Ecoeficiencia empresarial y rentabilidad
Optimizar para competir mejor es una de las claves de crecimiento
Juan Pablo Morataya de Centrarse
Es fundamental para la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que las empresas cumplan con la legislación laboral, ambiental, tributaria, de salubridad y de transparencia, entre otras. Se pretende además que a través de la RSE los empresarios comprendan que sus actividades impactan de forma positiva y negativa en la sociedad y en el ambiente, señala Juan Pablo Morataya del Centro para la Responsabilidad Social Empresarial, Centrarse.
La RSE se entendía solamente como acciones filantrópicas que no permitían realizar acciones sostenibles ni medibles. Ahora se busca que haya una gestión más integral, para lo cual la RSE se mide a través de varios criterios, uno de ellos ambiental.
Dentro de esta lógica surge a nivel regional la iniciativa de Ecoeficiencia Empresarial, que busca que las empresas hagan una gestión integral y rentable de los temas ambientales. El prefijo “eco” hace referencia a ecológico y a económico porque se busca cumplir con ambos principios.
El proyecto comenzó en 2012 en Costa Rica y actualmente participan 200 empresas ubicadas en Centroamérica y Panamá, y a partir de 2015 se incorporará República Dominicana. En Guatemala, durante 2014, se realizó un proyecto piloto con 19 empresas, una segunda promoción de 16 compañías empezó en marzo de 2015 y un tercer grupo lo hará en el segundo semestre de 2015.
El proyecto Ecoeficiencia empresarial utiliza un software facilitado por Centrarse, ideal para medir los niveles de consumo e impactos en energía, agua, desechos sólidos, combustibles fósiles, legislación ambiental, reforestación, cambio climático y reciclaje. “Esta línea base permite empezar a adoptar procedimientos para la reducción de consumos, que a su vez reducen el impacto ambiental y sus costos”, señala Dardón. Se convierte en un círculo virtuoso, “en la medida que se toman acciones a favor del medio ambiente, se es más competitivo porque también se reducen los costos en lo económico”, apunta Morataya.
El éxito del proyecto radica en el acompañamiento programado que comienza con una fase de sensibilización sobre la importancia de tener una gestión ambiental responsable.
Posteriormente, la empresa completa un formulario que consigna los niveles de consumo de las áreas indicadas anteriormente. En la siguiente fase se realizan cinco sesiones que analizan los indicadores de las áreas señaladas. La capacitación comienza con datos reales de la empresa, se brinda información sobre optimización de ese recurso y se presentan casos de éxito de una empresa que ya esté ejecutando las acciones.
Como parte de la metodología, se incluyen visitas a empresas con experiencias exitosas. Dardón señala que este proyecto es más atractivo y funciona mejor para una Pyme porque su capacidad de gestión es más rápida y hacer cambios en sus matrices de consumo representa un gran significado en su economía.
Entre ríos
Francisco Ralda, director ejecutivo del Grupo Entre Ríos
Francisco Ralda, director ejecutivo del Grupo Entre Ríos, explica que, la empresa ubicada en Cuyotenango, Retalhuleu, produce hule natural, látex para preservativos, globos, guantes y productos de inmersión, hule para llantas, empaques y alfombras, y procesan la madera del hule.
El marco operacional de Entre Ríos está regido por los componentes de calidad, medio ambiente, sostenibilidad y seguridad. Como parte de su compromiso ambiental cuentan con la certificación de Rainforest Alliance que respalda su relación con las comunidades, el ambiente y la sostenibilidad. Entre Ríos participó en el piloto de Ecoeficiencia empresarial con tres iniciativas en las que ya trabajaban: agua, diésel y electricidad.
La iniciativa del agua consistió en optimizar su uso para la limpieza de hule sólido. Anteriormente, contaban con una pileta de 110 metros cúbicos que se limpiaba dos veces al día, que hacía un total de 220 metros cúbicos de agua utilizada. Se optó por construir una pileta de 27 metros cúbicos que se limpia 4 veces al día, que hace un total de solo 108 metros cúbicos de agua utilizada diariamente. “La inversión tuvo una tasa de retorno anual del 56 por ciento, con lo que la inversión se recuperó antes de los dos años. Anualmente, Entre Ríos ahorró 22,589 metros cúbicos de agua que es igual al consumo anual de 61 casas con media paja de agua cada una”, señala Ralda.
En cuanto al consumo de diésel, Ralda indica que en 2012, en la secadora de hule sólido consumía 43.17 litros/ton, una cantidad por encima de lo especificado que debía ser de 35 litros/ ton. En 2013 se mejoró el rendimiento del equipo hasta 36.81 litros/ton., lo que significó un ahorro de Q348,253 anuales. La eficiencia para 2014 fue de 36.06 litros/ton con un ahorro anual de Q325,553 que equivalen a dejar de consumir 3 cisternas de diésel o 44,012 litros del combustible.
Asimismo, en 2013 se agregaron dos máquinas extras al proceso de producción en la planta de hule sólido, lo que significó un aumento de 117KW. En 2012 el banco de transformación de 500KVA estaba al máximo de su capacidad y para poder producir con las nuevas máquinas (667KVA) sin hacer la inversión de ampliación del banco de transformadores, se hizo un programa de trabajo escalonado que redujo el consumo de energía de 145.78KWH / ton en 2012 a 129.29KWH/ton. La potencia máxima en 2013 fue de 445KW y en 2014 de 443KW. La energía ahorrada en 2013 fue de Q188,019 y se dejaron de consumir 113,951KWH que equivalen a la energía eléctrica que consumen 45 hogares en un año de 200KWH por mes.
Huella de carbono
El Club Delfines es otra de las empresas que ha compartido su experiencia. Ubicado en la zona 14 capitalina, “Delfines comenzó en 2002 el primer proyecto de gestión ambiental responsable”, señala Cinthya González, con la instalación de un 80 por ciento de paneles solares para reducir el consumo de gas.
Posteriormente, en 2006 diseñaron un sistema de tuberías aéreas que sirven para colectar el agua lluvia y utilizarla para mantenimiento. En noviembre de 2011 se instalaron paneles solares para la calefacción de la piscina pequeña y se incrementó la cantidad de paneles en la piscina grande, con el fin de alcanzar el 100 por ciento de sistema solar para ambas piscinas. Con esto lograron reducir en 35 por ciento el consumo mensual de gas. De igual manera se han optimizado los sistemas de iluminación natural, lo que ha redundado en un ahorro del 22 por ciento del consumo de energía. Se han diseñado sistemas de ventilación cruzada para disminuir el uso de aire acondicionado y se clasifican los desechos sólidos.
González señala que al entrar en contacto con Centrarse llegaron a la conclusión de que “lo que no se mide, no mejora”, y por ello decidieron empezar con la medición de la huella de carbono que consiste en conocer el impacto que generan al medio ambiente a través de su operación y el resultado se obtiene en toneladas de CO2 o dióxido de carbono.
Según la medición realizada por Carbon Management para club Delfines, las emisiones de CO2, tanto primarias como secundarias se han reducido en un 30.17 por ciento entre 2009 (año base) y 2012. La reducción de la huella de carbono se está logrando a través de la colocación de Ecofiltros en lugar de oasis eléctricos (reducción del 32 por ciento), la adopción de la campaña Stand by que consiste en contar con un sistema que por las noches apaga todos los equipos y que reduce en un 10 por ciento la huella de carbono. A futuro, Club Delfines adoptará un sistema fotovoltaico con el cual se inyectará energía solar a la red eléctrica y trasladará simultáneamente las luminarias a sistema LED. Con estas acciones se pretende reducir el impacto de la huella en un 76 por ciento.
Los entrevistados coinciden en que, una buena gestión ambiental impacta en el mercadeo. Ralda dice que las empresas que asuman prácticas de sostenibilidad tendrán mejor acceso a mercados y serán más competitivas. Dardón anhela que en un futuro inmediato la gestión ambiental responsable sea reconocida por el Estado, tal como sucede en Costa Rica en donde el ministerio de ambiente otorga una bandera azul ecológica. Un anhelo difícil de alcanzar cuando se comprueba que en Guatemala es el mismo Ministerio de Ambiente el que se hace de la vista gorda con los estudios de impacto ambiental, tal como ocurrió recientemente con M. Tarcic Engineering Ltd. y el lago de Amatitlán.
Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
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