Uso del transporte alternativo, una opción para los guatemaltecos
El regreso del transporte público dinamizaría la economía local, aunque aún no se cuenta con las condiciones necesarias para su retorno
El transporte público urbano y extraurbano está paralizado, por lo que al menos dos millones de personas se ven afectadas por la dificultad para llegar a sus trabajos y por el aumento del costo para transportarse. El panorama aún no es claro y se ha vuelto una carrera de resistencia. Se estima que el Covid-19 le costará una pérdida de UU$3.8 millones a la ciudad de Guatemala, en 2020.
Hasta el momento no hay una fecha establecida para que el transporte público vuelva a operar; mientras tanto, la población recurre a vehículos propios y al transporte alternativo para llegar a sus trabajos, lo que ha representado cambios para la economía de las familias.
Con ello, miles de guatemaltecos pasaron de gastar Q10 diarios a Q40 por trayecto, y eso significa que los trabajadores desem-bolsan más dinero en transportarse todos los días. Según el Instituto Nacional de Estadística, en la Ciudad de Guatemala hay 831 mil 175 trabajadores.
El 17% de los viajes que realizan los usuarios del transporte público son para actividades relacionadas con el consumo personal. El 69% de los viajes que realizan los usuarios del transporte público son para desplazarse desde su hogar hacia su lugar de trabajo y viceversa. El 66% de las personas de la ciudad utilizan el transporte público para desplazarse, el 29% usa vehículo propio, mientras que un 5% usa algún medio alterno, según un estudio presentado por la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), En el caso del Transmetro, las ocho líneas atendían 450 mil personas por día. El Transurbano movilizaba a 270 mil y se estima que unas 400 mil abordaban los buses rojos, todos los días.
Si el Transmetro reanudara sus operaciones contribuiría en aumentar el consumo local, reduciría los costos del transporte y ayudaría a recuperar empleos perdidos, según Fundesa. “Si se abriera el Transmetro aumentaría US$6.17 millones el consumo local. Los ciudadanos dejarían de gastar US$26.05 millones en pasaje. Por lo que, cada semana que no opera el Transmetro se pierden US$22.36 millones”, cita la fundación.
Un calvario
Los guatemaltecos se las han ingeniado para llegar a sus empleos, porque no quieren arriesgarse a que los despidan. Mateo Rodríguez, residente de la colonia La Florida, zona 19, pero que trabaja en una gasolinera en la zona 14, asegura que ha sido muy difícil transportarse todos los días para llegar a su trabajo. “Me vi en la necesidad de comprar una moto, presté dinero, me salía más barato pagar el préstamo que moverme en carro y taxi todos los días”.
Carlos Cardona, trabajador de una farmacéutica, asegura que ha sido una pesadilla diaria caminar casi tres kilómetros para salir a la carretera principal en la zona 18. “Nadie me da jalón, y si no llego a trabajar me despiden y necesito el trabajo porque mi papá perdió su empleo”.
Esta es la realidad de miles y miles de personas. Un monitoreo en los medios internacionales evidencia que en muchos países la situación es parecida, incluso en una de las ciudades mejor conectadas y con un sistema de transporte eficiente, como Nueva York.
Los neoyorquinos han tomado medidas drásticas con el objetivo de garantizar la seguridad para los usuarios y contener el avance del virus. Por lo que, los trenes que transportan a diario a casi seis millones de personas son desinfectados todos los días, durante cuatro horas, según el sitio ny1noticias.com. El reporte “Back on Board” indica que, expertos en salud, epidemiólogos y profesionales del comportamiento social han proveído 50 recomendaciones de seguridad para trasladarse adecuadamente en el sistema de transporte público de La Gran Manzana.
Nuevas medidas
En Guatemala los transportistas ensayan protocolos de seguridad, por ejemplo, señalizan los lugares disponibles para sentarse y mantener el distanciamiento físico, establecen los horarios para desinfectar las unidades, calculan la disminución de la cantidad de pasajeros para circular pronto. Sin embargo, es el Gobierno el que decidirá cuándo saldrán a prestar el servicio de nuevo.
La Municipalidad de Mixco y transportistas de ese municipio presentaron parte de los protocolos de seguridad sanitaria que se podrían implementar en las unidades Express Roosevelt, Minerva y Naranjo, que contarán con termómetros, cámaras, marcas en los espacios físicos, establecidos en los protocolos de seguridad sugeridos por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud. “Estamos preparándonos para proteger a los usuarios del transporte público”, aseguró Mynor Espinoza, vocero del municipio.
“El transporte público podría ser una solución para dinamizar la economía, si se cumplen las medidas y si los usuarios se conducen de manera adecuada en los autobuses”, agrega Espinoza.
Hasta que no se defina cómo va a operar la “nueva normalidad”, no se puede pensar en un protocolo sostenible para el transporte público. “El gremio clama por regresar a laborar, pero vemos con tristeza no poder hacerlo, aunque comprendemos la situación que vive el país”, expresa Alejandro Soto, delegado de la Asociación de Empresarios de Autobuses Urbanos (AEAU).
Edwin Amaya, directivo de la Asociación de Propietarios de Autobuses Urbanos de Guatemala (Asopagua), que aglutina a más de un mil 300 transportistas, asegura que están a la espera de prestar de nuevo el servicio y han comenzado a prepararse con las medidas de seguridad, porque la población lo demanda, aunque podría modificarse el precio del pasaje. Sin embargo, eso será decisión de la Municipalidad de Guatemala, ente regulador de Asopagua.
Empresarios que se dedican a la importación de vehículos pesados también afirman que se han visto afectados porque la pandemia se prolongó. Estiman que, un 35% de importadores han cerrado sus negocios y el 50% de trabajadores perdieron su empleo. “Las pérdidas son incalculables”, asegura Alejandro Barrera, presidente de la Gremial de Importadores de Vehículos de Guatemala.
“Hemos buscado la manera de generar ingresos porque llevamos cuatro meses sin operar, es lamentable esta situación”, expresa César De León, transportista extraurbano de Rutas Quetzal.
“No hay viajes turísticos, ni iglesias abiertas y los colegios están cerrados, es una situación preocupante, estoy sobreviviendo por un viaje que le hago a una maquila”, señala Edwin González, propietario de un bus amarillo.
Por su parte, las arrendadoras de vehículos también han sido una solución para las empresas que han optado por contratar el servicio de transporte para sus colaboradores con la finalidad de que la productividad se mantenga, y con ello puedan garantizarles el empleo.
Las nuevas medidas de seguridad traerán cambios considerables en el uso del transporte público para los usuarios, así como para las personas que viven de esa actividad.
Mientras la pandemia continua modificando las estructuras del país, su impacto se hace cada vez más notable. La mayoría de ciudadanos sufren las consecuencias, pero reconocen que las medidas de contención son necesarias. Aunque esta debería ser la oportunidad perfecta para mejorar el transporte público del país.
Guillermo Ramírez
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt