El Aeropuerto Internacional La Aurora es la terminal aérea más importante del país. Por ahí se moviliza el 90 por ciento del turismo. También transitan por ahí, cada año, alrededor de 4 mil 700 vuelos cargueros. ¿Cómo no ser así, una obra infraestructural de suma importancia para la economía nacional?
El aeropuerto sigue teniendo problemas, pese a lo que se consideró la última mejor remodelación que habría tenido. Revista GERENCIA abordó en 2008 este tema, por considerar que la inversión en esa terminal aérea es de suma importancia, pero también porque debe impulsarse la remodelación, ampliación y acomodamiento de otras terminales que, en el interior del país, podrían ser clave para descentralizar el movimiento en La Aurora, donde se mueve el 100 por ciento de la carga de importaciones y exportaciones.
Concluir la primera fase de la remodelación planteada para ese entonces, requería de una inversión de Q400 millones, aún cuando ya se habían invertido Q800 millones.
En su momento, Juan José Carlos, interventor de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) advertía que, “los trabajos de remodelación no se detendrían por nada. Menos aún cuando solo faltaba por concluir el 25 por ciento de la obra”.
Carlos sustituyó en el cargo a José Manuel Moreno, quien habría sido el director encargado de iniciar las actividades de remodelación. El entonces presidente, Álvaro Colom, habría decidido removerlo para agilizar los trabajos, pero también para impulsar con mayor fortaleza los cambios en las otras terminales aéreas en Escuintla, Quetzaltenango, Puerto Barrios, Petén, San Marcos y Coatepeque.
Los planes del recién nombrado interventor incluían una nueva pista de rodaje de tres kilómetros que permitiría la operación simultánea de aeronaves, así como la construcción de la Terminal Sur, que había quedado solo en planos. Se suponía que esa extensión sería un brazo con siete muelles de abordaje y dos posiciones de abordaje remotas, con lo que La Aurora llegaría a contar con 33 puertas para la entrada y salida de pasajeros en las aeronaves.
Como muchas cosas en este país, nueve años han transcurrido y poco ha sido lo que realmente se ha avanzado en estos planes que, de acuerdo con las entonces declaraciones del interventor recién nombrado, debían concluirse en el año 2011, junto con el fin del gobierno de Colom. Las promesas, como las de la mayoría de políticos, quedaron en eso, palabras del diente al labio que no terminan de hacerse realidad.