“Siempre he tenido ángeles en el camino”

“Siempre he tenido ángeles en el camino”

Leticia Teleguario cuenta con mucho que decir, continuamente repite “tatatá, tatatá” para dar a entender que aún hay más. No ha cumplido los 40 años y esta mujer kaqchikel acumula innumerables experiencias tanto en su trabajo en USAID, a donde llegó hace 18 años, como en las múltiples instancias en las que se desenvuelve: Voces Vitales, el Programa BID Juventud y la organización de jóvenes americanos de la OEA.

Leticia Teleguario, asesora de pueblos indígenas en USAID y miembro de Voces Vitales y el Programa BID Juventud.

Es esposa y madre de dos hijos de 16 y 13 años. Siendo madre decidió estudiar una licenciatura en Administración de Empresas. No lo hizo antes porque quería casarse y tener hijos; es decir, se profesionalizó cuando ella quiso y no cuando se lo sugirieron en su trabajo, hasta que se dio cuenta que quería seguir creciendo a pesar de los sacrificios. El contacto con otras mujeres y hombres, ingresar a la universidad, recibir información sobre las desigualdades en el país, la llevaron a tomar conciencia de la situación del entorno.

No es que la historia de Leticia hubiera sido la de quien vive en una burbuja. Al contrario, huérfana de padre a causa de la guerra, su niñez en Patzún transcurrió entre juegos con los vecinos y la milpa; pero también, dice: “toqué la pobreza”. Su madre es una referencia constante en toda la conversación. Gracias a su esfuerzo al vender artesanías logró que Leticia llegara a Guatemala para estudiar a los quince años.

A su llegada, Leticia se enfrentó a un problema común, por la educación que había recibido debería esforzarse el doble. También afrontó el racismo, el que ella identifica como uno de los principales problemas de la sociedad guatemalteca.

Leticia quería ser secretaria y fue así como llegó a USAID, su primer trabajo. “Me contrataron a pesar de mis deficiencias, porque consideraron que era una persona atrevida y que amaba al país”, comenta. Actualmente es asesora de pueblos indígenas con lo que busca inclusión y pertinencia cultural para todos los programas.

A Leticia le frustra la burocracia y le preocupa la conflictividad social que hay en el país producto de la pobreza y la desnutrición. Tal vez por ello se ha convertido en un puente que crea espacios de diálogo con acceso al mundo de las organizaciones de mujeres, pequeñas empresarias, diplomáticos, gobierno e iniciativa privada, con quienes comparte en The Central America Leadership Initiative, entre otros, lo que le ha permitido darse cuenta de que en Guatemala falta vincular, dialogar, ceder y colaborar.

“Es importante que algunas personas de la iniciativa privada salgan de su burbuja, y que generen empleo, pero también que compartan sus experiencias para que hayan más empresarios”, señala.

Leticia considera que hace falta jalar a otras personas, ayudar y colaborar, pero también exigir la responsabilidad de todas las partes. “Hace falta también”, dice, “impulsar la institucionalidad indígena dentro del Estado”.

Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

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