“Toda inversión y toda pérdida valieron la pena”

Es el lema de quien pospuso sus sueños para dar prioridad a la educación de sus hijos

En la actualidad, Sarah Alzugaray es una mujer de larga cabellera, cuerpo esbelto, de porte elegante, extrovertida y muy activa, que no solo irradia energía, sino que la contagia por doquier. Su personalidad no deja espacio para pensar que de niña usaba gafas, botas ortopédicas y frenos en los dientes, que la hacían pasar inadvertida. Eso sí, nada tenían que ver esos implementos con ser una buena alumna, muy aplicada y con actitud de servicio.

Alzugaray cuenta esos datos, porque el éxito es marcado por un antes y un después. Y ese antes establece un punto de partida en la vida de quien hoy es la CEO de Bodegas Europeas (que representa la marca Justice) y Eurobodegas.

Sarah nació en el hogar de un cubano muy emprendedor y una guatemalteca que se dedicó a cuidar de sus dos hijas mujeres. Es la hermana menor y la única apasionada por las ventas. Se graduó de secretaria bilingüe, se casó y al mismo tiempo se convirtió en mamá, años de inmadurez que la condujeron a un divorcio y a una segunda relación de la que conserva a su segundo hijo. “Me casé por obligación, pero después tomé las riendas de mi vida”, recalca la empresaria.

Sus hijos, hicieron que Sarah buscará un ingreso para “darles el mejor colegio posible y que no les faltara nada”. De esa cuenta, pospuso su carrera universitaria por años, hasta que ellos cursaron una licenciatura. Mientras llegaba ese momento, se preparó con cursos y diplomados que la ayudaron a decidirse por un negocio propio.

Así comenzó una aventura con un pequeño negocio al que llamó Corporación Tierra Segura, el que sostuvo durante unos meses. Entre trabajo en relación de dependencia en lugares en donde formó su acervo personal, estudios universitarios y emprendimientos propios que tallaron su aprendizaje a punta de prueba y error, Sarah se formó como empresaria.

Sarah Alzugaray, CEO de Bodegas
Europeas y Eurobodegas.

Así llegó su primer negocio formal que puso en marcha con la ayuda de dos socios. Este fue Loros, una discoteca con gran demanda en donde llegó a facturar hasta 100 mil quetzales en un día. Vendió este negocio en su punto más alto y abrió otro llamado Monasterio. Posteriormente, invirtió sus ganancias en la gasolinera a la que bautizó como Estación Alzugaray.

La gasolinera fue un aprendizaje mayor que al final del día la hizo perder todo, aunque a la vez la hizo ganar una nueva visión. Al empezar de cero, el cambio se dio en grande, porque no solo comenzó un negocio que se ha potenciado por mucho, sino que lo comparte con el amor de su vida, su esposo, con quien procreó a su tercera hija.

Así también llegó una offshore en Islas Vírgenes, con la que facturan a otros países, y la franquicia de ropa para preadolescentes Justice, que ha sido un éxito en Centroamérica, República Dominicana y Ecuador. Como parte de su esfuerzo, cuenta con una oficina propia en China, que les facilita la compra de producto. Con tanto, es difícil resumir la vida de Sarah Alzugaray, quien concluye en que “toda inversión y toda pérdida valieron la pena”, lo que queda demostrado con demasía.Eurobodegas era la ilusión de Sarah, quien deseaba rescatar los juguetes de las antiguas generaciones: los clakers, triki traka, trompos, yoyos y aquellos que evocan la nostalgia. Las campañas de televisión les dieron un gran éxito que les permitió viajar a China para atender mayores volúmenes. Los juguetes se venden uno a uno, por mayor y para los convivios empresariales. La empresaria cuenta que su mercado abarca el 60% de las empresas privadas de Guatemala.

Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt

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