La felicidad es una aspiración universal que todos desearíamos cumplir pero que, al mismo tiempo, somos conscientes de su dificultad. Sabemos que hay pautas de actuación personal que nos acercan a la felicidad y otras, por el contrario, que nos alejan de ella. De allí que, hacer de las dificultades un reto o un desafío es el primer paso para tratar de superarlas.
Cualquiera debería darse el derecho y asumir la responsabilidad de trabajar por su felicidad. Es un partido que sólo podemos ganar si nos decidimos a jugarlo. No hay secreto, la felicidad no es como la fórmula de la Coca-Cola. En todo caso, hay unas pautas de actuación personal que nos pueden facilitar la posibilidad de ser más felices durante más tiempo. Las personas que se complican la vida lo tienen más difícil.
El libro que desafía al ser interior.
Lo más triste es que su dificultad radica en sí mismas, en la forma que poseen de ver la vida. Los pesimistas deberían tratar de quitarse la negatividad que tanto les limita. Para empezar, al tomar conciencia de su pesimismo y de lo poco que les aporta. Dicho en positivo, empezar a ser conscientes de que ser optimista, sin dejar de ser inteligente, hace que la vida sea mejor.
Esto se puede trabajar, aunque a algunos les costará más que a otros. Las causas de la infelicidad, las que más nos atenazan, vienen de lo más profundo de nuestro ser: el miedo, la envidia, el pesimismo, la falta de autoestima, el odio, el egoísmo. Si tuviera que destacar una, sería el miedo.
A veces, la felicidad hay que buscarla y esforzarse por alcanzarla. Otras, nos viene dada sin pretenderlo. Debemos saber disfrutar de ambas. Aún así, creo que las mejores cosas en la vida son las que más cuestan, además, suelen ser las más sólidas y las que perduran.
Las personas felices son optimistas, comunicativas, generosas, tienen una sana relación consigo mismas (sana autoestima), aspiran a todo y se conforman con poco, y disfrutan tanto de los grandes acontecimientos como de los momentos cotidianos, el día a día.
La felicidad sólo es posible con los demás, nunca al margen de ellos y menos contra ellos. Hay gente que, aún en las peores circunstancias que nos podamos imaginar, aún le encuentra un sentido a la vida, a su vida, y es capaz de sacar de sí misma y de los demás lo mejor. La adversidad ha sido para mucha gente una prueba de superación personal y la respuesta ante ella un ejemplo a seguir por los demás.
Esta crisis no es, sólo ni principalmente, económica. Es una crisis de valores, de la forma de entender las cosas cotidianas que a todos nos pasan, como por ejemplo: ¿en qué, por qué y para qué trabajamos? ¿Cuáles son nuestros derechos y nuestras obligaciones? ¿De qué somos responsables nosotros y de qué lo son otros? ¿Qué tenemos que cambiar nosotros, o en nosotros, para que las cosas de afuera comiencen a cambiar? ¿Somos de los que se quejan o de los que actúan? ¿Somos de los que esperan que otros les solucionen los problemas o de los que toman iniciativas para tratar de resolverlos?
Ser feliz, en gran medida, es cuestión de creérselo, proponérselo, intentarlo. De natural, hay quién lo tiene más o menos fácil, pero el esfuerzo merece la pena. ¿Por dónde empezar? Quizás por poner algunos pensamientos positivos en nuestra mente:
Primero, ser feliz es una opción. Segundo, lo importante no es lo que te pasa sino cómo tomas lo que te pasa, la actitud ante las cosas. Tercero, debo empezar por llevarme bien conmigo mismo; si no, estoy apañado. Cuarto, debo tratar de hacer cosas, dedicarme a actividades con las que naturalmente disfrute, que sepa hacer bien y me permitan tener la sensación de que aporto valor. Quinto, atreverme, explorar, arriesgar, probar, salir de la zona de confort, apartar el miedo. La ilusión debe vencer al miedo. Sexto, pensar en los demás y con los demás; hablar, comunicarme con la gente. Sé es feliz con otros o no sé es feliz.
Ignacio Álvarez de Mon
Profesor del IE Business School
Autor del libro “El desafío de la felicidad”