Foto: Kevin Giron Carrascoza

Un paseo por El Quiché

La parte más meridional del departamento guarda numerosos encantos para los curiosos

El departamento de El Quiché, en el noroccidente de Guatemala, es uno de los más extensos de la República. Con una extensión superior a los 8 mil kilómetros cuadrados, hace frontera con el estado mexicano de Chiapas, está formado con 21 municipios y tres de los más poblados se encuentran en el extremo meridional de esa provincia, que colindan con los departamentos de Sololá, Totonicapán, Chimaltenango y Guatemala.

Si usted decide salir en auto a recorrer la deliciosa provincia guatemalteca, piense en el altiplano central. Y dentro de este encontrará la Ruta Quiché, la que enlaza desde tiempos inmemoriales a los más importantes centros urbanos y de comercio del viejo reino quiché: las ciudades de Kumarcaaj y Rabinal, en el vecino Baja Verapaz.

Quiché y Chichi
De Kumarcaaj quedan los restos quemados de lo que fue la capital del señorío quiché, que el conquistador Pedro de Alvarado ordenó incendiar cuando supo que los reyes quichés preparaban un complot para asesinarlo. Aún son utilizadas por los sacerdotes indígenas o zajorines para realizar ceremonias propiciatorias, y de aquí parte la antorcha de la Independencia todos los 15 de septiembre. Quiché significa “tierra de árboles”, concepto cuya traducción al tlaxcalteca hablado por guerreros de esa nación que acompañaban al conquistador dieron origen a la palabra Guatemala.

Las ruinas están a sólo tres kilómetros al poniente de la actual cabecera departamental, Santa Cruz del Quiché, que a su vez es la ciudad principal del municipio de ese nombre, el segundo con mayor población de la provincia. La ciudad actual destaca por la variedad de productos de su mercado, una construcción del siglo XIX que ya fue rebasada por la cantidad de comerciantes que ofrecen sus mercancías y que ocupan varias calles anexas a la Catedral, fundada en ese mismo siglo.

Santa Cruz, de unos 13 mil habitantes, fue elevada a ciudad principal del territorio cuando El Quiché fue nombrado departamento, en 1872, durante el gobierno del general Miguel García Granados. Está situada a 2,020 metros sobre el nivel del mar, lo que le confiere un clima de fresco a frío. Es conocida como “la ciudad de los celajes”, dados los bellos atardeceres que se contemplan gracias a los hermosos llanos que la rodean.

Kumarcaaj fue fundada por el rey quiché Gucumatz en el primer cuarto del siglo XIV, por lo que es contemporánea de la capital azteca, Tenochtitlan, con la que mantenía un activo intercambio diplomático y comercial. De hecho, se sabe que la nobleza quiché se comunicaba en el idioma náhuatl de los aztecas, como rasgo de estatus social.

En Santa Cruz del Quiché se celebra la fiesta patronal de Santa Elena, los días 18 de agosto de cada año. Durante esta conmemoración es posible disfrutar de una gran variedad de bailes tradicionales, como el de los mexicanos, de la culebra, de los viejitos, de la conquista o el torito. El convite –baile de parejas disfrazadas que danzan a lo largo de todo el día- es quizá el más grande de los que se celebran en toda Guatemala.

La ciudad más grande del sur quichelense es Chichicastenango, cuyo nombre antiguo era Tziguán Tinamit, o “pueblo entre barrancos”. Fue una ciudad supeditada a Kumarcaaj, de la que dependía políticamente y de la que formaba un barrio o linaje. Los habitantes indígenas locales, que forman mayoría, se autodenominan “mashes” por ser fieles del patrón de la localidad, Santo Tomás, al igual que el vecino Chiché.

Chichicastenango es la localidad más conocida por los turistas, que acuden en masa los jueves y domingos a observar y comprar en la plaza, que ahora abarca varias cuadras del centro del pueblo. La iglesia de Santo Tomás es también conocida porque en su interior los mashes suelen realizar ritos propiciatorios o advocatorios, que reflejan un gran sincretismo religioso entre lo católico y la religión prehispánica. Uno de los sitios más conocidos de Chichi, como se le suele llamar, es el cerro sagrado conocido como Pascual Abaj, donde los zajorines realizan ceremonias religiosas.

Entre Chichicastenango y Santa Cruz del Quiché, que distan entre sí 18 kilómetros, hay un paseo muy frecuentado por los locales. Se trata del río Sepelá, que más adelante se convertirá en río Grande y luego en Motagua, y es el más largo del país con casi 400 kilómetros, hasta desembocar en el Golfo de Honduras. Acá se puede disfrutar de un día de campo, practicar deportes y hacer uso de los asadores.

El suroriente
Al salir de Santa Cruz del Quiché en dirección al oriente encontramos una serie de municipios y pueblos muy pintorescos. El primero de ellos es Santo Tomás Chiché, a sólo 6 kilómetros de la cabecera. De clima frío, es mayoritariamente indígena y su plaza de los domingos es frecuentada y variada.

Le sigue, a unos 8 kilómetros de distancia, por carretera asfaltada, el municipio de Chinique de las Flores, cuya población está más balanceada entre indígenas y ladinos. De clima frío y húmedo, se sitúa al pie de la cordillera de Chuacús, que entra procedente de Huehuetenango y que kilómetros más adelante se convertirá en la Sierra de las Minas. Está rodeado de hermosos bosques de pinos y encinos.

Le sigue, por la misma ruta asfaltada, el municipio de Zacualpa, cuya iglesia del siglo XVI es una de las más bonitas de toda la región. En la salida oriente del pueblo hay una serie de fábricas artesanales de adobe, pisos y tejas, al final de las cuales quedan algunos restos de la antigua ciudad de Zacualpan, excavada por última vez hace más de 30 años. Esta vieja urbe constituía un importante paso intermedio entre las capitales quichés de Kumarcaaj y Rabinal.

El camino asfaltado concluye en el municipio de Joyabaj, el tercero más poblado del departamento y cuya plaza dominical se ha constituido en una de las más ricas y variadas de toda la región, adonde acuden comerciantes y compradores de municipios vecinos y de otros departamentos. Hay un gran mercado de ganado, donde es posible adquirir vacas, caballos, cabras, ovejas y hasta pelibueyes.

La fiesta anual de Joyabaj, conocido por los lugareños con el diminutivo de “Xoy”, celebra cada 15 de agosto a la Virgen del Tránsito. Es uno de los festejos con mayor folclor de todo el país, con casi una veintena de distintas danzas tradicionales de gran colorido y significación religiosa. Entre ellas se incluye el famoso Palo Volador, cuya tradición de corte del árbol y traslado a la plaza es una de las más vistosas, además del vuelo de los “monos”.

Finalmente, a 15 kilómetros al suroriente de Joyabaj, por terracería, se encuentra el municipio de Pachalum, uno de los más pequeños del departamento, que colinda con Baja Verapaz y Guatemala. El límite departamental lo marca el río Grande o Motagua, una zona calurosa con pozas que invitan a tomar un baño en el caudaloso cauce. Antes de este municipio comienza de nuevo la ruta asfaltada que conduce directamente a San Juan Sacatepéquez y la ciudad capital, distantes unos 80 kilómetros, no sin pasar por las ruinas de la vieja ciudad pokomam de Mixco Viejo.

Carlos Tárano
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt

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