Hacia la transformación de la educación
“Necesitamos la tecnología en cada aula y en las manos de cada estudiante y de cada profesor, porque es el bolígrafo y el papel de nuestro tiempo y es la lente a través de la cual experimentamos gran parte de nuestro mundo”. David Warlick
La pandemia Covid-19 ha evidenciado la debilidad de muchas instituciones del Estado y además la mala calidad de los servicios públicos en Guatemala. La educación es un tema prioritario. Si se desea ser un país más competitivo, generar más y mejores empleos y desarrollar el país, debe transformarse el sistema educativo.
El país lleva cinco meses de haber cerrado las aulas, y los niños y jóvenes se supone deben estudiar desde casa. Para este cambio nadie estaba preparado. El reto es que los colegios y las escuelas públicas, todos regidos por el Ministerio de Educación (Mineduc) de un día para otro tuvieron que preparar metodologías para impartir educación “a distancia y/o en línea”. Difícilmente todos los niños y jóvenes tendrán educación presencial durante el resto del año, y hay muchas dudas si realmente están aprendiendo.
La educación pública previo a la crisis presentaba una serie de retos y posiblemente la situación actual puede ser el motor del cambio en el país. La cobertura era baja, la calidad deficiente y había poco uso de la tecnología. A pesar de que se implementó un nuevo currículo nacional base hace más de una década, la mayoría mantiene el modelo de enseñanza tradicional que no permite desarrollar muchas de las destrezas de este siglo. Aún se basa gran parte en el aprendizaje de memoria, la instrucción activa del docente y la recepción pasiva de conocimientos de los estudiantes. Se requiere de un sistema de aprendizaje para que los estudiantes se motiven a aprender y desarrollar las habilidades para tener éxito en esta época; sin embargo, esto requiere de mejorar sustancialmente la gestión pública.
Ante la pandemia muchos colegios y universidades han innovado, creado plataformas y contenidos para sus alumnos. Para el sector público se elaboraron guías de aprendizaje tanto para maestros y estudiantes que son repartidas con la alimentación escolar. También se cuenta con plataformas y programas en radio y televisión. Sin embargo, aunque varios padres de familia se han organizado para que sus hijos estudien desde casa, definitivamente no es la mayoría. Los niños, especialmente los menores de 10 años, en las áreas rurales difícilmente estén adquiriendo nuevos conocimientos académicos. La mayoría de los padres de familia trabajan y no pueden prestarles toda la atención. Adicionalmente, pocos tienen dispositivos y acceso a internet. Mientras que varios maestros están agotados, especialmente del sector privado, por el nuevo sistema, gran parte de ellos, en especial en el sector público no están impartiendo clases.
A continuación, se presenta un análisis de la situación de la educación previo a la pandemia, seguido de una propuesta para cambiar las modalidades de entrega de la educación. Es urgente un cambio radical para que los niños y jóvenes puedan gozar de más y mejor educación.
Poca cobertura y mala calidad
El sistema educativo de Guatemala presentaba bajos indicadores de cobertura, de eficiencia y de calidad, a pesar de que los recursos públicos al Mineduc han ido aumentando.
La tasa neta de cobertura aumentó entre 2012 y 2019 en 9% en preprimaria, 5% en básico y 2% en diversificado; pero se redujo 2% en primaria. El año pasado solo dos de cada tres niños asistían a preprimaria, nueve de cada diez en primaria, la mitad cursaban al ciclo básico y apenas uno de cada cuatro estaba en diversificado. (Ver Gráfica 1)
Respecto a la oferta educativa, en la preprimaria y primaria más del 80% pertenece al sector público (84 y 87% respectivamente, mientras que en el nivel básico en menos de la mitad (43%) y una cuarta parte en diversificado (23%). Es importante comentar que en diversificado un 5.5% pertenece a escuelas por cooperativa y un 1.4% a escuelas municipales.
Los indicadores de calidad educativa medidos por medio de pruebas realizadas a los estudiantes en los distintos grados y niveles educativos muestran que los alumnos no estaban aprendiendo lo estandarizado por el sistema. En 2019, solo uno de cada diez graduados (14%) alcanzó el nivel de logro en matemática, y un tercio (37%) alcanzó el nivel de logro en lectura. En la prueba internacional PISA-D realizada a estudiantes del ciclo básico en 2018, solo uno de cada diez alumnos (10%) alcanzó la aptitud mínima en matemáticas, y tres de cada diez en lectura (30%) y similar proporción en ciencias (26%). (Ver Gráfica 2)
Uno de los factores que más impacta en la calidad educativa son las habilidades y destrezas que poseen los docentes. Las pruebas realizadas a maestros optantes a plaza en los niveles de preprimaria y primaria, en el año 2019, muestran que tuvieron la mitad de las respuestas correctas en lectura (49%) y estrategias de enseñanza (53%), y solo un tercio obturo respuestas buenas en matemática (36%). Si a esto se suma que no existe un sistema de reclutamiento que garantice la contratación de buenos docentes, la calidad educativa se ve comprometida. En el año 2016 se eliminó la norma de que los docentes de preprimaria y primaria que obtuvieran menos de 60 puntos en la prueba diagnóstica no entraran a la nómina de elegibles para ocupar las plazas vacantes. Además, de los cinco criterios que se toman en cuenta, el de la prueba diagnóstica solo tiene un peso de 15 de los 100 puntos, con lo cual no se garantiza la contratación de los mejores candidatos. Para el nivel medio, aún no se ha podido aplicar el sistema de oposición por falta de un reglamento que norme el proceso.
Adicionalmente existe un problema de gestión, debido a la falta de la figura del director en las escuelas. Las deficiencias en la infraestructura escolar pueden dificultar el regreso a la escuela ya que una cuarta parte de las escuelas del área rural carece de servicio de agua y un adecuado sistema de saneamiento.
¿A dónde se han ido los recursos financieros?
Los recursos financieros no han sido la causa de la baja cobertura y mala calidad, ya que el dinero destinado al MINEDUC ha aumentado en los últimos años. El presupuesto devengado se multiplicó por 2.7 entre 2008 y 2019, pasando de Q5,793 millones en 2008 a Q15,815 millones en 2019. El gasto en salarios con relación al presupuesto del Mineduc pasó del 68% al 79% entre 2008 y 2019, habiendo alcanzado el 86% en 2016. Este crecimiento está relacionado con aumentos salariales que se han otorgado a través de pactos colectivos que aumentan de manera general los salarios sin tomar en cuenta el mérito.
¿Cómo superar los desafíos?
A pesar de que se implementó un nuevo currículo nacional base, se mantiene el modelo de enseñanza tradicional que no permite desarrollar muchas de las destrezas de este siglo. Aún se basa gran parte en el aprendizaje de memoria, la instrucción activa del docente y la recepción pasiva de conocimientos de los estudiantes. El equipo del Ministerio de Educación debe cambiar las experiencias de aprendizaje para que los estudiantes se motiven a aprender y desarrollar las habilidades para tener éxito en esta época; sin embargo, esto requiere mejorar sustancialmente la gestión pública, una excelente formación del maestro e invertir en infraestructura y tecnología.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que las habilidades del siglo XXI se pueden agrupar en tres: a) cognitivas, b) de función ejecutiva y c) las socioemocionales. Cognitivas se refiere a mínimas como lectura y escritura, técnicas, digitales y pensamiento crítico. Las de función ejecutiva buscan la flexibilidad mental, el autocontrol, la autorregulación y la capacidad de las personas para reflexionar sobre sus procesos de pensamiento y la forma en que aprenden. Por último, las socioemocionales: motivación, autoestima, perseverancia, adaptabilidad, compromiso, empatía y tolerancia.
El maestro debe convertirse en un orientador y tutor, pues según los expertos, el conocimiento se duplica cada tres meses. La biblioteca más grande del mundo se llama google y muchos estudiantes aún no cuentan con acceso a toda una era de la información y un mundo virtual.
Es el momento de llevar la tecnología a las aulas. Solo por medio de su uso, se podrá llevar educación a los alumnos y además desarrollar las habilidades digitales para que sean partícipes de la revolución tecnológica. Además, se democratizaría la información, llegando a todos los rincones del país. Con las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs), el docente podrá fomentar el aprendizaje personalizado y activo, la continuidad del aprendizaje fuera de lo formal y el desarrollo de las nuevas competencias.
Es urgente la implementación de un sistema eficiente de formación, reclutamiento y evaluación docente, de tal manera que en el futuro se pueda hablar de una adecuada carrera docente que inicie con elevados estándares de formación, que tenga filtros adecuados en el proceso de reclutamiento, un sistema de evaluación permanente, programas de formación en servicio vinculados al logro del aprendizaje en los estudiantes y sistemas de ascenso y remuneración cuya esencia sea el mérito. Se debe abandonar la práctica recurrente en los últimos años de aumentos generalizados de los salarios por medio de pactos colectivos, pues estas negociaciones impiden la implementación de una carrera docente.
Es importante resaltar que, el uso de la tecnología y la educación a distancia funciona para niños mayores de 10 años, razón por la que debe tomarse en cuenta que posiblemente los más pequeños no están aprendiendo mucho. El retorno a la escuela es fundamental, pero será necesario hacerlo con un cambio de mentalidad y de cultura que ponga al estudiante como centro del sistema. Se requiere de un plan. Posiblemente deberá ser escalonado y pensar en un sistema híbrido (presencial y a distancia).
Se recomienda durante esta pausa readecuar y remozar las escuelas, analizar las distintas plataformas, contar con un programa masivo de capacitación a maestros que incluya una computadora y diseñar un sistema “fuera de la caja”. En los próximos años, los alumnos del sector público debieran de contar con educación virtual que incluya el acceso a datos de internet y su propio dispositivo móvil a partir del 4o grado de primaria. Es indispensable iniciar con proyectos piloto, donde se involucre al sector privado, la sociedad civil y las municipalidades. ¡El momento es ahora!
María del Carmen Aceña
Investigadora asociada CIEN
macena@cien.org.gt