Educación y tecnología en tiempos del Covid-19
Los modelos sistémicos de enseñanza que utilicen tecnología pueden ser catalizadores del cambio y las herramientas que cierren la brecha educativa en nuestro país
Uno de los sectores más afectados por la pandemia del COVID-19 ha sido la educación. La interrupción de clases presenciales afectó a niños y jóvenes de todas las edades. De acuerdo a cifras de UNICEF, más de 1 mil 200 millones (90%) de niños y jóvenes alrededor del mundo se vieron afectados por el cierre de las entidades educativas y se están quedando rezagados. De estos, 166 millones han sido impactados en América Latina. Esto ha sucedido en los sistemas públicos y privados, en todos los niveles educativos, desde la preprimaria hasta los estudios universitarios.
Pese a ello, el uso de nuevas tecnologías ha permitido a algunas instituciones educativas cambiar el modelo de entrega de la educación a través del e-learning y las plataformas de contenidos, seguimiento educativo y videoconferencias. Lo que ha requerido de gran adaptación, ya que inclusive los colegios que ya utilizaban estas plataformas virtuales lo hacían como complemento de la educación presencial. Fue así como el uso de la tecnología y las telecomunicaciones permitió que algunos niños y jóvenes continuaran con el aprendizaje de forma virtual, a tiempo completo.
La crisis generada por el Covid-19 ha tenido una serie de efectos negativos multisectoriales y multidimensionales, pero también han dado un espacio de aprendizaje para identificar ventanas de oportunidad para transformarnos y evolucionar. Una de ellas la encontramos en el uso de la tecnología para la educación. Y es que, se ha demostrado que los países que han logrado contener el impacto de la crisis son aquellos que tuvieron esta visión desde hacía muchos años, e hicieron la apuesta por una educación que utiliza nuevas tecnologías y que pone al estudiante al centro del proceso de aprendizaje, en donde, además, toman en cuenta sus intereses, ritmos, fortalezas y entorno.
Estas herramientas están modificando la forma en que aprendemos, qué aprendemos y en qué momento. Ante el reto, miles de maestros a todo nivel educativo han realizado un gran esfuerzo para adaptarse. Algunos trasladaron el aula a una pantalla de Zoom, Teams, Meets o Blackboard. Otros han utilizado un sinfín de aplicaciones que transmiten contenidos y que son de uso interactivo, funcionales para distintas materias o el desarrollo de competencias. Con ello, muchos lograron darse cuenta de que la educación virtual no es solo trasladar contenidos en ciertos plazos, sino que se trata de un cambio en la entrega de los servicios de educación que abre puertas a oportunidades y retos de transformación de tiempo, sincronización y presencia. Ahora podemos afirmar que, el uso de la tecnología durante la pandemia ha sido preponderante y ha roto los esquemas de la educación presencial.
América Latina, una región rezagada en términos de educación
Los países que mejor enfrentaron la pandemia en términos educativos son los que ya habían adoptado la tecnología como parte de su sistema, así como a las nuevas pedagogías de aprendizaje profundo. Entre ellos, Uruguay, México, Colombia y Chile.
Según un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Educativas de la Universidad del Valle de Guatemala, únicamente el 23% de docentes guatemaltecos están utilizando herramientas tecnológicas para continuar sus clases y asignaciones. Esto hace difícil enfrentar la actual crisis de salud, que a la vez es económica, educativa y de otras dimensiones.
La educación virtual no es solo trasladar contenidos en ciertos plazos, se trata de un cambio en la entrega de los servicios de educación
Aun así, muchas instituciones educativas y docentes han logrado mantener los servicios educativos. El ritmo, el rol del maestro, la personalización, la autonomía, la automatización, la flexibilidad y la participación familiar son variables que transforman los métodos tradicionales.
Fuera del contexto de la pandemia, en un mundo en el que la información está al alcance de todos, hay nuevas competencias que deben desarrollar los jóvenes para su éxito integral. Entre ellas, la creatividad e innovación, el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración, la alfabetización digital y la ciudadanía. En un país que necesita mejorar su calidad educativa profundamente, la tecnología puede ser un habilitador y un disruptor que catalice el proceso educativo. Además, la tecnología y el internet tienen un atractivo especial para los jóvenes, que los engancha y con lo que pueden lograr que aprender sea más divertido, lo que juega a favor de reducir la deserción escolar.
Sin embargo, la tecnología per se, no es un fin. El objetivo es el desarrollo de las competencias que deben desarrollar los jóvenes para ser competitivos y exitosos en la vida y que la calidad de la educación se eleve a un estándar de alto nivel. La tecnología deber ser tratada como un facilitador, habilitador o catalizador. No es el destino sino el vehículo.
Desarrollar modelos sistémicos que utilicen la tecnología, en pedagogías adaptadas a la nueva realidad y que pongan al estudiante en un entorno de aprendizaje efectivo, pueden ser los catalizadores del cambio y las herramientas que cierren la brecha educativa de nuestro país.
Para ello, se necesita adaptabilidad y flexibilidad en un nuevo juego de roles, en el que el aprendizaje basado en nuevas tecnologías permita que quien lleve el ritmo sea el estudiante, mientras que el maestro asume el rol de facilitador y la familia o comunidad el del entorno habilitante. La información no será el fin del aprendizaje sino las competencias y habilidades para el éxito de las próximas generaciones.
Jorge Eskenasy Sánchez-Latour
CEO COMNET Telecom
Presidente FUVG
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