El sistema de salud en Guatemala es inoperante. Sobre todo el público, encargado de atender al 70 por ciento de la población. Los acontecimientos políticos de 2015, que llevaron a la cárcel a la binomio presidencial, a otro buen número de sus funcionarios y a varios empresarios, todos involucrados en casos de corrupción, desnudaron la cruda realidad del país y, en ella, la del sector salud.
Las condiciones son difíciles, pues aunque cada año se le asignan más recursos a la cartera de Salud Pública, la cifra nunca ha sido capaz de darles a las autoridades de ese ministerio un margen de maniobra suficiente que brinde un respiro de operatividad al sistema.
El desabastecimiento de medicinas y la visible falta de capacidad para atender a la población demandante de servicios de salud, llevó a Revista GERENCIA a incluir en sus páginas una cobertura sobre este tema. La conclusión, si es que de verdad se quieren cambios, fue que debe encaminarse este sector público a la eliminación del principio
de gratuidad total. De lo contrario, es inviable la sostenibilidad de la red de atención en salud pública, integrada por clínicas periféricas, puestos de salud, centros de salud, hospitales departamentales y hospitales nacionales.
Nicholas Virzi y Carlos Vásquez, encargados del desarrollo de este tema, plantean en su artículo que la pobreza del país es en buena medida una de las causas que hacen ineficiente al sistema, pues hace carente de recursos al Estado para generar una atención de mayor calidad, mientras que la mayoría de la población pobre, recurre a estos
servicios por ser gratuitos.
El planteamiento, entonces, giró en torno a la necesaria consideración de reestructurar el sector salud pública. Se sugiere transitar de un estado de gratuidad a uno de subsidiariedad, al estilo de los sistemas de salud de países desarrollados como Alemania o Estados Unidos.
En ese sentido, el Ministerio de Salud Pública se convertiría en un administrador del sistema y subsidiario de aquellos con ingresos insuficientes para la contratación de seguros sociales, más ya no en un prestador de servicios. Ello, según los responsables del artículo, les daría a los pobres mayor posibilidad de acceder a servicios de salud
privados de calidad y a bajos costos.
Por supuesto que, llegar a este punto no será cosa fácil. Los trabajos de una reforma en el sistema de salud pública siguen siendo materia pediente. Aunque si se comienzan a tejer los entramados de un proyecto de desarrollo en esta línea, es posible que el tiempo para vivir con él pueda ser menor que dejar pasar el tiempo sin hacer nada.