Eran las tres de la mañana con un minuto, cuando los guatemaltecos fueron despertados de forma violenta por un fuerte sismo de 7.5 grados en la escala de Richter. Más de 23 mil perecieron, 258 mil casas fueron destruidas, hubo 77 mil heridos y cerca de 1.2 millones de personas quedaron sin hogar. Esos fueron los daños que dejó a su paso el Terremoto que azotó a Guatemala aquel 4 de febrero de 1976, en tan solo 35 segundos. El presidente en funciones era el general Kjell Eugenio Laugerud García.
Con el apoyo del Centro de Información Económica, GERENCIA presentó un informe sobre los pormenores de la tragedia, los sectores económicos que se vieron más afectados, así como las estadísticas de las secuelas inmediatas que repercutieron en las relaciones afectivas familiares, como la orfandad, la viudez o la invalidez.
Así también, la revista presentó un nuevo horizonte para la recuperación del país, que sugería redoblar esfuerzos de inversión en el sector público, pero encaminados a apoyar las construcciones del sector privado y a rehabilitar la infraestructura pública dañada.
Ambos sectores debían trabajar en la política económica, para evitar el estrangulamiento del sector externo por la importación de grandes bienes y servicios para la reconstrucción del país.
Con el tiempo, aún quedan secuelas. Antes del Terremoto, en 1975, había un déficit aproximado de 65 mil viviendas. Sin embargo, este suceso elevó la cifra a más de cien mil unidades. Hoy en día, según datos de 2016, aún hay un déficit de casi 1 millón 700 mil viviendas.
En fecha reciente, se han registrado tres terremotos en el occidente del país. Uno en noviembre de 2012, el que dejó medio centenar de muertes. Otro, en julio de 2014, que sacudió a 12 departamentos, y finalmente, uno más el pasado 7 de septiembre de 2017.