Héctor Centeno, gerente general
de Casa Médica.
Hace más medio siglo, en un local de 40 metros cuadrados surgió en Guatemala una pequeña tienda que comercializaba
equipo médico. Su fundadora, Marta de Centeno, consideró que el Paraninfo Universitario -la antigua escuela de medicina de la universidad estatal del país- era el lugar más estratégico para este negocio, porque allí conocería
a sus futuros clientes.
La empresaria no pudo ser más asertiva, pues efectivamente allí conoció a los estudiantes que después llegaron como destacados profesionales de la medicina a comprar los productos de Casa Médica, nombre que recibió la empresa desde 1965.
Ella y su esposo Héctor Adolfo Centeno dedicaron su vida a este negocio, en donde crecieron sus cuatro hijos. El mayor de ellos, llamado también Héctor Centeno, fue quien heredó la vena empresarial y la responsabilidad para dirigir las gestiones de Casa Médica. Desde hace 40 años, es el líder de la empresa y quien le ha proveído estrategias
innovadoras y nuevos enfoques que la han consolidado en el mercado.
Un poco de historia Centeno comenta en entrevista, que el negocio se creó como producto de la genuina visión de sus padres, porque ninguno de los dos contaba con conocimientos o estudios relacionados con la medicina. “Mi papá trabajó como oficinista en el seguro social, allí observó el movimiento que generaba la medicina. Por ello solicitó algunas representaciones, de hecho el primer nombre del negocio fue “Representaciones Médicas”, cuenta el directivo.
Posteriormente, doña Marta insistió en buscar un local que mantuviera una cara al público. Fue así como abrió sus puertas de Casa Médica, en la zona 1 capitalina. Según cuenta el directivo, él y sus hermanas llegaban al pequeño negocio
a leer, dibujar, pintar, limpiar, empacar y a ayudar en lo que se necesitara.
Formalmente, el hijo de la familia, quien se graduó de ingeniero industrial se incorporó a la empresa en 1979. “Comencé en el puesto de mensajero. Recuerdo que iba al correo a recoger la correspondencia del apartado postal 698. Antes no había Internet. Era algo que hacía todos los días, a las 8 de la mañana. Recogía las cartas, las abría, las clasificaba y separaba los sellos porque mi mamá los coleccionaba. Después ayudaba en la bodega”, cuenta en entrevista.
Posteriormente, el ingeniero industrial, por los conocimientos en su carrera comenzó a desarrollar una empresa paralela: una fábrica de muebles de hospital que abastecía a la propia Casa Médica y a los hospitales del país. “Mi papá hacía los diseños, y yo se los daba a diferentes herreros en la ciudad. Sin embargo, los herreros como buenos operarios eran un poco desordenados y constantemente nos hacía quedar mal con los clientes. A pesar de ello, el negocio creció, se desarrolló, exportó a Centroamérica y subsistió durante 22 años, hasta que cambiamos el enfoque del negocio”, dice Centeno.
De esa forma, la fábrica equipó muchos nosocomios. “La mayor parte de los hospitales que se hicieron en Guatemala
entre los años noventa y ochenta fueron equipados con mobiliario de Casa Médica”, recuerda Centeno, a la vez comenta que fue bueno cambiar de enfoque, porque el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social lleva 14 años sin inaugurar un hospital y los existentes no cuentan con capacidad para invertir. Por ejemplo, “el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social posee un déficit de 2 mil camas, por lo que si nos dedicáramos a vender equipo para hospitales estaríamos en problemas”, explica Centeno.
A lo largo de su existencia, Casa Médica ha sorteado muchas dificultades. “Nos tocó vivir la época de la guerra interna, la devaluación de la moneda, y la inseguridad y la corrupción, que siguen de moda. Sin embargo, uno debe pensar que la vida tiene sus dificultades, y que si no las quiere, no puede vivir”, puntualiza Centeno.
Casa Médica abrió sus puertas al público en 1965 en la zona 1 capitalina. Hoy cuenta con 8 salas de venta en Guatemala, Quetzaltenango
y Villa Nueva.
Hoy en día, comercializan producto cien por ciento importado y de vanguardia, con lo que han sabido responder
a las distintas necesidades. “Mi papá fue el primero en traer las jeringas descartables. Antes eran de vidrio, por eso cuando él tomó la decisión de traer plásticas, lo llamaron de los hospitales del país para decirle que estaba loco, que cómo pretendía usar una jeringa una sola vez y tirarla. Así sucedió con las sondas y los guantes, porque antes los lavaban, los esterilizaban, les ponían talco y los volvían a usar”, cuenta el ingeniero.
Casa Médica también fue pionera en importar marcapasos, gastroscopios, válvulas para el corazón y todos los implementos para hacer cirugía cardíaca. Fueron los socios estratégicos de Unicar cuando comenzaron. También fueron pioneros en las prótesis para rehabilitación. Pero, más adelante, ampliaron los servicios para un nuevo grupo objetivo, que son las personas en general que necesitan cuidados para el enfermo en casa o para personas con padecimientos crónicos, como la diabetes o las enfermedades vasculares.
“Las personas necesitan mantener la salud a pesar de los inconvenientes. Por ello, lanzamos una campaña que reza “que nada te detenga”, eso significa, por ejemplo, que si alguien no puede movilizarse por sí mismo, se le provea una silla de ruedas que lo lleve por el mundo; si es diabético, que mediante nuestros productos no se limite en comer unos panqueques o unos chocolates. La vida nos ha enseñado a evitar lo que nos hace daño, pero no hay que evitar lo que nos hace feliz”, razona Centeno.
La clave del éxito para Casa Médica ha sido enfocarse en la salud y en mejorar la calidad de vida para todos. Por esa razón, el target dejó de ser el gremio médico y se amplió al público en general. De hecho, existen grupos de usuarios que se relacionan porque comparten los mismos padecimientos, y en Casa Médica encuentran apoyo, desde lectura relacionada con el tema hasta descuentos en productos específicos para su enfermedad.
En la actualidad, la variedad que comercializa Casa Médica es muy amplia desde glucómetros hasta aparatos sofisticados. Para el uso adecuado de estos aparatos cuentan con un salón de capacitación y con personal especializado, que incluso acompaña las cirugías que se practican en los hospitales como parte de la garantía del buen uso.
Años de esfuerzo, trabajo y dedicación han permitido que la pequeña tienda de 40 metros, en donde funcionaban los departamentos ventas, bodega y contabilidad, se convirtiera en una empresa que posee 8 salas de venta, un call center propio para el servicio a domicilio y una bodega de 3,500 metros cuadrados. Las tiendas se ubican en Quetzaltenango, Villa Nueva y la capital. En Facebook cuentan con 90 mil seguidores, lo que sin duda alguna refleja crecimiento y consolidación.
Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.com.gt