En 1995, los vientos de la privatización comenzaban a soplar en el país. Para entonces, el presidente era Ramiro de León Carpio, más fue su sucesor el encargado de concretar toda la venta de las empresas públicas para que pasaran a control privado.
Y los vientos soplaban tan fuertes, que GERENCIA también cedió espacios importantes para poner en la mesa del debate social dicha tendencia. Para hacerlo se apoyó en un artículo que publicó el Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES), del presidente del Instituto Adam Smith, de Londres, Madsen Pirie. El también autor del clásico “Teoría y práctica de la privatización”, es uno de los pioneros de los movimientos privatizadores del mundo.
En su artículo, Pirie desarrolla 10 puntos bajo los que, según él, descansa la motivación principal que un país debe tener para privatizar sus activos. Esos puntos los identifica como los principales problemas que enfrentan las empresas estatales y por las cuales sus operaciones no logran ser lo que debieran ser: entidades oferentes de servicios eficientes para satisfacer las necesidades de una sociedad.
Entre esos problemas menciona los costos de producción, la eficiencia, los costos laborales, los costos de capital, el control de los consumidores, las innovaciones y la flexibilidad, el proceso de toma de decisiones, las condiciones para el equipamiento, las interrupciones en el servicio y la responsabilidad en el control de costos.
Sobre esas bases es que comienzan a desarrollarse los planes de privatización locales que se concretan, alrededor de 1997, con las ventas de empresas como Ferrocarriles de Guatemala, Empresa Guatemalteca de Telecomunicaciones, la Empresa Eléctrica de Guatemala y el Instituto Nacional de Comercialización Agrícola (Indeca). Pero también se pone en manos del sector privado, en términos de concesión, el control del correo.
En esa misma línea también se publica el artículo La ética de la privatización, de Tibor Machan, profesor de filosofía de Auburn University, en Alabama. En él, Machan dice que la privatización debe tener un fundamento moral, pues se trata de traspasar el control de unas empresas públicas hacia manos privadas que garanticen un buen servicio y precios de calidad. Pero también se trata de negociaciones socialmente beneficiosas. Y dicho y hecho, muchos negocios se hicieron mal. El periodista Guillermo Isaí Ramírez, contó en otro artículo para GERENCIA como en el país se hicieron malos negocios y transacciones de obras públicas que no velaron por los intereses del Estado y más bien deterioraron la imagen de Guatemala.
Hoy en día, incluso, puede hablarse de TCQ como un buen y reciente ejemplo de ello.