El vínculo médico entre el ser humano y el animal
Los efectos beneficiosos de la terapia asistida con animales
Los que creen que los animales domésticos son únicamente compañía, contacto social o pasatiempo, no conocen la relevancia de estos dentro de un tratamiento terapéutico para personas con discapacidades físicas o mentales. Esta es una nueva modalidad que requiere de la intervención de un técnico que controle a la mascota y un profesional de la salud que planifique objetivos de desarrollo físico, social, emocional y cognitivo para las personas.
Las terapias con animales incluyen, principalmente, perros, delfines y caballos, lo que no excluye al resto de la fauna, inclusive a los peces de un acuario.
El vínculo beneficioso
Un animal es capaz de darnos alegría, tranquilidad y motivación. Por tal razón, el simple contacto de ellos con los humanos produce un entorno de cooperación productivo en la recuperación de las personas por diferentes padecimientos.
Lucía Montes, psicóloga y miembro de Bocalán.
Edgar Leonel Morán Ocaña, médico fundador de Way-Bi Bocalán.
El médico Edgar Leonel Morán Ocaña, es el fundador de Way–bi, la fundación que dentro de sus proyectos promueve a Bocalán, dedicada a los servicios de “terapia asistida por animales” y liderada por un equipo que, además, se encarga de capacitar a la población que cursa el diplomado que lleva el mismo nombre, en la Universidad Rafael Landívar, de donde reciben el aval y en donde han egresado dos promociones.
Según cuenta Morán, el proyecto nace del interés que tuvo porque mejoraran sus pequeños pacientes, a quienes les ofrecía un perro con la ilusión de motivarlos a salir del hospital. Ese fue el comienzo, pero en la marcha este médico descubrió los beneficios del mundo animal en relación con el hombre. Fue entonces cuando se interesó por especializarse en este campo, para brindar de manera profesional los conocimientos, con bases sólidas.
Así descubrió a Bocalán en el extranjero, proyecto que le demandaba rodearse de varios profesionales para hacerlo posible en Guatemala: el psicólogo que conociera el comportamiento de los pacientes, el médico que planificara y guiara la recuperación según el padecimiento, y el técnico encargado de entrenar y hacer que los perros colaboraran con el objetivo.
Morán se hizo acompañar entonces por un experto en el tema, el español Raúl Maroto Prats, uno de los impulsores de Bocalán, al igual que la psicóloga Lucía Montes, quienes desde los primeros días han llevado puesta la camiseta, la que han impregnado de empeño.
De ese comienzo en 2006, Raúl cuenta una historia única. Él es ebanista de profesión, pero por azares del destino resultó en Guatemala. Su idea era viajar desde Chile hasta México para recorrer Latinoamérica, pero comenzó su gira al revés, y únicamente pasó de México a Guatemala, porque aquí se enamoró del país, especialmente del Lago de Atitlán, y se quedó viviendo.
De hecho, en Atitlán comenzó el proyecto junto a Ura, su perra labrador. Los primeros días fueron extraños para los dos, porque el hecho de ser un extranjero con un perro, en un pueblo en donde la concepción es que estos animales son vagabundos y sucios. Lo que Raúl minimizó de manera excepcional: aprendió Tzutuhil para enseñar a la perra los comandos de obediencia en ese idioma. Luego, le colocó un arnés que él fabricó con tela indígena. Así disipó cualquier desconfianza, porque era un animal que entendía la lengua nativa del lugar y que vestía como ellos. A partir de ese momento, Raúl y Ura demostraron los beneficios de la terapia asistida con animales, al trabajar con personas discapacitadas en esa región.
Después de Ura, el médico adquirió otros perros en varios países. Los labradores Sabi, Eko, Flavia y Petu, en Chile; Quentin y Natalia, en España. Y, Tixtan y Kit, de la raza golden retriever, de Guatemala y Estados Unidos. Así también, está por llegar al país, Giselle, una labrador mexicana. A decir de Lucía, los perros deben provenir de familias de servicio para que sean eficientes en las terapias. “Los papás y hermanos de nuestros perros trabajan, vienen de una línea de asistencia definida. Poseen características específicas, como las de cobro –que pueden portar objetos con la boca- y, como eternos adolescentes, son aptos para el juego, les gusta trabajar y comer. Porque la comida es parte del trabajo, es una condición, ya que no se les obliga a hacer nada”, comparte Lucía, quien agrega que los perros se jubilan después de 8 años de servicio, en donde comienzan su vida como mascotas.
El diplomado a cargo de Bocalán ha especializado en este campo a más de 40 personas. En febrero está próxima a comenzar la siguiente promoción, que ahora debe recibir 100 horas más de entrenamiento, para un total de 300 horas. La terapia asistida con animales mejora la vida y la calidad de vida de personas con varias discapacidades o deficiencias. Atienden casos de síndrome de Down, disfunciones sensoriales, autismo, sordera y ceguera, entre otros.
Eddy Castellanos fue víctima de un accidente automovilístico hace más de 18 años. Antes ya disfrutaba de la compañía de una mascota, pero fue hasta ese lamentable percance -que lo dejó paralítico de las piernas- cuando se involucró más con ellos. “Me movilizo en silla de ruedas y en varias ocasiones mis perros me han asistido”, cuenta a GERENCIA .
“Ellos perciben cuando corro riesgo y me advierten cuando hay peligro antes que yo lo perciba. Son muy perceptivos. He tenido Rottwieler, Cocker y perros sin raza definida, y todos me proporcionan algo: desde apoyo para que no caiga al suelo hasta tranquilidad, paz y felicidad, ya sea al verlos jugar, por su manera de actuar, al acariciarlos o cuando nos saludan al llegar a casa, lo que a veces no nos da ninguna otra actividad. No hay precio que cubra el valor que nos dan”, advierte.
Eddy está convencido de que los animales poseen un sexto sentido. “Si hay un extraño cerca (humano o espiritual), avisan; si hay una fuga de gas o va a acontecer un temblor, ladran insistentemente, incluso segundos antes”. Agrega que “los animales son una gran compañía, apoyo y consuelo, sin distinción de razas”. Eddy concluye con la frase “cuanto más conozco a las personas, más amo a los animales”.
Estas actividades mejoran la movilidad, el equilibrio, las interacciones verbales, las habilidades motoras, la capacidad de concentración y atención, el autoestima, los niveles de ansiedad y la sensación de soledad. En lo educativo, Lucía comenta que recién trabajaron con un grupo de escolares de preprimaria a tercero primaria del Colegio El Prado, en donde pudieron practicar, inclusive, matemáticas con los perros. Las terapias también amplían el vocabulario, mejoran la memoria y el conocimiento de conceptos. Además, son un vínculo que despierta emociones, pues los niños se atreven a participar en actividades grupales y mejoran la interacción con el grupo.
Bocalán trabaja de forma independiente y con fundaciones cuando reciben donativos. Por ejemplo, han favorecido a niños de la Fundación Margarita Tejada, Fundabiem, el Hogar de Huérfanos Discapacitados Marina Guirola y el Comité Pro Ciegos y Sordos de Guatemala, en donde las personas pueden recibir los beneficios de las terapias, pero también pueden entrenarse quienes padecen problemas de sordera, porque los perros captan más por señas que por voz. Por ello, cuentan con una gran ventaja. La idea de Morán es que egresen muchos entrenadores de perros de esta escuela, para que su impedimento no les limite ser personas calificadas dentro de este proceso terapéutico.
Ileana López
Directora Revista GERENCIA
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