¿Cómo gestionar lo que viene después?

Para la recuperación de la economía del país post Covid-19, cobran relevancia las alianzas público–académico-privadas enfocadas a mejorar la competitividad de las empresas

La Facultad de Administración de la Universidad de los Andes brinda algunas ideas sobre la ruta que se debe trazar para apoyar a las empresas en los próximos meses.

Manejar una crisis como la provocada por el Covid-19 es algo que ni los gobiernos ni los gerentes han imaginado aun en sus más disruptivos escenarios de planificación estratégica. Por ello, las organizaciones a todo nivel y sus gerentes no podrán utilizar recetas ni fórmulas conocidas sino tendrán que aprender, sobre la marcha, de los errores de los demás y de sus propios experimentos de prueba y error. Dentro de este contexto de incertidumbre proponemos algunas ideas alrededor de las cuales podemos crear un consenso entre todos, gobierno, sector privado, academia y ciudadanía para elegir nuestro camino en los próximos meses.

Vamos a necesitar empresas para sortear la grave crisis económica que viene después de la crisis sanitaria. Si las empresas cierran sus operaciones por falta de liquidez, la prolongada y traumática recuperación económica puede tener un costo en vidas humanas y bienestar mucho más elevado que el provocado por la crisis sanitaria. Para minimizar este impacto, es esencial garantizar la financiación de las pequeñas y medianas empresas que representan el gran tejido empresarial nacional, pero también impulsar las empresas multinacionales más competitivas, que tendrán la oportunidad de consolidar sus operaciones y su competitividad internacional si la crisis doméstica está bien gestionada.

Ideas para crear
un consenso entre gobierno,
sector privado, academia
y ciudadanía
como ruta a seguir
los próximos meses

Las empresas forman parte de cadenas productivas, clústeres y redes en las cuales se deben apalancar, buscando arreglos y soluciones colectivas y gremiales en lugar de individuales. Esta crisis nos ha ilustrado que nuestra sobrevivencia depende del comportamiento de los demás, de manera mucho más dramática de la que imaginamos. Esto es cierto tanto para nuestro estado de salud como para nuestra economía individual o empresarial. Por ello, nunca ha habido un mejor momento para ponerse a pensar seriamente en modelos económicos de valor compartido escalables (shared value), donde la generación de valor económico está ligada al mejoramiento del bienestar de poblaciones vulnerables y tradicionalmente excluidas. Las soluciones no van a ser obvias inmediatamente, así que la capacidad de innovación y la agilidad serán las fortalezas más importantes, después de la gestión de los recursos financieros.

La transparencia, la sinceridad y la información confiable son los prerrequisitos para construir confianza y liderazgo. Tradicionalmente el sector empresarial ha carecido de un recurso muy importante para emprender acciones colectivas: la confianza. Hay antecedentes que pueden explicar esta realidad y el conflicto armado ha trazado por muchas décadas líneas divisorias que han hecho difícil el proceso de construcción de confianza fuera de localidades específicas y círculos empresariales relativamente cerrados.

Estamos ante la gran oportunidad de actuar de formas que construyen confianza a gran escala. Además, las redes sociales tan activas y sensibles en estos momentos están disponibles en convertir los comportamientos responsables de todos, incluidas las empresas en capital reputacional de manera casi inmediata. En época de crisis, la benevolencia de los usuarios se convierte en un activo esencial para cualquier organización y ayuda a consolidar su liderazgo en un contexto de post-crisis.

Tanto la capacidad de gestión e iniciativa como los recursos financieros, humanos y relacionales van a determinar la suerte de las empresas y de todos nosotros como sociedad. El choque que la crisis sanitaria y la próxima crisis económica que llegará como consecuencia de esta, van a producir efectos diferenciados sobre los distintos sectores económicos. Por ejemplo, los sectores turismo y transporte aéreo estarán entre los más afectados, pero incluso dentro de estos sectores a unos les irá mejor que a otros. La gran diferencia la harán la capacidad de gestión de cada organización y la manera de usar sus recursos disponibles. Por ello, hay que saber definir bien las responsabilidades entre lo que le corresponde al gobierno y lo que les corresponde a los empresarios.

Aquellas empresas que estuvieron redactando su plan de gestión de crisis desde enero probablemente han logrado desplegar sus estrategias de comunicación y motivación de los equipos. Estas tienen mayor probabilidad de sobrevivir a la tormenta, que las que suelen atribuir a factores externos, como un virus chino, la responsabilidad de no saber qué hacer. La gestión de una crisis es un deporte activo donde los espectadores obtienen muy poco valor, así que tomar la iniciativa con una actitud de sumar y contribuir es la estrategia óptima tanto para cada empresa y empresario como para todos nosotros como sociedad.

La universidad, en esas épocas de crisis, aparece como un actor esencial para articular el diálogo y ayudar a pensar los caminos a emprender para mitigar los daños y preparar la post-crisis. En estos nuevos tiempos hemos creado espacios y nos hemos apalancado en herramientas tecnológicas para apoyar el trabajo colaborativo, la conectividad, el acceso a la información y donde podamos socializar experiencias, ideas y co-crear soluciones sumando nuestros conocimientos y redes nacionales e internacionales para servirle a la comunidad. ¡Aprovechémoslas! Iniciemos desde ya el diálogo para preparar y construir entre todos la salida de la crisis.

Facultad de Administración Universidad de los Andes
Revista GERENCIA
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