AmCham), no duda ni un segundo en asegurar que el fortalecimiento institucional es clave para el país, si de verdad se quiere ingresar en un proceso de cambio hacia la industrialización.

Guatemala tiene las condiciones económicas para lograrlo, dice. Pero también hace ver que seguimos apostando por la agricultura como la base del desarrollo económico, cuando se puede lograr imprimirle a este sistema un agregado que facilite el crecimiento y el desarrollo. De acuerdo con Virzi, un tema importantísimo que no puede dejarse de lado si se quiere industrializar al país, es el de la reforma de la Ley de Servicio Civil. Un buen trabajo legislativo en esa área garantizaría la creación de carreras administrativas en el Estado y la garantía para los trabajadores de contar con espacios laborales adecuados, así como bien remunerados. Además, se apoyaría la implantación de la meritocracia, con lo que también se tendría la seguridad de obtener a las mejores personas en los mejores puestos.

Acisclo Valladares Urruela,
comisionado presidencial
para la Competitividad.

Acisclo Valladares Urruela, actual comisionado presidencial para la Competitividad, coincide con el análisis de Virzi. Él hace énfasis en que para que Guatemala despegue deben haber instituciones que cumplan con su función, que admitan un marco claro y transparente de reglas de juego que le permitan a los inversionistas poner sus ojos en el país.

De lo contrario, la vista de ellos estará en otros países, pues Guatemala está en una franca competencia con muchas naciones y si no se generan las condiciones, los inversionistas preferirán cualquier otro lugar que les dé garantías.

Guatemala cuenta con buenos indicadores económicos, pero que solo generan un nivel de tranquilidad sin que haya despegue. Nos hemos estancado en alrededor del 3.6 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto, pero para lograr el ingreso en los niveles de la industrialización se requiere de tasas superiores.

El jefe del Pronacom considera que, además de la Ley de Servicio Civil, debe reformarse la Ley Electoral y de Partidos Políticos, pues es la ley quien rige a las entidades que postulan a nuestros gobernantes y si el proceso de elección no es transparente y adecuado, no se pueden garantizar las condiciones mínimas para que quienes sean electos tengan calidades para hacer un buen trabajo al frente del Estado.

Y de la educación, ni hablar, dice Valladares. Según él, se deben enfocar las baterías de la educación hacia generar capital humano de alta calidad técnica y profesional. Para ejemplificar un poco el cambio en este sentido, habla de los Call Center que hoy día generan 35 mil plazas. Hace nueve años, sólo eran 9 mil y hace 25 años ni pensábamos en esa posibilidad. Eso nos hace suponer que ha habido, aunque mínimas, intervenciones válidas en la educación y principalmente en el proceso de enseñanza-aprendizaje del idioma inglés.

Pero si queremos industrializar el país, hace falta muchísimo más. Hace falta la promoción de carreras más técnicas y tecnológicas, que son las que en la actualidad demandan los países desarrollados y los que quieren transformarse en industriales.

Javier Zepeda, presidente de la
Cámara de Industria de Guatemala.

Qué hacer

Javier Zepeda, director ejecutivo de la Cámara de Industria de Guatemala (CIG), converge con los pensamientos de Virzi y Valladares. Pero va más allá al indicar que el país debe plantearse el cumplimiento de objetivos estratégicos como el de incrementar la productividad agrícola y mejorar las utilidades del sector a través de la industrialización, por ejemplo.

El representante de los industriales guatemaltecos cree que tenemos mucho potencial en el desarrollo de las industrias energéticas, pero también se debe trabajar en la expansión y mejora de la infraestructura, mejorar el saldo de la balanza de pagos y promover la ciencia y la tecnología.

Acisclo Valladares Urruela,
comisionado presidencial
para la Competitividad.

 

 

 

 

Zepeda coincide en la necesidad de fortalecer la institucionalidad del país a través de una serie de reformas legales que pasan por la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la Ley de Servicio Civil y la Ley de Contrataciones del Estado. Pero dice que hay que ponerle mucha atención a nuestras prioridades y posibilidades como país.

El directivo de la CIG habla de pasar de la subsistencia agrícola a la agroindustrialización, dándole valor agregado a los productos que ya generamos. En lugar de solo exportar azúcar, exportemos dulces. En lugar de solo exportar madera, exportemos muebles, dice Zepeda.

La industrialización es un proceso que lleva incluido el desarrollo. Y si Guatemala quiere ser un país desarrollado, debe plantearse el objetivo de industrializar su economía. No se debe dejar de ser agrícola. Más bien se debe pensar en que esa materia prima se utilizará internamente para procesarla y sacarle mayores ventajas a la hora de ofrecerla como producto al mundo.

Se debe apuntar al fortalecimiento
institucional que dé certeza a las inversiones, así como a la capacitación del recurso humano para ingresar en el mundo de los países desarrollados

En sus cálculos, Zepeda habla de que durante la mitad del actual período democrático, que inició en 1986, la productividad total de factores como la tecnología, la innovación y los términos de intercambio ha sido negativa. Es decir, no se ha avanzado. Y mientras menos crezca nuestra productividad, menos crecerán los salarios y la economía en su conjunto, así como las oportunidades para crecer, no sólo en términos industriales sino económicamente hablando.

Para desarrollarnos necesitamos niveles de crecimiento superiores al 6 por ciento del PIB y hoy día con aprietos llegamos al 4 por ciento. Esto sin contar que el crecimiento demográfico anda entre el 2.5 y el 2.8 por ciento, lo que nos resta calidad en el crecimiento económico. Estamos generando una oferta laboral anual de 111 mil jóvenes y sólo tenemos la capacidad de absorber a 26 mil.

A todo lo demás debe agregarse un fortalecimiento de la lucha contra la corrupción y el contrabando, así como una reorientación del tema educativo en todo nivel. Si la mano de obra no se tecnifica y se fortalece en el campo de los componentes electrónicos, el software digital, no podremos entrar en el mundo moderno de la manufactura y el ensamblaje, que hoy día requieren capital humano capacitado en el tema tecnológico.

Pero nada se podrá cambiar si continuamos como estamos. La industrialización se hace cada vez más necesaria y está demostrado que es el único proceso que ha llevado a otros países del mundo hacia la senda del desarrollo.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com

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