La salud en Guatemala, un círculo vicioso de enfermedad y muerte
El Estado prefiere construir carreteras que mejorar la salud de sus habitantes
Los expertos aseguran que los esfuerzos deben concentrarse en inversión para la salud preventiva.
En Guatemala, hasta morirse es caro. Pero enfermarse, como se diría en buen chapín, puede costarle un ojo de la cara. Y si se descuida, incluso hasta la mitad del otro. Claro que eso es en el mejor de los casos, porque si corre con mala suerte su final puede ser la muerte por la falta de atención adecuada en el sector público o la falta de dinero para recibir atención privada.
De lo anterior dan fe indicadores como el de la esperanza de vida al nacer que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), era la más corta de toda Centroamérica, incluida República Dominicana, con 72.1 años para 2013. La mejor es para Costa Rica, seguida de Panamá, con 79.9 y 77.6 años, respectivamente.
Y la media anual de mortalidad parece reconfirmar esta situación cuando el mismo informe de la OMS dice que en el país asciende a 80 mil 200 casos, mientras que Belice y Panamá tienen la menor, con 1 mil 500 y 19 mil casos, respectivamente.
Por supuesto que también tenemos el primer lugar en la media anual de nacimientos, con una cifra de 480 mil 200 casos, muy por encima de la de Belice y Panamá, que muestran 7 mil 800 y 75 mil 200 casos.
La situación de las madres es quizás la más visible, pues la mortalidad materna refleja una tasa de 120 por cada 100 mil nacidos vivos.
Estas y otras cifras nos demuestran que el sistema de salud guatemalteco, no solo es deficiente sino mal enfocado. Los expertos aseguran que los esfuerzos deben concentrarse en la inversión para la salud preventiva, pero este país lo hace en mayor porcentaje en la parte curativa.
Lo anterior es mucho más notorio cuando un documento oficial asegura que, “el Sistema de Salud de Guatemala cuenta con el propósito de trabajar por la atención primaria de salud; sin embargo, la mayoría de sus acciones se centran en recuperar la salud y en reducir o compensar la incapacidad que se ha generado secundaria a un evento de enfermedad”.
Esto sin contar que los principales servicios están concentrados en el área urbana, donde se encuentran las personas con mayor capacidad económica, lo que incrementa la vulnerabilidad de aquellos que viven en situación de pobreza, en el área rural, donde los servicios son casi inexistentes.
Cifras y reconocimientos
En Guatemala se registran 480,200 nacimientos al año.
El diagnóstico Nacional de Salud, para marzo de 2012, reconoce sin tapujos la falta de una cobertura total, a nivel nacional, en este tema. Eso sin contar que acepta una débil función rectora del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).
En términos de consultas, para el año 2011, el sector público atendió 20.900,299 casos. El mismo informe dice que “existen serios problemas de accesibilidad y de calidad en los servicios”.
Para atender a los guatemaltecos el Estado cuenta con una red distribuida en tres niveles de atención. El primer nivel cuenta con 1,101 establecimientos, entre los que se cuentan tres tipos diferentes de puestos de salud. En un segundo nivel están los centros de salud, entre otros, que suman 346 establecimientos. Mientras que en el tercer nivel se encuentran los hospitales, que suman 45 en todo el territorio nacional.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, durante 2011, en todo el país se atendió un total de 31 millones 829 mil 903 consultas. De ese total, un 49.6 por ciento fue atendido por el MSPAS, un 15.7 por ciento lo atendió el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), un 0.4 por ciento los hospitales militar y de la policía, mientras el 34.3 por ciento correspondió a atención brindada por el sector privado.
El seguro social complementa de alguna manera la atención pública, pues atiende a sus afiliados en un total de 125 establecimientos. De estos, 23 son hospitales, 36 son consultores, 44 son unidades integrales de atención y 11 son puestos de primeros auxilios. El resto se distribuye entre policlínicas, centros de atención, unidades asistenciales, salas anexas y unidades periféricas.
Si alguien se enferma y necesita la hospitalización en alguno de los centros asistenciales del sector público, debe rogar porque no existan otros 7 mil 718 hospitalizados, pues es la cantidad de camas con que cuentan los centros públicos que ofrecen encamamiento para los enfermos.
Guatemala cuenta con la tasa más baja de camas hospitalarias en toda la región centroamericana con 0.6 unidades por cada mil habitantes. La mejor tasa es la de Panamá con 2.2 camas por mil habitantes, seguida por República Dominicana con 1.7. Costa Rica y Belice empatan en el cuarto lugar con 1.1 camas por cada mil habitantes.
Un principal aporte lo hace el sector privado, con 6 mil 963 establecimientos. Entre ellos, registrados se encuentran 71 hospitales, 1,948 clínicas médicas especializadas, 1,450 clínicas médicas generales, 978 clínicas dentales, 569 laboratorios clínicos básicos, 306 ópticas y 151 centros de medicina alternativa. El resto se divide entre centros de atención, laboratorios, clínicas y centros de terapia.
Recursos financieros y humanos
En Guatemala, el gasto total en salud, entre 1995 y 2010, pasó de Q3 mil millones a Q20 mil millones, con una tasa anual de crecimiento promedio de 41 por ciento.
Si esas cifras se comparan con las asignaciones presupuestarias que el Estado otorga al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, es más fácil comprender la precariedad con que los guatemaltecos enfrentan este problema.
Para el próximo año, el MSPAS contará con un presupuesto de unos Q5 mil 647 millones, lo que significa una cobertura de solo el 28 por ciento de lo gastado 5 años antes. Eso significa que la cobertura será de un porcentaje mucho menor, si se considera que los gastos han aumentado considerablemente.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el gasto público en salud ronda el 2.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra muy reducida si se compara con otros países del área como Costa Rica, donde el gasto público en salud representa el 6 por ciento de su PIB.
La relación entre densidad poblacional en Guatemala y el número existente de puestos de salud da como resultados una cobertura del 57.4%
Según estos mismos cálculos, cada guatemalteco, en promedio, gasta en el sistema de salud unos Q1,455.00 anuales. Sin embargo, esa cifra no es igual que la que se gasta en el sector público donde la cantidad es de Q524.00, de los cuales Q212.00 corresponden al MSPAS y Q247.00 al IGSS.
El gasto privado per cápita, en cambio, asciende a Q919.00, lo que deja claro que los guatemaltecos tienen que recurrir en mayor medida a los servicios privados para solventar sus problemas de salud ante la ineficiencia mostrada por el sector público.
Pero el dinero no es el único problema. La cantidad de personal dedicado a la atención en salud de los guatemaltecos tampoco es la más adecuada.
En una reunión en Toronto, Canadá, en 2005, los países allí reunidos plantearon que “todos los países de la región habrán logrado una razón de densidad de recursos humanos de 25 profesionales por cada 10 mil habitantes”, para el año 2015, en todos los servicios de salud.
Las últimas evaluaciones hechas en Guatemala al respecto datan del año 2011 y dan cuenta de una razón de 11 profesionales por cada 10 mil habitantes. Eso significa que faltando solo 4 años para llegar al año meta, Guatemala no llegaba ni al 50 por ciento de los requerimientos de Toronto.
La relación entre la densidad poblacional del país y el número existente de puestos de salud da como resultado una cobertura teórica del 57.4 por ciento. Lo anterior significa que para satisfacer la demanda que establece la meta se requiere de 29 mil 427 profesionales de la salud, mientras que el país a duras penas tiene 18 mil 578. En términos variables existe una deficiencia en la cantidad de personal necesario que alcanza el 36.87 por ciento.
Los números nunca mienten y menos cuando están fundamentados en cálculos científicos. Y los de Guatemala, en el sector salud, no hacen sino confirmar lo mal que estamos en esta área. Pero las cifras no lo son todo. Si en verdad se quiere cambiar, debe comenzarse por una reorientación de las prioridades de atención en salud. Es decir, debe cambiarse del sistema de salud curativa al de salud preventiva. De lo contrario, todo seguirá en las mismas condiciones, un Estado incapaz de atender las exigencias y necesidades de sus habitantes, invirtiendo en áreas en las que lo único que se promueve es la preservación de un sistema inútil e ineficiente que solo genera enfermedades y muerte para los guatemaltecos.
Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
cmoralesmonzon@yahoo.com