Chips incrustados en humanos

Hacer la vida más fácil podría ser aprovechado para obtener datos e invadir la privacidad

En febrero de 2006, la empresa de videovigilancia City Watcher, Inc., de Cincinati, Ohio, fue la primera compañía en el mundo en implantar microchips a sus colaboradores, como sistema de entrada y seguridad a su edificio. Este fue el primer paso para una amplia discusión en cuanto a la utilización de dispositivos incrustados en las personas para el uso laboral.

Aunque la incrustación de chips pareciera un tema futurista, gracias a los avances de la tecnología se ha colocado de nuevo en la palestra de discusión el uso de dispositivos en humanos.

Luis R. Furlán, director del Centro de Estudios en Informática Aplicada de la Universidad del Valle de Guatemala, explica que la implantación de dispositivos en el cuerpo humano se realiza desde hace muchos años.  «Un claro ejemplo son los marcapasos para ayudar a regularizar el ritmo del corazón.  Lo que pasa es que la tecnología se miniaturiza y se diseñan dispositivos que quepan completamente en un circuito integrado o chip. No me cabe la menor duda que la práctica de insertarlos en el cuerpo humano irá en aumento”, expresa Furlán.

Por otro lado, expertos como Camilo Gutiérrez, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica, explican que el hecho de tener un chip implantado con datos personales, de pago o algún otro tipo de información similar, es un paso en la interconectividad. “Hay que tener en cuenta que esta tecnología es solamente una rama del Internet de la Cosas (IoT, por sus siglas en inglés): la domótica, los wearables, automóviles autónomos, entre otras tecnologías, seguramente tendrán un desarrollo más acelerado”, expresa Gutiérrez.

Mientras Vanessa Granados, catedrática de Bioética UVG, considera que la tecnología debe estar al servicio de los seres humanos y no al revés. “El IoT es enorme y muy lucrativo, ya que permite usar datos para personalizar campañas publicitarias y políticas. Lo más importantes es considerar la vulnerabilidad en la seguridad de los seres humanos y de la vida en sociedad”.

En tanto, Javier Gramajo López, ingeniero informático con especialidad en Inteligencia Artificial/Gestión del conocimiento, indica que antes de llegar a la implantación en seres humanos se verán procesos de conexión con más dispositivos alrededor de nosotros, como el surgimiento de ciudades inteligentes que reaccionan de manera inteligente a los distintos cambios en base a la interacción con las personas o grupo de ellas.

Pros y contras

Gramajo, quien también es profesor e investigador en Universitat Rovira Virgili Tarragona, Catalunya, indica que los casos más conocidos de implantación son los utilizados en las personas privadas de libertad, ya sea por el sistema de justicia o por retención contra su voluntad, en donde se puede identificar y localizar a sus portadores. También se puede acceder en cuestión de segundos a la geolocalización y rescate de cualquier persona en siniestros o derrumbes. Entre los beneficios que considera Gramajo en el uso de chips incrustados es la obtención de datos y patrones de comportamiento sociales y desplazamiento. “Esto permitiría hacer un diseño más eficiente de las ciudades”, indica el consultor tecnológico.

Por su lado, Luis Furlán, director del Centro de Estudios en Informática Aplicada, afirma que existen casos de implantación de chips para ayudar a personas con cierto tipo de ceguera (retinitis pigmentosa). “El chip se implanta cerca de la retina. La imagen se toma con una cámara montada en anteojos, se transmite al chip implantado y este lo convierte a pulsos que son transmitidos al cerebro por electrodos también implantados cerca de la retina”. Otra aplicación que está aún en estudio, según indica Furlán, es la implantación de chips para ayudar a pacientes que tienen Alzheimer o han sufrido derrames cerebrales y que han perdido la memoria de largo plazo. “Este chip emulará el funcionamiento de las neuronas como cuando funciona bien la memoria”.

Furlán indica que existen investigaciones que parecen indicar que el área del tejido que bordea el chip puede ser más propensa a desarrollar cáncer. “En definitiva, es necesario hacer estudios más grandes para determinar esto. Por supuesto, una de las amenazas mayores es la de invasión de la privacidad. Si un humano lleva un chip, podría ser posible seguirle la pista por donde quiera que vaya”, añade.

Sin embargo, también podría existir cierta vulnerabilidad en el tema de seguridad informática. Según Gramajo, cualquier tecnología que se implementa es vulnerable al uso y acceso indebidos. Coincide Gutiérrez, de ESET Latinoamérica, al agregar que las principales vulnerabilidades podrían estar en la protección de la información almacenada; es decir su confidencialidad, y en la posibilidad que la información pueda ser alterada, eso es su integridad.

Uso laboral

Se pensaría: si se instala un GPS a un camión para el control de la flota. ¿Por qué no a un empleado? Ante ello, Gramajo indica que un ser humano no es un objeto de uso, es un ser que está sujeto a derechos y libertades individuales, por lo tanto, jamás puede existir una comparación. “Si un colaborador necesita ser localizado se le puede entregar una tarjeta, un dispositivo que cumpla con esa función, pero no más allá de los límites legales correspondientes.

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Mientras Gutiérrez, de ESET Latinoamérica, expresa que un chip podría ser una alternativa como mecanismo de autenticación, para reemplazar mecanismos como las tarjetas RFID (identificación por radio frecuencia) o los lectores de huellas dactilares.

Legislación

“Mientras no exista una legislación adecuada no recomendaría la implantación de un chip, ya que es un proceso invasivo de la privacidad a la que todo individuo tiene derecho”, indica Gramajo.

Vanessa Granados, catedrática de Bioética de la UVG, indica que bajo la observación de cómo están nuestros índices de respeto por los derechos humanos y el respeto al código de trabajo, la multiculturalidad o las cuestiones de género, todavía no estamos listos para entrar de lleno en Guatemala al uso de chips en los trabajadores.

El director del Centro de Estudios en Informática Aplicada piensa que, en algún momento, al cumplir los 18 años se le entrega al nuevo ciudadano su DPI y un chip que debe implantarse. “Este chip podría servir para realizar el censo de población, migraciones de población, y muchas otras aplicaciones que parecerían ser de beneficio para el país, y llevarse a cabo automáticamente”, finaliza Furlán.

Alejandro García
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt

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