¿Funciona la publicidad intrusiva?
Procure agradar a los futuros clientes de su negocio
La publicidad cuenta con varios retos. En primera instancia, ser lo suficientemente llamativa para el público objetivo al que se dirige, que el contenido sea interesante y que esté planificada de forma tal que sea bien recibida.
El último punto es todo un desafío. Con el auge de la tecnología y el mundo digital, la navegación por internet se ha plagado de anuncios de todo tipo, sin que el usuario lo haya solicitado, sin dar un solo clic y sin ninguna configuración. En un abrir y cerrar de ojos, la publicidad automática se ha inmiscuido en cualquier espacio de la pantalla. El problema es que, cuando no se segmenta, llega a personas a las que no les sirve o no les interesa. Y más grave aún, si se hace con alta frecuencia, genera momentos realmente molestos para el usuario.
Acosar al usuario no es la mejor política de mercadeo, a menos que el objetivo sea gastar recursos solo para causar frustración y enojo. Por ello, se deben planificar las campañas publicitarias, las que deben considerar las preferencias del público objetivo, la frecuencia, el día y la hora, según los canales o plataformas en donde serán visibles.
De lo contrario, lejos de promover su producto o servicio estará alejando a los futuros clientes. Imponer la publicidad nunca ha sido una estrategia efectiva, ni una práctica comercial que produzca resultados. A pesar de ello, hay desarrolladores que obligan a las personas a ver la publicidad, al ser una condición para seguir usando las plataformas. Es decir, retienen la atención del usuario de manera forzada y, peor aún, algunos simulan el cierre de la publicidad con un botón para activarla y con ello trasladar al cliente hacia sus páginas. Un engaño óptico que a todas luces no funciona, lo que sí se consigue es un efecto contrario, de rechazo, molestia y no querer saber más de la marca.
Si el acoso es extremo, su marca será recordada. Pero no de forma agradable, sino como aquella imposible de borrar, que imposibilita realizar cualquier acción, y esto por muy atractiva que sea. Recuerde que, cuando el usuario accede a su móvil, lo hace con una acción definida. Por ello, lo que adicionalmente le ofrezcamos debe ser estrictamente de su preferencia, interés o necesidad, de lo contrario será un derroche de creatividad, tiempo y recursos. Por ejemplo, un usuario que ha estado buscando pasajes, seguramente no le molestará que aparezca una gran oferta en su pantalla, aunque esté realizando otra acción.
Por otro lado, no es lo mismo un banner al lado del contenido de su interés, que una publicidad intrusiva que bloquee el contenido que lo llevó a abrir una aplicación o una página. Los primeros, son anuncios indispensables para financiar la información útil que el sitio le ofrece, los segundos son anuncios rechazado por el 90% de los usuarios, según estimaciones de expertos.
En resumen, la publicidad intrusiva no solo no es bien recibida, sino que irrita, molesta y afecta al usuario. La publicidad que más resultados ofrece es la que no satura y la que ofrece contenido relevante para el público. Esto no quiere decir que sea absolutamente malo recurrir a ella; sin embargo, es una estrategia arriesgada que merece una profunda planificación, que incluye abordar al usuario que realmente la necesita o gusta del contenido.
Redacción
Revista Gerencia
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