Factura electrónica, una realidad que transparenta y agiliza la recaudación
La facturación electrónica es un hecho. Pero será hasta 2020 cuando las autoridades esperan que todo mundo se monte en este tren que acelerará los procesos comerciales, pero también otorgará mayores niveles de transparencia
La tributación es un sistema basado en el cobro de impuestos para facilitar recursos a un Estado y así tener la capacidad de satisfacer las necesidades colectivas de sus habitantes. Facilitar servicios de salud, educación, seguridad e infraestructura, por ejemplo, son obligaciones de todo Estado, pero para ello se requiere dinero. Ese dinero sale de las tributaciones, ese cobro de impuestos que se establece según las características de cada sociedad y de cada uno de sus habitantes. No se trata de nada novedoso, más bien de la aplicación de sistemas tan antiguos como la misma democracia. Y es que, ningún gobierno puede salir avante sin los recursos que generan los tributos.
Está demostrado que, entre más bajos y fáciles de pagar son, los impuestos son más productivos en términos de su recaudación, una actividad en la que Guatemala no es muy eficiente si se toma en cuenta que su tasa de carga, que alcanza el 10%, es de las más bajas de la región latinoamericana donde la media anda alrededor del 15%.
Para mejorar estos niveles recaudatorios, a principios de la última década del siglo pasado se creó la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), que sustituyó a la Dirección General de Rentas Internas y que mal que bien ha significado un avance importante en este tema. Sin embargo, con todo lo que se ha hecho, no ha sido posible cumplir con las metas de recaudación establecidas, no solo por las autoridades locales sino también por organismos internacionales de crédito que ven con preocupación cómo evoluciona de lento la carga tributaria del país.
Se supone que para el año 2000, con el inicio del nuevo siglo, el compromiso de Guatemala con el mundo era el de llevar su carga tributaria a niveles del 12% sobre el Producto Interno Bruto (PIB). Diecinueve años han pasado desde entonces y con suerte se ha llegado al 10%. Las reformas tributarias han ido y venido, sin que haya éxito. Por eso, es por lo que las autoridades de la SAT les apuestan a otras medidas que, con mayor agilidad y sin la necesidad de tener que recurrir a un Congreso politizado y corrupto, faciliten avanzar en el camino de elevar la recaudación de impuestos.
La factura electrónica es una de ellas y tiene como propósito, además de facilitar la emisión del documento, incrementar la transparencia de los procesos de compraventa, así como el almacenamiento virtual en cantidades impensables, sin el uso físico de extensas instalaciones.
La factura electrónica es un documento tributario emitido de forma segura y con autorización en línea, de acuerdo con las disposiciones legales del país, dice Oswaldo David Beltrán Alfaro, jefe del Departamento de Recaudación de la SAT. De acuerdo con Beltrán, este régimen pone a disposición del contribuyente un modelo que facilita el comercio, pero sobre todo reduce tiempos y da transparencia en las operaciones.
Con este sistema, la SAT tiene una herramienta eficaz para seguir la ruta de los productos que ingresan al territorio nacional para ser comercializados, pero también de los productos y servicios locales que son sujetos de acciones de compraventa.
La factura electrónica facilita la emisión del documento
e incrementa los procesos de compraventa
Incluso tiene un fin ambiental, pues reduce el uso del papel, ya que se evita cada día más la emisión de facturas físicas. Hoy día, muchos comercios ya solo envían facturas en documentos electrónicos vía email. Y aquellos que aún utilizan papel, es de hacer notar que los tamaños se han reducido sustancialmente, dando lugar a un ahorro en el uso de este tipo de material, lo que redunda en acciones de protección de los recursos naturales.
Para emitir facturas electrónicas un contribuyente debe tener acceso a la agencia virtual de la SAT, estar al día en la declaración de sus impuestos, contar con al menos un establecimiento activo, estar inscrito y actualizado en el Registro Tributario Unitario (RTU) como contribuyente y estar afiliado al Impuesto al Valor Agregado (IVA) o bien al régimen de Pequeño Contribuyente.
Pero no solo los contribuyentes individuales se ven beneficiados. Los comercios en general reciben múltiples beneficios directos e indirectos de este sistema. Por ejemplo, los procesos de verificación y cruce de información para dar lugar a la devolución del crédito fiscal suelen ser menos complicados.
Sin duda alguna, Guatemala representa la vanguardia de este modelo en la región centroamericana y está entre los países más avanzados en su implementación a nivel latinoamericano, dice Ricardo Carrillo, director general de Guatefacturas, la principal empresa proveedora de servicios empresariales para la emisión de estos documentos, pero también para su almacenamiento digital.
Hace 12 años, el entonces directorio de la SAT emitió el primer acuerdo para la autorización y uso de facturas electrónicas, bajo el registro de Acuerdo de Directorio Número 024-2007. Con el correr del tiempo se han hecho modificaciones al instrumento legal, tres en total. La última a través del Acuerdo de Directorio Número 13-2018, del 12 de abril de ese año.
Según sus especificaciones, el acuerdo establece la desaparición de la emisión de facturas en papel y asigna un único número propio a cada factura, con una identificación de 32 caracteres (hexadecimal). Cada factura, ahora, tiene su propia serie y resolución únicas, requiriendo 2 firmas criptográficas para cada una.
En el caso de la firma electrónica de Guatefacturas, hablamos de una firma avanzada (HSM) y las empresas para poder emitir su firma electrónica, necesitan emitir un XML por cada factura. Las firmas electrónicas no deben mostrarse ni imprimirse en las facturas y se hace necesario que Guatefacturas envíe a la SAT, en no más de 4 horas, cada DTE firmado.
Alguien podría preguntarse, qué sucede si hay una caída en el sistema de internet, como suele pasar con cierta regularidad en el país. Pues la verdad, nada. El sistema está diseñado de tal forma que facilita a las empresas la posibilidad de emitir las facturas sin su número ni resolución, pero sí con un número de acceso aleatorio de referencia de 9 dígitos, considerados para una contingencia.
Carrillo dice que, el sistema está diseñado para generar una transparencia tal en los procesos de compraventa que desaparece las facturas en blanco, ya que ahora solo se podrán emitir facturas con NIT y nombre, o bien para Consumidor Final (CF), pero no sin esos datos impresos. Esta será una ventaja para los controles de la SAT, por cuanto las facturas en blanco se venían convirtiendo en una fuente de corrupción, ya que varios contribuyentes podían declarar la misma factura.
De acuerdo con Carrillo, es muy probable que algunos contribuyentes se muestren inconformes con el nuevo sistema, habida cuenta que las programaciones son un tanto más complicadas que las anteriores. Sin embargo, esta característica las hace mucho más seguras, tanto para el contribuyente como para el ente recaudador.
El primer país en avanzar en el tema de las facturas
electrónicas fue Chile, luego Argentina, Brasil y México
La meta es llegar a 2021 con el uso exclusivo de emisión de facturas electrónicas. Ello facilitará el trabajo de fiscalización de la SAT, pues podrá, según Carrillo, tener un mejor control de las transacciones que se efectúan diariamente en el país.
En este momento, si se quieren efectuar auditorías de los establecimientos, el trabajo es sumamente duro y complicado. En Guatefacturas se tienen cálculos de que solo a nivel de supermercados, uno de los más grandes emite entre 5 y 9 millones de facturas al mes. Y si hablamos de un restaurante de los grandes, podemos pensar en entre 2 y 3 millones de facturas al mes. Imaginemos esa cantidad de documentos en físico y tener que revisarlos si se quiere fiscalizar a esas empresas. No solo la paciencia de revisión sino el tiempo que lleva.
Con el nuevo sistema, en cambio, asegura Carrillo, estos procesos son más inmediatos. Basta con ingresar al sistema y pedir la información que se requiera de cualquier comercio o contribuyente para que, en cuestión de segundos, se tenga un reporte electrónico de sus transacciones y todas certificadas en línea cada vez que se ha hecho la operación de compraventa.
En Latinoamérica, el primero en avanzar en el tema de las facturas electrónicas fue Chile, luego Argentina, después Brasil y de allí vino México. Guatemala va por buen camino. La idea es ir generando que todo mundo esté registrado electrónicamente, pues ahora se está exigiendo a los contribuyentes, pero también se les pide que ellos motiven a sus proveedores a registrarse.
Ahora, por ejemplo, si alguien quiere tramitar su devolución de crédito fiscal, con este nuevo modelo puede hacerlo más rápido. Solo debe estar registrado y, por supuesto, tener registrados a todos sus proveedores, pues de esa forma la SAT podrá efectuar con mayor agilidad la revisión de sus operaciones comerciales y cruzar la información con sus proveedores para asegurarse de que la devolución es la correcta.
El sistema proveerá mayor transparencia y mayor certeza
a las proyecciones de la entidad gubernamental
Quien cree que es difícil obtener la información, está equivocado. Este nuevo sistema solo requiere de ingresar al esquema y solicitar la información.
Dato curioso e interesante resulta ser el contenido de la Ley para la Reactivación Económica del Café, en el Decreto 4-2019. Aunque pareciera que no tiene relación con la reglamentación de la devolución de crédito fiscal, en el fondo sí, pues en esta ley se establece legalmente la forma en que esta operación debe efectuarse.
Esta es una ventaja indiscutible de la Factura Electrónica en Línea (FEL) para los contribuyentes grandes, pues sin duda alguna allana en mucho el camino para lograr la devolución más ágil del crédito fiscal, un proceso tan polémico que, según la nueva legislación que se genera en el Acuerdo del Directorio de la SAT 13-2018, ahora es más clara y menos arbitraria.
La digitalización de la data, como le dicen los expertos en el tema a la información que se genera en las transacciones comerciales, es un paso adelante que, sin lugar a duda, da luces para un futuro más prometedor. La SAT podrá contar con más y mejor información, pero también más inmediata.
Se acabaron los tiempos de las facturas en blanco para que varios contribuyentes pudieran utilizarlas indiscriminadamente en sus declaraciones. Ahora, o se pide a nombre de alguien y con su número de NIT o simplemente se la extenderán como Consumidor Final (CF). Este sistema dará mayor transparencia, pero también mayor certeza a las proyecciones y cálculos reales de la entidad recaudadora, por lo que las variaciones bruscas de las declaraciones tributarias de los contribuyentes respecto de la realidad ahora serán menores.
Pero estos no son los únicos beneficios. Los contribuyentes también tendrán mayor certeza de que la SAT tendrá que ser más transparente y carecerá de excusas para efectuar proyecciones y cálculos mas apegados a la realidad.
El mundo de la recaudación tributaria está cambiando y lo bueno es que para bien. Solo hay que esperar que las cosas caminen como hasta ahora, pues los actores están confiados en que así será. La SAT y la mayor certificadora de facturas electrónicas del país, son un ejemplo de ese positivismo.
Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
Revista GERENCIA
cmoralesmonzon@yahoo.com