Planeación centrada en el sentido

Los paradigmas presentes merman las posibilidades emergentes

Observar es la ventaja competitiva más grande en la actualidad. Quienes observan serenamente logran identificar y aprovechar las oportunidades.

La pertinencia de la planeación en la vida organizacional actual no deja dudas. De alguna forma, nos hemos acostumbrado a escribir en papel los deseos e ilusiones sobre el futuro, para luego colocarle metas que suenen ciertas y realizables. Sin embargo, con la misma frecuencia nos damos cuenta de lo irreal que puede ser el ejercicio de planeación cuando los hechos de la vida cotidiana lo atropellan con su carga de probabilidades no pensadas y con lo que de forma manifiesta no se puede predecir.

Por ello, cuando de planear se trata es necesario repensar los supuestos sobre los que hemos edificado planes y programas. Es decir, creemos que es factible predecir linealmente los acontecimientos del futuro, creemos en el poder de las palabras y aceptamos que los significados son iguales para todos, creemos en el valor de la utilidad como recurso suficiente para tomar decisiones en cualquier sentido, creemos en organizaciones ajenas a las emociones y a los sentimientos humanos y creemos en que la planeación es infalible. Todos paradigmas que pretenden el dominio de la verdad organizacional.

Sin embargo, cabe reflexionar en que detrás de todo esto existe un modelo mental que podemos poner en tela de juicio, en la certidumbre. Para eso debemos analizar nuevos modelos. Por ejemplo, considerar que la vida es incierta, cambiante y mutante, y que como tal ofrece diversas alternativas frente al futuro. Creer en el valor de pensar y repensar lo pensado, y convertirlo en un ejercicio pertinente para la comprensión dinámica de cambio en la que nos encontramos. Creer en el valor del sentido para entender el papel de la utilidad de “algo” en la toma de decisiones.

Así también, creer en organizaciones que integren al quehacer lo racional y lo emocional como una unidad indisoluble que provee a los colaboradores la intuición y razón necesaria para orientar las direcciones. Por otro lado, se debe comprender que la planeación es un referente válido para la acción, pero no es una determinante de la misma.

En cuanto al recurso humano, es necesario creer en la capacidad individual de las personas y considerarla un insumo fundamental para la construcción social de equipos.

Modelo de planeación exitoso

Antes de elaborar un ejercicio de planeación, reconsidere varios aspectos. Entre ellos, darle valor de referencia a la historia organizacional, a las ideas que dan vida a los intereses de sus fundadores.

Nada está escrito en piedra

Un ejercicio de planeación no podrá brindar respuestas infalibles. Porque la vida es mutante y cambiante y por ello ofrece alternativas diversas frente a lo que denominamos futuro. De allí la validez sobre pensar y repensar lo pensado, y comprender la dinámica de cambio en la que nos encontramos.

Percepción Vs. Realidad

Planear implica poseer grandes habilidades para “leer” la realidad desde las distintas perspectivas de quienes la aprecian. Se debe aceptar que no existe una realidad, sino hecho observados por distintos ojos, que al compartir las percepciones puedan acercarse a una explicación conjunta, ya sea cercana o lejana a lo que está sucediendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

En este punto se debe enfatizar en la importancia de la misión como inspiradora de sentido en todas y cada una de las actividades organizacionales. Allí residen los factores críticos para la solidez y sobrevivencia de cualquier institución. Estas líneas deben sintetizar el propósito que permite la construcción de la identidad y coherencia en los equipos.

La planeación con sentido invita a modificar las creencias a favor de una mejor comprensión de la realidad.

Recuerde que la organización no es otra cosa que una red infinita de relaciones entre individuos, agrupados natural o artificialmente en equipos, pero siempre con naturaleza social ineludible que los caracteriza y orienta por misiones comunes.

Se debe aceptar también que no existe una sola visión, sino muchas visiones organizacionales. Entonces, cuando de prever el futuro se trata, la fuerza del ejercicio estratégico radica en “poner a conversar” las distintas visiones y aceptarlas como escenarios posibles.

Cuando de planear se trata es necesario repensar los supuestos sobre los que hemos edificado planes y programas


Este no es un ejercicio académico de formular estrategias, es el ejercicio de ver las estrategias y reconocerlas asociadas a situaciones específicas para darles la dimensión que poseen.
Asimismo, la estrategia es predilecta de la atención. Estar atento es mucho más que observar, se trata de cancelar los prejuicios y los preconceptos con el fin de permitir que las sensaciones y las propias percepciones penetren en la conciencia con el ánimo de visualizar orientaciones y direcciones posibles de los acontecimientos.

En este sentido, la estrategia es, por definición, un referente para la acción, nunca un determinante. Por ello, las estrategias y las visiones pertenecen a esa categoría, son modificables, mutantes e incluso ignorables e ignorantes.

La planeación en este contexto se independiza del método específico para convertirse en una disciplina mental que permite aceptar y rechazar las nociones sobre lo que denominamos realidad a favor de orientar la acción en un norte que tenga sentido.

Jesús Antonio muñoz Cifuentes,
Catedrático de la Alianza
Uniandes-AGG
jmalejos@agg.org.gt

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