Ser receptor de basura y aguas servidas de la vertiente sur de la ciudad de Guatemala (Villa Nueva, Villa Canales, Mixco y San Lucas Sacatepéquez y San Miguel Petapa) hizo que en 1988, Revista Gerencia planteara como una posibilidad latente la muerte del Lago de Amatitlán. Esta se intensificaba ante la presencia de compuestos químicos provenientes de las escorrentías agrícolas, de la deforestación producto de las lotificaciones y del corte de leña, así como de las grandes cantidades de arena y tierra arrastradas por los ríos.
En el artículo de investigación, la revista plantea que el lago se deteriora a una velocidad de 100 unidades, mientras que solamente se recuperan cinco unidades por día. También hace referencia a la ausencia de plantas de tratamiento de aguas negras, las que llegan directamente al lago. ¿Qué podemos hacer?, se cuestiona, proponiendo que sean todos, gobierno, agricultores, campesinos y empresarios quienes aporten para la recuperación del lago.
Sin embargo, la problemática permanece hoy en día e, incluso, se ha agravado. Diversos medios de comunicación reportaron que la lluvia del 24 de abril de este año provocó que alrededor de dos mil 400 metros cúbicos de basura llegaran al lago de Amatitlán, equivalentes a 240 camiones de basura. Por su parte, la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y el lago de Amatitlán (Amsa) alertó que, para finales de mayo, la cantidad de desechos se cuadriplicaría.
Para mediados de 2016, el diario La Hora reportaba que, los bajos índices de oxígeno disponibles debajo de los 250 metros de profundidad del lago indican que existe alta polución provocada por diferentes actividades humanas. Agrega que, desde 2008 se han producido afloramientos de cianobacterias, una especie de alga que se dispersa finamente en toda el agua y puede causar una considerable turbiedad en la misma. En agosto de 2015, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) declaró Alerta Amarilla en las poblaciones alrededor del lago debido a que se encontraron tres tipos de cianobacteria en el agua, lo que motivó a prohibir su uso para consumo, lavar alimentos o bañarse, así como para practicar actividades recreativas.
A lo largo de los años, las acciones emprendidas para la recuperación del lago no han dado fruto; la más bochornosa fue el agua mágica vertida por la exvicepresidenta Roxana Baldetti, quien actualmente enfrenta a la justicia por ese acto y otros más de corrupción. Mientras tanto, Amsa dispone de Q12 millones para comenzar un “Plan Maestro de Manejo Integral de Aguas Residuales y Agua Potable de los municipios de la cuenca del Lago Atitlán”, habrá que esperar para constatar si da algunos frutos.