Contagio o encierro: un mal dilema
En medio de un alza en el número de enfermos, la cuarentena para impedir la expansión del Covid-19 causa otros problemas que se verán en el largo plazo
Cuando finalizó en China la cuarentena por la enfermedad del SARS en 2003, la mayoría de los ingresos en hospitales fueron diagnosticados como trastorno de estrés agudo o estrés postraumático.
En efecto, un encierro obligado conlleva a problemas sicológicos de distintos niveles, pero generalizados, para todos aquellos afectados por la medida. En todo caso, expertos advierten de que el encierro voluntario genera muchos menos problemas emocionales.
Agotamiento físico e intelectual, desapego de los demás, ansiedad, irritabilidad, insomnio, poca concentración, indecisión o deterioro del desempeño son algunos de los síntomas que suelen presentarse al fin de un período de encierro forzado, en el cual, la pérdida de libertad es el factor más relevante, señalan numerosos estudios del efecto del encierro por la pandemia de covid-19 que comenzó en el primer trimestre de 2020.
Algunos de los factores que más estresan:
– Duración de la cuarentena
– Miedo a la infección
– Aislamiento
– Aburrimiento
– Sentimiento de frustración
– Falta de suministros
– Información inadecuada, por incorrecta o sobreabundante
– Finanzas
– El estigma de la enfermedad
De acuerdo con expertos, la cuarentena debe ser lo más reducida posible, debe haber una buena comunicación entre autoridades y afectado y un óptimo y permanente suministro de bienes materiales indispensables para la supervivencia. También se sugiere la implantación de medidas paliativas, particularmente en el ámbito laboral, entre las que destacan garantía de ingresos, empleo y rebajas de costos financieros.
Es bueno contemplar cuatro áreas de actividad que permitan combatir los efectos nocivos del confinamiento obligatorio a que nos hemos visto sometidos desde hace más de tres meses:
– Productivas: de trabajo o académicas
– Ocio: aquellas que fortalezcan el espíritu, como leer, escuchar música, etc.
– Físico: hacer algún ejercicio cotidiano
– Social: relacionarse más con la familia o amigos
La pérdida financiera desarrolla
problemas mentales
y de ansiedad
durante muchos meses después
del fin del encierro
Aunque el confinamiento ayuda a combatir la pandemia, también pone en riesgo la salud mental de los ciudadanos, recuerda Victoria Nadal en un artículo publicado el 3 de abril pasado en El País de España.
La intensidad de los síntomas aumenta en las epidemias en las que la cuarentena es más larga, si los ciudadanos temen infectarse, se sienten frustrados, se aburren, si les faltan suministros o si temen pérdidas económicas, señala un estudio de la revista Lancet citado por Nadal y que investiga las consecuencias de pasadas cuarentenas en diversos países del mundo.
El documento hace énfasis en que, la pérdida financiera derivada de la cuarentena conlleva problemas graves que pueden resultar muy duraderos y conduce a desarrollar problemas mentales y de ansiedad durante muchos meses después del fin del encierro.
El Universal de México, 3 de abril 2020
El sobrepeso, la ansiedad o estreñimiento son algunos riesgos en la salud nutricional durante la cuarentena, debido al estrés e inseguridad que podemos sentir ante esta crisis sanitaria mundial.
Andrea Aleaga, docente de gastronomía de la Universidad de Las Américas Ecuador, explica en un análisis publicado el 3 de abril pasado, en el matutino mexicano El Universal, que esto se debe a la cultura, ingresos económicos, disponibilidad y acceso existente para realizar las compras durante la cuarentena.
El caso local
Paradójicamente, se requiere distanciamiento social para prevenir la infección, pero la soledad también puede enfermarnos, afirmó la doctora Carolina Arévalo, directora de Investigación de la Universidad de San Pablo, en una edición digital de esa casa de estudios.
Las consecuencias en la salud mental del encierro, la pérdida de la rutina habitual y la reducción del contacto social y físico con los demás pueden activar nuestra función de lucha o huida, causando inflamación crónica y reduciendo la capacidad del cuerpo para defenderse de los patógenos, señala la profesional.
Además, añade que los sentimientos de aislamiento y soledad pueden aumentar la probabilidad de depresión y elevar la presión arterial con los consecuentes riesgos de enfermedad cardíaca.
“Los seres humanos cuentan con recursos propios psicológicos que pueden ayudar a enfrentar las situaciones estresantes que puedan ocurrir en la vida. De esto vamos a salir, solo es un tiempo el que debemos permanecer aislados de la escuela, los trabajos, los amigos, la familia, entonces hagamos actividades productivas”, enfatizó el doctor Enrique Mendoza, director del Hospital de Salud Mental del IGSS, en una reciente entrevista al vespertino La Hora. Además, destacó que no deben tomarse decisiones importantes en medio de la crisis, que pueden afectar la vida de las personas.
Antonio Girón
Colaborador
Revista GERENCIA
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