Crecimiento industrial, oportunidad que no debe dejarse pasar
Guatemala está a las puertas de un despegue económico para el crecimiento y el desarrollo sostenible. Solo hay que aprovechar el momento
Guatemala tiene hoy por hoy una oportunidad. Se trata de una oportunidad que debe aprovecharse, porque difícilmente habrá otra tan clara. En la gente hay esperanza. Pero también una especie de sentimiento vigilante para que las cosas no vuelvan al pasado.
Óscar Emilio Castillo,
presidente de la CIG.
Los guatemaltecos elegimos a un nuevo presidente con la idea de ver cambios, principalmente en los temas de transparencia y lucha contra la corrupción. Así es que si el nuevo presidente, Jimmy Morales, no demuestra realmente intenciones de caminar por esa senda, las cosas si pueden ser malas. Pero de momento todo parece mostrarse con optimismo.
Así es cómo vislumbran el futuro inmediato los industriales del país. Con optimismo y positivismo. Creyentes de que las cosas irán por un sendero de progreso y crecimiento durante 2016.
Sus previsiones son que este año cerrará con un crecimiento en el orden del 3.5 por ciento, y que el próximo año será de entre 3.5 y 4 por ciento. Pero creen que si todo sigue como se percibe, deberíamos estar cerrando el gobierno de Morales con una tasa de crecimiento del 6 por ciento, que es la que de verdad podría darle un empuje al país en términos de crecimiento. Claro que esa cifra debe ser sostenible en el tiempo y mejor si se logra superar.
Pero si algo hay de cierto en el panorama empresarial, principalmente del lado de los industriales, es que ven el futuro promisorio y con muchas luces de que vamos a crecer.
Los números
Las cifras oficiales ya hablan de que Guatemala crecerá el próximo año a un ritmo similar que este. Eso significa alrededor del 3.5 por ciento. Los más optimistas creen que la cifra podría ser incluso de 3.6 por ciento.
Dicha alza se vería impulsada por un creciente consumo privado y por el crecimiento de las exportaciones y las remesas, habida cuenta de una recuperación de los socios comerciales del país, principalmente Estados Unidos.
Se prevé un crecimiento generalizado, pero fundamentalmente de sectores como los servicios, la agricultura y la manufactura. Sin embargo, desde ya se habla de que aún creciendo, ese nivel previsto no sería suficiente para reducir la pobreza.
A no ser por un esperado y abultado crecimiento del 6 por ciento en el sector de las manufacturas, el resto de sectores de la actividad económica crecerán entre el 3 y el 3.9 por ciento. Lo anterior explicaría en buena medida el optimismo del sector industrial. Al menos así lo plantea el Banco Mundial en su análisis de expectativas de crecimiento publicado como ADN Económico de Guatemala.
Y el sector industrial no está nada alejado de esos cálculos. Es más, coinciden con ellos de una manera casi exacta. Óscar Emilio Castillo, presidente de la Cámara de Industria de Guatemala (CIG), no duda en asegurar que ven el futuro inmediato “con muy buenos ojos, muy buena perspectiva”. Pero, en su discurso no deja de mencionar algo que considera un elemento primordial para hacer realidad ese positivismo, y es “el ánimo de la gente y su creencia en que este país posee las condiciones para salir adelante y hacer más de lo que creemos que somos capaces de hacer”.
Según los cálculos de la CIG, el objetivo debe ser crecer al 6 por ciento sostenible. Pero sus directivos están conscientes de que en el plano inmediato eso tampoco es posible. Por eso plantean estar convencidos de que el país crecerá a un ritmo de 3.5 por ciento, un ritmo similar al que lo hará el sector industrial.
Buena parte de su convencimiento está en la esperanza de que, como parece suceder con la mayoría de los guatemaltecos, el nuevo gobierno que encabeza Jimmy Morales dé verdaderas muestras de luchar contra la corrupción y velar porque la cosa pública se maneje con total transparencia. Si eso no llega a suceder, dice Castillo, quizá no se logre cumplir el sueño de crecer a un 6 por ciento sostenible al término del gobierno de Morales.
Cambios legales
Pero no toda la esperanza está cifrada en Morales, aunque si el mayor porcentaje. También juega un papel importante el Congreso de la República, de quien se esperaría proveer de instrumentos legales verdaderamente coherentes con las demandas populares. Y por aquí la cosa ya empezó a flaquear, pues el Legislativo ya ha aprobado al menos dos de las reformas a leyes que más ha exigido la ciudadanía y el resultado no ha sido el mejor.
Los cambios a las leyes Electoral y de Partidos Políticos, así como a la de Contrataciones del Estado, no han cumplido plenamente con las expectativas de la población.
Por supuesto que aún falta. Por ejemplo, la discusión y aprobación de una reforma a la Ley del Servicio Civil que garantice fortaleza institucional para los entes estatales y provea de herramientas al ejecutivo para que a los puestos del Estado lleguen personas realmente capaces de desempeñar los cargos.
Según Óscar Emilio Castillo, se debe trabajar en el fortalecimiento de instituciones como el Ministerio Público y la CICIG, junto al Organismo Judicial, pues sólo así se puede pretender que la lucha contra la corrupción será eficaz.
Más optimismo
El optimismo para 2016 y otros años venideros no es planteado únicamente por Castillo. Fernando López Fernández, presidente de la Asociación de Industriales Latinoamericanos (AILA), también da muestras de ver el futuro inmediato del país con ojos de satisfacción.
Según López, sin mencionar detalles, una encuesta de expectativas que se pasó entre el sector industrial reflejó recientemente “un ligero optimismo”. Habla de que no se espera un crecimiento mayor al ya pronosticado y que no sería más allá del 4 por ciento.
Fernando López,
presidente de la AILA.
De lo que sí está seguro López Fernández, es que los cambios futuros pueden ser mejores, pero todo dependerá de las señales que dé el nuevo gobernante. En su criterio, los inversionistas están a la espera de que el gobierno de Jimmy Morales dé muestras de que garantizará un real Estado de Derecho, un manejo de la cosa pública con transparencia, que promueva reformas legales que de verdad promuevan cambios, que trabaje en la mejora de la infraestructura del país e implante un sistema logístico en las aduanas, libre de corrupción y garante de facilitar ingresos para el Estado.
Quizás lo único que preocupa actualmente a López sea el futuro del Decreto 29-89, el que está poniendo en riesgo unos 100 mil empleos; pero, por lo demás, todo parece color de rosa.
El presidente de la AILA considera que es muy poco lo que podría oscurecer el panorama, y remarca la importancia de los movimientos sociales como las manifestaciones sabatinas en la Plaza de la Constitución, pues está claro de que han sido un factor determinante para el cambio actual.
La vida sigue su curso y la economía con ella. En el país, los industriales no esperan más que cosas buenas para 2016 y, por lo visto, para otros años más. Claro está, las acciones del nuevo gobierno serán determinantes para no aguar la fiesta y, por supuesto, lo que hagamos los guatemaltecos, de cualquier sector social, también será importante porque tendrá incidencia en los resultados económicos; pero, principalmente en los indicadores de crecimiento y desarrollo del país.
Guatemala está cambiando y puede cambiar aún más. Todos juntos, como guatemaltecos, tenemos que trabajar de la mano para que esos sueños de grandeza se cumplan, para que haya crecimiento y empleo.
Si no logramos aprovechar el momento, quizás la próxima oportunidad esté muy lejos y nuestras generaciones no logren ver cuando Guatemala sea un país de primer mundo, industrializado y proveedor de mano de obra calificada para tareas de alto rendimiento y bien remuneradas en el mundo exterior.
Óscar Emilio Castillo lo dice así: “Hay que levantarle el ánimo a la gente, porque eso es algo que la gente tiene que tener. Si no queremos que la gente siga yéndose a Estados Unidos o a otros lados, hay que impulsar al país. No hay otra vía”.
Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com