Una sequía que golpea a los más pobres

Mientras los campesinos ven como se pierden sus siembras de maíz y frijol, los políticos se encierran en pleitos de dimes y diretes que nada resuelven

Guatemala enfrenta uno de sus períodos más largos de canícula de los últimos años. Los más expertos en el tema le llaman sequía y viene afectando el territorio nacional desde el año anterior.

Recién a finales de febrero pasado, el gobierno emitió el Decreto Gubernativo 3-2015, a través del cual prorrogó por 30 días más un polémico estado de calamidad. Tal condición, además de venirse arrastrando desde el año anterior, ha generado muchas críticas porque, según sus opositores, sólo ha servido para que el gobierno haga múltiples compras por excepción que nada tienen que ver con la calamidad.

Según el Insivumeh, la sequía podría extenderse hasta el mes de julio, lo que podría provocaría grandes daños al sector agrícola.

Hasta septiembre de 2014, los efectos de la sequía eran nefastos para el país, 236 mil familias habían perdido total o parcialmente su cosecha de maíz y frijol. Pero eso no es todo, también carecían de reservas de alimentos para los meses venideros.

Para entonces, el gobierno ya estimaba en Q500 millones el costo de la ayuda humanitaria requerida.

Los primeros datos daban cuenta de daños en 88 municipios de 12 departamentos,  según un informe del Concejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Conasan). Los departamentos más afectados son los que tienen que ver con el llamado corredor seco, que cubre la franja transversal del norte y el oriente del país.

Más sequía

Para este año, la situación no variará mucho en cuanto a la falta de lluvias. Eddy Sánchez, director del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) ya ha adelantado pronósticos.
El experto considera que la sequía se extenderá, cuando menos, hasta el mes de julio, lo que provocaría muchos más daños de los que ya se han experimentado.

Hasta el año pasado se estimaban pérdidas parciales en 68,298 hectáreas y pérdidas totales en 26,229 hectáreas. Estas pérdidas incluían 1 millón 890 mil 559 quintales de maíz y 661 mil 695 quintales de frijol, lo cual sumaba unos Q450.5 millones.

Pero las cifras no se quedan en estos números fríos. Los efectos son aún más preocupantes y llegan incluso hasta la posibilidad de generar vulnerabilidad en la salud de los guatemaltecos. Se calcula con todo lo ocurrido, unos 126 mil 501 niños menores de 5 años estarían en un alto nivel de vulnerabilidad a la desnutrición aguda.

Escuintla, Santa Rosa, Zacapa y Chiquimula son los departamentos con mayor riesgo de ser afectados por la sequía.

Los departamentos con mayor riesgo, según los estudios efectuados, son Escuintla, Santa Rosa, Zacapa y Chiquimula.

El plan para el combate

Los cálculos conocidos aseguran que el Plan de Acción para Mitigar los Efectos de la Canícula Prolongada de Julio-Agosto 2014 se calculaba en unos Q340 millones 328 mil 343, lo que incluía asistencia alimentaria de maíz y frijol, implementación de riego agrícola y rehabilitación de unidades de riego. Además, se contemplaba la provisión de semillas mejoradas de maíz y frijol para rehabilitación productiva.

Las acciones, según el Secretario para la Seguridad Alimentaria y Nutricional, Germán González, aseguran que con el plan se consiguió reducir los niveles de desnutrición en 1.7 por ciento. Pero, además, también se logró reducir el estado de anemia en menores de cinco años en 4.5 por ciento.

González es positivo al pensar que si las cosas caminan como lo han hecho, es probable que al finalizar 2015 la reducción de la desnutrición crónica alcance niveles de 6 puntos porcentuales. Aquí es donde juega un papel importante el Programa Hambre Cero, el cual ejecutó un 85 por ciento de la asignación presupuestaria de 2014, que ascendía a Q5 mil 600 millones. Un año antes esa cifra llegó a Q3 mil 700 millones.

La falta de una atención adecuada, así como la escasez de medicamentos para apaciguar los problemas, provocó la muerte de 175 niños durante 2013.

El año pasado la cifra se redujo a 156 casos, no en niveles tan significativos, pero mínimamente hay una baja.

La historia se repite

Este 2015 la historia no será diferente. El ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación, Sebastián Marcucci, ha adelantado que este año se presentará de nuevo una canícula prolongada de julio a agosto. Esta situación volverá a afectar la cosecha de mayo-noviembre.

Por tal razón, el gobierno se prepara de nuevo para ampliar el programa de ayuda humanitaria, consistente en la entrega de raciones de alimentos a las familias que recibirán directamente los efectos negativos del fenómeno natural.

El programa Operación Oportunidad está en plena acción, y busca reducir los efectos de estas sequías prolongadas que ya van para un año de generar malos resultados para las cosechas de los campesinos.

Y mientras el gobierno se encarga de decir que todo lo tiene bajo control y que solo necesita del apoyo de un Estado de Calamidad para reaccionar con inmediatez ante los eventos, en el Congreso no piensan lo mismo. Allí, los diputados reclaman que el gobierno se aprovecha de la situación. Las voces disidentes advierten que con la excusa de la sequía y el estado de calamidad, los gobernantes gastan a manos llenas y hacen negocios turbios que terminan atiborrando sus bolsillos.

Pero de soluciones adecuadas, para que las personas afectadas dejen de ver cómo se pierden sus cosechas o sus hijos sigan sumiéndose en la desnutrición, nada.

Esa es la realidad que vive el país, enredado en las batallas políticas mientras sus habitantes sufren los embates directos de los fenómenos naturales, pero también de los coletazos que les da el enfrentamiento entre oficialistas y opositores que buscan a toda costa sacar agua para su molino.

Si los pronósticos se cumplen, es casi seguro que ya no sean sólo 236 mil familias las afectadas, serán muchas más. El número de niños con desnutrición crónica también subirá y las siembras de maíz y frijol no prosperarán. De hecho, los campesinos de Camotán, en Chiquimula, ya advirtieron de sus temores porque la época de siembra ya llegó, pero de lluvia nada y lo más probable es que vuelvan a perder toda la cosecha.

Carlos Morales Monzón
Periodista y consultor
Revista GERENCIA
Editorialgerencia@agg.org.gt

 

También podría gustarte