Los emprendedores reúnen sus motivaciones y vocación, escogen un sector del mercado y se deciden por un modelo de negocio al que apuestan el éxito. Pero, en esa primera fase, que muchas veces parte de la idea en servilleta, descubren aspectos de gestión que no habían pensado y que les crean una nueva dirección, pero que a la vez los aproxima a un mejor modelo de negocio. Eso le sucedió a la pastelería Ánfora, que empleó la herencia de conocimiento de la tradicional cafetería de la familia, para crear un modelo similar que, además, incluía un concepto de pastelería.
Las delicias de Ánfora pueden disfrutarse en 37 puntos del país.
Esa cafetería nació en diciembre de 2004, y pasó por muchas fases en la que sus emprendedores sortearon épocas complejas que los enfrentaban a conjeturas, entre ellas márgenes insuficientes para mantener su estructura, hasta que descubrieron el modelo de negocio que los posicionaría con buen tino en el mercado guatemalteco.
Los emprendedores no se conformaron con esa primera idea de negocio, ellos iban más allá porque deseaban cubrir una necesidad o pasión no atendida en el mercado. Eso no quería decir una idea radicalmente nueva, pero sí una propuesta de valor diferencial, que fuera única y que aportara una solución diferente, con beneficios claros. Además un concepto por el que el cliente estuviera dispuesto a pagar y a elegir entre otros competidores. Por ello, en el año 2006 sus fundadores realizaron un ejercicio para definir la intensidad de la marca.
Luis Pedro Imeri,
fundador de Ánfora.
Luis Pedro Imeri, uno de sus fundadores, comenta que con esa esencia comenzaron a textualizar un mejor modelo de negocio, sostenible y reproducible. Fue así como el concepto de cafetería, que funcionaba en alrededor de 200 metros cuadrados, se redujo a puntos de venta que oscilaban entre los 50 y 60 metros. ya no era necesario tanto espacio, porque no se servía el producto para consumo directo, sino que se despachaba para que los clientes lo disfrutaran en casa.
Los ingredientes del éxito
Imeri hace énfasis en que un emprendedor debe estar dispuesto a variar su planificación inicial. También advierte sobre la importancia de dedicarle tiempo a la planificación. “Hay que saber actuar rápido, y no esperar unos 10, 20 ó 50 años para pensar en hacia dónde se quiere llegar. Hay que probar otras ideas que funcionen para el negocio y que convengan a los consumidores. Nosotros tuvimos que probar formatos más pequeños, con otros diseños, con otro nivel de inversión, pero creamos un valor diferencial en el mercado”, afirma el emprendedor.
Así establecieron los primeros tres puntos de venta en el año 2007, bajo el nombre de pastelerías Ánfora, que ofrecían 5 sabores distintos en una mezcla y presentación únicos en el mercado. Como valor agregado ofrecían rapidez, los pasteles se podían personalizar en un espacio de tiempo de 30 minutos. Aunque ese concepto fue fugaz, porque a pesar de que los clientes recibían su pedido en el mismo día, la empresa necesitaba una estructura comercial muy grande, que en ese momento no fue sostenible.
Sin embargo, como la idea de los Imeri ha sido satisfacer a los clientes y como emprendedores han priorizado resolver problemas concretos, crearon una nueva línea mucho más sofisticada y personalizada, a la que nombraron Imaginarios. Aquí se desarrollan todos aquellos conceptos que imaginan y solicitan los clientes, por lo que, numerosos personajes son reproducidos en mezclas de sabor y color que despiertan el antojo de los invitados en cualquier ocasión especial.
Con la propuesta de Imaginarios combinada con 15 sabores de pastel presentados con la elegancia de un verdadero postre gourmet, los Imeri afinaron su puntería y la tradujeron en una propuesta de valor única en el mercado que ahora está asociada a un modelo de negocio concreto. Esto requirió de la formación de un equipo de trabajo que concentrara disciplinas, experiencia y talento.
La consolidación del negocio
El plan consolidado funcionó desde comienzos de 2009 y se planeó para una ejecución completa en cinco años; sin embargo, se cumplió en tres. Por ello, en 2012 los Imeri, ahora en conjunto con algunos socios que como parte de los cambios se integraron al negocio, trazaron un nuevo plan para los próximos cinco años.
Imeri comenta que la sociedad fue de gran beneficio porque lograron contextualizar una mejor práctica organizacional. “Conformamos una junta directiva funcional y desde allí promovemos el desarrollo y la obtención de resultados”, asiente.
El ahora empresario considera que parte del éxito en un negocio radica en la capacidad para atraer talento, pero también para desarrollarlo. “Debemos tomar en cuenta el clima de trabajo para que el desarrollo organizacional tenga mucho más sentido. Hemos reunido un grupo que está de acuerdo con lo que hacen y eso los motiva grandemente, porque pueden producir nuevas ideas y acoplarse con facilidad a los nuevos retos”, comparte Imeri.
Los resultados de un primer ejercicio de emprendimiento, que trabajó por un modelo de negocio único, pero que atravesó varias etapas de prueba y error, hablan por sí solos. Las pastelerías Ánfora lograron una posición significativa en el mercado, debido a las increíbles mezclas de sabor y color. Sus productos se ofrecen en 37 puntos del país, 30 de ellos en la ciudad capital y el resto en San Lucas, Antigua Guatemala, Amatitlán, Coatepeque, Mazatenango, Retalhuleu y Quetzaltenango. La planta de producción principal, ubicada en El Naranjo, cuenta con 700 metros cuadrados en donde fabrican una variedad de 15 pasteles exclusivos, una cantidad dócil para que el 95% del tiempo haya en existencia el sabor favorito de los clientes.
Existe también una planta de producción secundaria que sumada a la anterior congregan 1,200 metros cuadrados, y en donde Ánfora desarrolla una nueva línea de negocio, que son las empanadas rellenas, las que ofrece en 12 sabores distintos. Allí se fabrican también zepelines y galletas, que son la cuarta línea de negocio. Estos productos forman parte de un concepto de regalo al que llaman “CofiBreik”.
Los Imeri se preparan para que el negocio continúe en crecimiento, tanto horizontal como vertical. Para ello desarrollan nuevos productos, identifican otras ciudades y fortalecen sus sistemas de logística, para atender así nuevas rutas en el interior.
Por el momento, hay cinco ciudades que esperan la apertura de los excepcionales pasteles de Ánfora. Así es que, si desea disfrutar de una Bomba de cajeta, una Crema silvestre o un bizcocho esponjado y humedecido con dos capas de nutella, forrado con crema batida y un toque de cocoa, no dude en acercarse a cualquiera de los 37 puntos Ánfora en el país.
Ileana López Ávila
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt