Un servicio que salva vidas

Angel de mi guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes sólo que me perdería”, así reza la oración que muchos niños repiten antes de dormir. Pero no solo niños, también le sucede a muchos parranderos que contratan el servicio de un Ángel, que tiene por misión poner a salvo al que se pasó de copas y llevarlo hasta la puerta de su casa.

Herbert Alvarado, un emprendedor guatemalteco, comenzó hace año y medio con la aventura de convencer a los ebrios de entregar las llaves de su auto y dejarse llevar a casa. Así es como nace la empresa Ángel Guardián.

“La idea surge luego de que mi papá perdiera la movilidad de la mano derecha por un accidente automovilístico, que sufrió un día que amenizó una reunión y condujo con unos traguitos de más”, dice Alvarado, quien agrega que un emprendedor busca solucionar alguna necesidad, y que mejor si es con bajo presupuesto. El emprendedor recuerda que, vio en internet que en varios países los ebrios pagaban porque los llevaran a casa. “Fue cuando se me ocurre copiar el modelo, y en 2014 fui a los bares de zona 10, 14, 16, 4, Muxbal y Carretera a El Salvador a hacer una encuesta. Los clientes estaban de acuerdo, pero dudaban de la seguridad del servicio. Preguntaban qué pasa si el piloto me roba el carro, o si abusa de mi novia, o si me asalta… y tenían razón. Es por eso que los Ángeles que trabajan en mi empresa son bomberos voluntarios, cuando no están de turno”, explica Alvarado.

Ángel antes que cadejo “Pensé en ponerle Ángel Guardián porque la biblia dice que todos tenemos un ángel que nos cuida. Al pensar en el nombre, también pensé en El Cadejo, pero sentí que era negativo, aunque varios me decían -en broma- prefiero que me lleve el cadejo que un ángel. La idea de que nos contraten es garantizar que el cliente llegue con vida y su carro vaya intacto”, asevera.

La primera regla de este novedoso servicio, que no tiene competencia en Guatemala, es que no es un servicio de taxi. Todos los ángeles guardianes son bomberos que no están de servicio; pero, sí activos como socorristas, por lo que están capacitados para atender cualquier emergencia por la ingesta excesiva de alcohol. Todos poseen licencia de conducir y llegan en moto hasta el lugar en donde solicitan el servicio.

Por ahora el número de ángeles no sobre pasa los diez y también hay angelitas. Contrario a lo que se pueda pensar, las clientas de este servicio no se inclinan por que las lleve una mujer, varias piden que el ángel que les mande sea hombre, dice Alvarado. Lo que sí asegura, es que llegará un bombero con pantalón negro, camisa blanca y un chaleco de ángel guardián. “Cobramos 150 quetzales en efectivo por el traslado del cliente en su propio vehículo, dentro del perímetro de la ciudad, Mixco, San Cristóbal y hasta el kilómetro 25 de Carretera a El Salvador, y somos escoltados por otro ángel guardián. El cliente nos llama y llegamos hasta donde esté ingiriendo licor, manejamos su carro y lo entregamos a algún familiar en su casa”.

A decir de Herbert, quien llama es porque desea llegar sano y salvo. “De esta forma, estamos innovando y rompiendo paradigmas, porque a muchos no les gusta dar las llaves. Algunos dicen que son borrachos profesionales y que con tragos manejan mejor. Aunque reconoce que no es fácil lidiar con las personas pasadas de copas, un 85% de los clientes está dispuesto a ser llevado, el problema es que el 15% restante requiere el servicio, porque alguien más se lo pidió. Otro problema es que a los clientes se les olvida a dónde quieren ir y otros no recuerdan su dirección.

Alvarado dice que la misión de su empresa es “ayudar a reducir el número de accidentes de tránsito por la ingesta de alcohol, salvar vidas y entregar intacto el vehículo de los clientes”. El target del negocio son hombres y mujeres mayores de 24 años, aunque los más jóvenes opinan que es preferible beberse los 150, que pagarle a un ángel.

Uno de los retos de este emprendedor es aumentar el número de servicios, que en épocas altas alcanza los 90 por mes. Otro desafío es contar con una aplicación para los teléfonos inteligentes, que les ayude a los clientes a ubicarlos.

Por el momento, el servicio se solicita al número 4827 3426, que forma la palabra guardián según el orden del teclado. Herbert cuenta que cuando supo el nombre que le pondría a su empresa, llamó a ese número y le respondieron en un pueblo de oriente, el propietario le ofreció vendérselo y así se garantizó que sin importar el estado del cliente van a poder localizarlo.

Aunque para estos ángeles -que los fines de semana se ponen alas para llegar en un tiempo estimado de 10 minutos- el negocio no es rentable, esperan que la cultura machista cambie y prefieran llamar a un ángel antes que morir. Y para que no digan que los bolos son como los gatos, porque siempre regresan a su casa y nadie sabe cómo, recuerde que si toma no maneje o mejor llame a un ángel guardián.

 

Victoria Alvarado
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt

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