Juan Manuel Alvarado,
gerente de Mercadeo, L’Ostería.
El nuevo concepto incluye platillos de la especialidad mediterránea,
mezclada con el estilo griego, italiano y del Medio Oriente
Un Día del Cariño, en el año 2002, abría sus puertas un restaurante en un amplio salón con chimenea, balcones y una gran terraza. L’Ostería fue un lugar que hasta hace unos días se recordaba por sus múltiples historias, por los seis años de operación, por haber dado vida a Cuatro Grados Norte y por el aroma y el sabor de una pizza cocinada en horno de leña. Hoy, reabre sus puertas, pero esta vez en un ambiente natural de cielo abierto, con huertos en donde se producen alimentos orgánicos, rodeado de plantas y a la sombra de un árbol de aguacate que cuenta con un centenario de vida.
Desde su fachada –un portón de doble visagra, el restaurante recrea una casa de campo. Su fundador, Emilio Méndez, no perdió detalle al dar vida a una granja, en donde los chorros son en forma de insecto, en las piletas corre el agua para simular el sonido de un río, un espantapájaros cuida del huerto de lechugas, zanahorias, tomates, cebollas, albahaca y romero, y los árboles frondosos ambientan un paisaje destinado a la gastronomía.
Se ubica en 4ª. avenida y 10 calle
de la zona 10 capitalina. Atienden
en horario de doce del medio
día hasta entre diez y doce de
la noche los fines de semana. La
nueva carta de productos se amplió
para cumplir con las exigencias
de los consumidores.
El lobby es la típica casa oriunda: con una entrada familiar en donde por un segundo la luz se vuelve tenue para preparar la vista hacia un cálido salón con chimenea, decorado con platones, muñecos de madera, unas camisas colgadas en la antesala -idea inspirada en una calle de Italia- y con muebles de otra época o quizás de otra región, como un porta sombreros, nada común en la actualidad.
Cada rincón de L’Ostería guarda un detalle especial, como los centros de mesa para los que se usó un sencillo bote de aluminio, que contiene una pequeña planta, que evoca aquellos años de colegio en los que se creaba vida mediante un frijol.
La cocina se divide en tres secciones: un pastificio para preparar las pastas, los hornos de leña para la pizza artesanal y un salón equipado con las comodidades que ofrece la modernidad, en donde se sazonan los platillos de la cocina mediterránea fusionada con el estilo griego, italiano y del Medio Oriente, que conforman la carta de este restaurante y para los que se emplean algunos vegetales del huerto.
Especialidades
La carta de L’Ostería, que superó a la del pasado restaurante, incluye sopas, ensaladas y entradas como el Tzatziki, un cremoso yogurt artesanal con pepinos, ajo, aceite de oliva extra virgen y eneldo o los antipasto mediterráneo e italianissimo, que ofrece una tabla de alcachofas, prosciutto italiano, salami picante, peperonata, uovo ripieno, queso appenzeller y mozzarella fresca.
En los platos fuertes no puede faltar la variedad de pastas italianas y risotto, hechas en casa o importadas de Italia, cocinadas al dente y acompañadas de salsas hechas a fuego lento. Por mencionar alguna, el fettuccine quatro formaggi, con queso gorgonzola, queso tilsiter, queso emmental y queso brie, en una salsa cremosa. Para los de “buen diente”, el chef prepara carnes, pollo y pescado, como la cotoletta di manzo, el lomito tonnato o el pesce del giorno.
Entre las opciones más apetecidas se encuentran las pizzas al horno de leña, una tradición artesanal desde hace once años en la antigua L’Ostería, disponibles en tamaño personal y para compartir. Entre ellas, la napoli clásica, caprese, prosciutto italiano, melanzane y queso de cabra o salami piccante con spinaci.
El gerente de mercadeo, Juan Manuel Alvarado, dice que “los hornos le ponen el sabor artesanal a la pizza, y los cocineros le aportan entusiasmo.
Cuando las cosas se hacen con pasión el resultado es excepcional”, asiente.
Las pastas de L’Ostería se preparan en casa y la pizza se cocina en horno de leña
porque privilegian los productos artesanales.
Como producto infaltable de una buena comida, L’Ostería ofrece una variedad de postres: panna cotta, flan Lorena, pera al vino, involtino y una variedad de crepas. El vino es servido en copa, garrafa o botella, tal como se hace en el mediterráneo, y las bebidas artesanales, frías y calientes, son las que acompañan a cada platillo. A decir de Alvarado, L’Ostería es el escenario ideal para celebraciones de cumpleaños, 15 años, graduaciones, despedidas de soltera, baby showers, primeras comuniones y bodas. “El restaurante es de espíritu libre, relajado y abierto, como sus espacios”, indica el ejecutivo.
Los comensales lo catalogan como el lugar idóneo para experimentar un estilo de vida lejos del bullicio, de la vorágine urbana y en donde se rescata el contacto con la naturaleza, las plantas y el relajante sonido del agua, que puede escucharse desde casi cualquier punto del restaurante.
Si a comienzos del siglo conoció aquella casa de ensueño en Cuatro Grados Norte, no deje de visitar la nueva L’Ostería, para revivir así las memorias del pasado y gozar de la sensación de un déjà vu. Pero, si aún no conoce este rincón natural que se ha convertido en un oasis dentro de la ciudad, realice una primera visita que lo sumergirá en una céntrica e inolvidable aventura por los campos que aún perduran en la zona viva de nuestra bella Guatemala.
Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt