Trump y el mundo
Muchas de sus acciones son de corte doméstico, pero de alto impacto en el entorno, en un sigle XXI en el que todos somos vecinos.
Para intentar interpretar al flamante Presidente de Estados Unidos, es preciso prestar atención a la máxima orteguiana de “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Desde el 20 de enero de 2017, Donald Trump es el 45 presidente de Estados Unidos.
Mister Trump heredó una fortuna que perdió y posteriormente recuperó, gracias a exenciones fiscales y otras prerrogativas producto de amistad, lobby y ventajas conferidas desde la administración pública. Además, el Presidente ha sido (y lo es) una persona particularmente mediática, especialmente en aquel programa en el que hacía de “jefe duro” y transmitía una fuerte imagen de inaccesibilidad.
Finalmente, para acortar el CV, es preciso recordar su paso por la dirección del concurso Miss Universo y el particular manejo, cuando no escándalos, en el mismo. En resumen, el señor Trump es un nacionalista con dosis populista y netamente mercantilista -además de tuitero-, más cerca de la forma de operar de Slim que de Bill Gates. Dicho lo anterior, que es necesario, se puede ahora visualizar escenarios de actuación a futuro.
En el ámbito internacional cuestionará -como ya lo ha hecho- la contribución del 28% del presupuesto de Naciones Unidas que hace Estados Unidos, frente al segundo país, Japón con 12,5% o Gran Bretaña con 8%, el resto de países aportan cifras irrisorias en comparación con el gigante norteamericano.
Desde una perspectiva nacional-mercantilista no se comprende como naciones que apenas pagan sus propios gastos en la ONU, cuenten con voto de igual valor y en idénticas condiciones a Estados Unidos. Tampoco parece que esa visión le haga comprender -y hay que darle su parte de razón- que únicamente tres países de los 28 que integran la OTAN inviertan en Defensa el 2% o más de su PIB, algo que fue aprobado en la Cumbre de Gales en 2015.
Por ahora, Estonia llega al 2% y Reino Unido y Estados Unidos pasan ese porcentaje. El resto, hace un reducido esfuerzo y “sobreviven” con esos aportes, aunque la seguridad es fundamentalmente para la Europa unida. Difícil, igualmente, justificar la política económica china, sobre todo cuando en aquel país asiático no se observan los derechos humanos ni hay democracia y, consecuentemente, los costos de producción son mucho más bajos, y los productos llegan a Estados Unidos a precios con los que no se puede competir por las exigencias que imponen las normas internacionales y los modelos democráticos modernos.
Finalmente, su fervor nacionalista le hace difícil interpretar por qué Putin tiene más incidencia y protagonismo que su antecesor Obama en el ámbito de las relaciones internacionales, a pesar de que Estados Unidos ha sufrido el desgate de conflictos como Irak, Afganistán, Siria y otros, y puesto muertos y dinero.
De esa cuenta, el nuevo Presidente pretende, o tiene las ideas claras al respecto, cambiar la política en relación a lo citado, además de otras cuestiones. La subvención a empresas norteamericanas para que regresen al país, la no subsidiaridad a las que permanezcan fuera (de ahí el pleito con General Motors que recibió en 2008 alrededor de $17,400 millones y se fue a México) o las barreras arancelarias, sean propuestas que se debaten en la Casa Blanca desde hace un par de semanas.
Si el presidente Trump protege el mercado nacional norteamericano, puede esperarse un período de inflación en el corto plazo y una subida del tipo de interés de los préstamos, lo que repercutiría en exportaciones-importaciones y en el mantenimiento del tipo de cambio del quetzal. Respecto a la emigración, ya ha intentado tomar medidas limitadoras, de momento paralizadas por la justicia, no sin el cese inmediato de la fiscal general adjunta por no impulsar la orden ejecutiva.
Si el presidente Trump protege el mercado nacional norteamericano, puede esperarse un período de inflación y una subida del tipo de interés de los préstamos.
Muchas de esas acciones son de corte doméstico, pero con alto impacto en el entorno, en un siglo XXI en el que todos somos vecinos ¿Qué llegará a Guatemala? Posiblemente no mucho de forma directa. Lo que si pudiera suceder en el corto plazo es que personajes del Departamento de Estado dejen de fotografiarse con jueces, fiscales o activistas locales que hacen lobby y hasta reciben instrucciones del norte.
La ayuda -humana y económica- seguramente continuará, aunque no es de descartar que las condiciones se endurezcan, especialmente las relacionadas con el control de fronteras, identificación de visitantes, narcotráfico y crimen organizado. Recordemos que esas, además del lavado de dinero, son las principales amenazas en el norte y todo lo que suene a terrorismo activa las alarmas que pueden generar pánico o pavor y ser traducidas en órdenes políticas.
¿Qué ocurrirá con todo eso o con lo que ni siquiera ha dicho? Habrá que contar con sus “compañeros” de partido en la Cámara de Representantes y en el Senado -ambas con mayoría republicana-, y ver que lo dejan hacer. La experiencia dice que, tal y como le ocurrió al señor Obama en su primer período presidencial, a pesar de contar con mayoría del partido que sustenta al gobernante, no todos los congresistas o senadores votan igual, ya que se deben a ellos mismos y a sus electorados.
«A pesar de contar con mayoría del partido que sustenta al gobernante, no todos los congresistas o senadores votan igual…»
Por tanto, no es lo que el Presidente diga que hay que hacer, sino lo que en consenso se considere, y para eso el establishment cuenta mucho y debe, necesariamente, alienarse con los deseos del señor Trump. Casi seguro, aunque quizá sea mucho predecir, nos llegará la ola del precio del dólar, con el consecuente impacto en la economía, aunque eso puede ser en 2019-2020, tiempo de otro gobierno nacional que tome medidas al respecto.
En todo caso, el revulsivo que ha supuesto la llegada de Trump al poder es un incitador para el análisis y el debate de propuestas y cuestiones políticamente incorrectas que era preciso abordar y que de otra forma no habríamos hecho en muchos años por estar en esa cómoda zona de confort.
Pedro Trujillo
Consejo Editorial
Revista GERENCIA
www.miradorprensa.blogspot.com