La pista que materializa sueños de libertad
En donde los pilotos de carrera superan récords de velocidad
En Guatemala, el automovilismo como deporte vivió una temporada complicada al comienzo de la década de los años 90, cuando el antiguo Autódromo Guatemala, ubicado en el kilómetro 18.5 de la carretera a El Salvador, cerró sus puertas. Y es que, por muchos años, este fue el escenario de los campeonatos nacionales de automovilismo y motovelocidad.
Este suceso dio lugar a que un grupo de guatemaltecos, apasionados por la velocidad, asumieran el reto de volver a ubicar en Guatemala un lugar en donde practicar el automovilismo, lo que se logró tras muchos años de esfuerzo.
Como todo lo bueno en la vida, el comienzo fue difícil. Los fundadores consideraron varios terrenos para construir el autódromo, hubo propuestas que se enfrentaron a la negativa de concejos municipales o a varias circunstancias que impedían concretarlo. Así lo relata su gerente general, Mauricio Roque, quien cuenta a GERENCIA que no fue fácil encontrar lugares. “En una localidad hubo problemas con los vecinos del área, cuando fuimos a hacer mediciones nos sacaron con amenazas y machetes si intentábamos quitarles las tierras privadas que habían invadido”, recuerda el directivo, quien es uno de los fundadores del Autódromo Pedro Cofiño.
Para entonces, entre 1999 y 2001, se continuaron realizando torneos en Guatemala, entre ellos la Copa del Milenio. El problema es que se hacían en pistas improvisadas, señalizadas con toneles y cintas. Según cuenta Roque, se hacían en la base aérea del Puerto de San José, con la colaboración de la Fuerza Aérea Guatemalteca y del Ejército de Guatemala. “La complicación estaba en que, en pleno evento, teníamos que desalojar la pista cuando iba a aterrizar alguna aeronave, así fuera un avión grande o una avioneta pequeña”, cuenta a GERENCIA.
Lo positivo de esta situación es que permitió la sinergia entre el grupo de amigos, quienes compartían la misma pasión. De hecho, estos torneos abrigaron el sueño común de los fundadores: construir el autódromo con las exigencias de calidad necesarias para realizar torneos internacionales.
Los eventos fallidos se daban uno tras otro. “Teníamos que desarmar la pista que hacíamos con pacas de heno, para que pudieran aterrizar las aeronaves. Y en paralelo, el automovilismo en Guatemala seguía creciendo, pese a no contar con un lugar adecuado en donde practicar este deporte”, comenta Roque. Es así como se reunían frecuentemente para analizar ideas y encontrar soluciones que les permitieran fomentar el deporte que los apasiona.
Finalmente llegó el apoyo de uno de los socios, quien les facilitó arrendar un terreno por una cantidad mínima. Comenzó entonces la elaboración de los planos y la propuesta de trazos de la forma que podría tener el autódromo, aprovechando lo más que se pudiera el terreno.
Adecuar las tierras, ubicadas en la cabecera del departamento de Escuintla, a la orilla de la carretera principal que conduce a la autopista Palín-Escuintla hacia Antigua Guatemala (Ruta Nacional 14), fue un gran reto, que le significó a los fundadores viajar cada fin de semana para avanzar en el proyecto.
Fue así como después de años de esfuerzo, el apoyo de profesionales (arquitectos e ingenieros) que aportaron al diseño y a la construcción, el patrocinio de muchas empresas y el riesgo que se corrieron los socios al asumir créditos bancarios de sumas considerables surgió, en 2002, el Autódromo Los Volcanes, nombre que recibió al estar rodeado de cinco majestuosos volcanes, y que más adelante se convirtió en el Autódromo Pedro Cofiño, al fallecer –en 2007- Pedro Guillermo Cofiño Kepfer, empresario, piloto de carrera, considerado el principal promotor del automovilismo nacional y también fundador del autódromo, quien participó en más de 400 carreras que lo hicieron acreedor de múltiples títulos en varias categorías nacionales y centroamericanas.
Un nuevo comienzo
La carrera de apertura se realizó un 6 de octubre de 2002, en el circuito de 49 manzanas de terreno con capacidad para parquear más de 900 vehículos, con seguridad privada. Posee una longitud de 2,3 kilómetros y 10 metros de ancho, con un trayecto de 12 curvas, con asfalto especial para circuitos. En las rectas, los vehículos más rápidos pueden alcanzar hasta 250 km/h de velocidad.
El autódromo es atendido por 12 personas entre la administración y el personal de mantenimiento y es visitado por los entusiastas de este deporte, así como por agencias de vehículos, agencias de seguridad privada y clubes privados de vehículos. Cuenta con 1 tribuna, 2 accesos a la pista, 3 áreas para público, espacio para 6 mil aficionados, área de patrocinadores, área para comida, servicios sanitarios y áreas verdes.
Fue construido bajo estrictos estándares internacionales, con la aprobación de la FIA que garantiza la seguridad de los pilotos y del público, especificaciones que lo ubican entre uno de los mejores de la región centroamericana y por los que ha sido sede de importantes eventos internacionales. En él se realizan campeonatos de automovilismo, kartismo, motovelocidad y track days, tanto nacionales como centroamericanos. Y para los fanáticos de los autos y motocicletas y para los medios de comunicación masivos, el autódromo cuenta con exhibiciones de marcas. Roque comenta que, para ellos es un desafío incluir la mayor variedad de eventos al año.
El autódromo ha sido una plataforma para los campeonatos centroamericanos de automovilismo, campeonatos latinoamericanos de motovelocidad, así como de campeonatos mundiales de Moto Trial y Moto Enduro.
Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt