¿Cómo alcanzar el éxito y la armonía en las empresas familiares?
Así como toda familia con hijos necesita de un pediatra, quienes trabajan juntos requieren de un consultor en gobernanza que oriente el buen desarrollo de la empresa familiar
Ayudar a maximizar el potencial de las empresas familiares es la razón de ser de Rodolfo José Paiz Toledo, quien como CEO de 55 Fidelius dedica su vida profesional a brindar asesoría a empresas familiares, para que quienes trabajan juntos cuenten con los recursos, consejos y conocimientos necesarios para lograr mejores resultados con el mínimo de estrés, desgaste y fracaso posible.
“Nuestra misión es educar, guiar y apoyar a cada familia emprendedora y conseguirle los recursos para que alcance simultáneamente un alto nivel de éxito empresarial, armonía y felicidad familiar”, dice Paiz Toledo. Esto lo hace al brindar servicios de consultoría orientados a resolver problemas, buscar soluciones y aprovechar oportunidades. También, al enseñar a las próximas generaciones, desde los 12 años, a ser buenos dueños y socios, así como al orientar a los mayores sobre cómo invertir o crear estructuras legales y fiscales que permitan desarrollar el negocio, planificar la sucesión, montar una oficina y proveerles o recomendarles los servicios requeridos.
55 Fidelius atiende empresas familiares en América, desde Alaska hasta Argentina. “Atendemos familias con 20 o 20 mil empleados”, indica Paiz Toledo, quien considera que las empresas familiares son más exitosas, más rentables y mejores miembros de su comunidad que las empresas no familiares.
Mejorar la gobernanza
Tener presente que una de las armas secretas de Almacenes Paiz, el negocio de su abuelo, su papá y sus tíos, había sido contratar a un consultor en empresas familiares y que eso les había ayudado durante décadas a mejorar las estructuras y procesos de gobernanza, hizo que Paiz Toledo tomara la decisión de dedicarse exclusivamente a la gobernanza de empresas familiares, a partir del año 2006.
Desde ese momento y hasta la fecha, el mayor reto lo ha encontrado en el desconocimiento que tiene la mayoría de las familias de Latinoamérica sobre la existencia de una disciplina académica rigorosa que estudie las mejores prácticas de empresas familiares y cómo esta puede ahorrarle problemas, al aplicar acciones que otros ya han emprendido.
“Casi todos los problemas y conflictos de una empresa familiar pueden ser prevenidos”, comenta Toledo, quien añade que la mayoría de personas simplemente asesoran según su instinto y experiencia, pero esa metodología empírica es menos efectiva y más riesgosa que la gobernanza sistémica implementada por la familia en colaboración con un consultor preparado en el tema. “Toda empresa familiar debería contar con el apoyo de un consultor de empresas familiares, de igual forma que todas tienen un abogado, un contador y un auditor”, enfatiza.
El segundo reto es lograr que las familias abran sus corazones y sus vidas a un extraño. Ante eso, es importante que el consultor sea transparente y discreto. “El secreto está en no presionar al cliente. La confianza no se puede comprar, ni forzar. No podemos ayudar efectivamente a una familia que no se siente cómoda de compartir sus penas, retos y problemas. Pero siempre hemos podido demostrarle que lo único que nos motiva es ayudarlos y que tenemos la experiencia necesaria para traerles soluciones efectivas. Así hemos podido ganarnos la confianza”, añade Paiz Toledo.
¿Qué hacer ante los conflictos?
Lo mejor es prevenir un conflicto, antes de tener que resolverlo. A decir de Paiz Toledo, la prevención se logra con una comunicación abierta, honesta, transparente y respetuosa; con sueños y reglas compartidas; con estructuras y procesos de decisión; es decir, con gobernanza. No obstante, cuando no es posible prevenir los conflictos, se deben resolver con amor, con calma, escuchando al otro y buscando soluciones.
“La mejor forma de resolver un conflicto fuerte es con facilitación externa, para reducir el componente emocional y resolver el conflicto de manera constructiva. Cada familia es diferente y es un arte ayudarla de la forma que lo necesita”, explica Paiz Toledo. Algunas requieren de estructuras y reglas muy rígidas, otras, simplemente hablar, sin preocuparse mucho.
Es esencial reconocer que las familias no se pelean porque quieren, lo hacen cuando ya se les acabaron las opciones. “Nuestra intervención parece mágica al resolver conflictos muy rápidamente y con poco estrés, pero ese éxito viene de que contamos con un abanico de opciones y herramientas mucho más amplio del que tiene cualquier familia internamente”, comenta Paiz Toledo.
Y es que, al parecer, no es posible separar negocios de sentimientos. Las familias que intentan tomar decisiones sin emoción, creyendo que eso mejora la calidad de la decisión, corren el riesgo de que luego esa decisión encuentre resistencia o rechazo, porque es imposible ignorar que por ser humanos, la emoción será parte de cualquier situación. Así las cosas, los sentimientos deben ser integrados productivamente a las decisiones, no eliminarlos.
De generación en generación
Aunque cada familia es diferente, hay principios que favorecen la integración exitosa de los miembros a la empresa. Entre estos está el definir reglas claras de contratación, compensación, evaluación y despido, así como reconocer el rol de cada uno como ejecutivo o como accionista. “Lo que se busca es evitar sorpresas y el incumplimiento de las expectativas”, comenta Paiz Toledo.
También es importante que el perfil del puesto que ocupa cada miembro sea apropiado según el perfil de la persona, así su desempeño será efectivo. Además, la compensación deberá ser acorde a los estándares de la familia y del mercado.
Por otra parte, la mejor forma de incrementar la probabilidad de que los hijos quieran ser los sucesores en la empresa es educarlos y darles los conocimientos y la crianza para perseguir sus sueños. Luego, tratar que la empresa, por sus valores, por su misión y comportamiento, sea atractiva. Esto ha de ir acompañado de oportunidades de superación y de una comunicación abierta y sincera.
Sin embargo, señala Paiz Toledo, es importante recordar que heredar la empresa a los hijos no siempre es el mejor resultado. “Si los sueños y la vocación no son compatibles con la empresa o si se presenta una oportunidad atractiva de venta, puede ser mejor finalizar con el negocio”, dice. “Hay que recordar que la empresa es un activo financiero y cultural importante, pero ese activo se puede cambiar, si daña la salud y bienestar de la familia a largo plazo”, explica Toledo.
Por eso, es preciso que la familia revise periódicamente si sus paradigmas y expectativas siguen siendo válidos y si su gobernanza y estructuras aún son apropiadas, pues no se puede afrontar el futuro con las reglas del pasado.
Nancy Avendaño
Colaboradora
Revista GERENCIA
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