La firma Bear Stearns estima que la cifra de inmigrantes
en Estados Unidos es cercana a 20 millones.
El Senado de Estados Unidos anunció en fecha reciente una propuesta de cambios en la situación legal de los inmigrantes, a la que denominó equivocadamente “reforma”. A raíz de esto, en donde sobresale el hecho de que Barack Obama ganó la presidencia del país norteamericano con la aprobación histórica de los latinos, muchos argumentan que a los políticos de turno no les queda otra más que aprobar los cambios que favorecen sobre otros inmigrantes la entrada de latinos, independientemente, si están o no en ley.
Otro pensamiento de la sabiduría convencional es que, la propuesta del Senado pasará por el congreso estadounidense (la Cámara Baja) tal cual está. Pero, ambos puntos son equivocados.
Inmigración en números
A la “reforma” migratoria no debería llamársele de esa forma, porque ni siquiera promete reducir la inmigración ilegal. Para comprenderlo, conviene brindar contexto al tema.
La cifra más conservadora advierte que, 11 millones y medio de inmigrantes ingresaron y viven ilegalmente en Estados Unidos. Aunque otros, como la firma Bear Stearns, estiman que la cifra es más cercana a los 20 millones. Explican que sus cálculos son racionales si se analizan otros datos. Por ejemplo, de 1995 a 2003, los mexicanos ilegales en Estados Unidos aumentaron un 56%. El salario semanal medio subió un 10%, mientras que las remesas enviadas subieron casi un 200%.
Del total de inmigrantes ilegales en Estados Unidos, se estima que un 9% son menores de 18 años. En cuanto a la nacionalidad, un 56% son de México y un 22% de otros países latinoamericanos, principalmente de Centroamérica.
Sin duda, los inmigrantes brindan muchos beneficios a la economía estadounidense, principalmente en mano de obra buena y barata. Pero se les contrata sin los beneficios “dizque” sociales, como el salario mínimo y las prestaciones laborales.
Esto demuestra ineficiencia. Porque a la economía estadounidense se le conoce por respetuosa del Estado de Derecho, el imperio de la ley y la certeza jurídica. Al darles trato preferencial a quienes violaron la ley en primera instancia, perderían valor.
Por otro lado, vivimos en tiempos de un Estado Benefactor creciente, pero de una amplia y equivocada concepción de los derechos humanos. Además, la inmigración ilegal también representa costos concretos, que se sobre ponderan en las comunidades cercanas a la frontera con México.
En este punto surge una clave de la oposición política a la “reforma migratoria”. El hecho de que la inmigración legal e ilegal sea un beneficio para Estados Unidos, no quiere decir que lo sea para las comunidades aledañas a la frontera con México, ya que no todos los distritos electorales se benefician por igual de la liberalización de la entrada de inmigrantes latinoamericanos. Los que más aislados están de la influencia del voto latino, legal e ilegal, son los republicanos de distritos “seguros”, que actualmente ocupan curules en el Congreso de Estados Unidos.
Pormenores del proyecto
En la llamada “reforma” se legaliza la situación de los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos. Aquellas personas que hayan vivido ilegalmente en ese país, quienes al entrar la ley en vigencia tendrían varios caminos a la legalidad. Los que puedan comprobar que viven en esa nación desde el 31 de diciembre de 2011 deberán pagar una multa de US$1,000. De allí, deberán esperar 10 años para obtener residencia permanente. Mientras tanto, obtendrán un permiso de trabajo.
Se daría trato preferencial a los inmigrantes jóvenes que califiquen, al cumplir una serie de requisitos, bajo el rubro del Dream Act (Acta de Soñadores). Por ejemplo, quienes comprueben que entraron a Estados Unidos antes de cumplir los 16 años, sumado a las demás exigencias, no pagarán multa y se harán ciudadanos más rápido. Mientras estén en trámite, los Soñadores no contarán con acceso a Seguridad Social, ni Obamacare, Medicaid o Medicare. En un gesto muy positivo, los Soñadores de las Fuerzas Armadas podrían obtener la ciudadanía de forma inmediata.
El tema es polémico, porque Estados Unidos ya concedió amnistía a inmigrantes latinos en otra ocasión. Fue en 1986, con el Acta de Control y Reforma de Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés). En ese momento se dio amnistía a 3 millones de personas, que a su vez obtuvieron permiso para llevar a sus familias del país de origen.
En vista de que en el pasado se dio esa amnistía y se incumplió la promesa de seguridad fronteriza, los republicanos insisten en que ésta debe anteceder cualquier camino a la ciudadanía. Ello incluye la exigencia de completar los 1,120 km de cerca fronteriza y la adición de 20 mil agentes para las fronteras.
Asimismo, se contempla la implementación del sistema “everificación”, que endurece los controles sobre la contratación ilegal de empleo fuera de las leyes y regulaciones laborales. Los republicanos insisten en que se debe contar con la implementación tecnológica demandada por los agentes fronterizos.
Por más impopular que sea la posición entre latinos, la de los republicanos cuenta con varios puntos a favor. Entre ellos, la ley, la lógica y los hechos. Está comprobado que la amnistía funciona como incentivo a la futura inmigración ilegal. Por otro lado, el gobierno federal se ha mostrado poco creíble en el tema de la seguridad fronteriza, por lo que sus promesas deben hacerse cumplir para creer en ellas. La verdad es que las leyes existentes en el código federal son suficientes para reducir drásticamente el número de inmigrantes que entran a Estados Unidos de manera ilegal. Lo que pasa es que el U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE) y el U.S. Customs and Borders Protection (CBP) no están facultados para aplicar las leyes.
La “reforma” migratoria del Senado no pasará
El presidente republicano del Congreso, John Boehner, apuesta por el camino en donde se ataca cada tema de forma individual. Su estrategia posee lógica. Una encuesta del periódico Washington Post y el Canal Televisivo ABC News revela datos interesantes sobre la opinión pública respecto a la reforma migratoria.
Un 32% dijo que prefieren que se adopte el plan del Senado y un 53% indicó favorecer la estrategia del presidente del Congreso John Boehner, de atacar la problemática de migración tema por tema. Un problema serio que surgió de la estrategia de abarcar la reforma migratoria de manera integral se relaciona con el programa insignia de la Administración Obama, el Plan de Salud conocido como Obamacare.
Por polémico que resulte, en la propuesta se exime a las empresas de la obligación de ofrecer a los inmigrantes ilegales los beneficios del servicio de salud. Esto hace que sea mucho más barato contratar a un inmigrante ilegal en ciertos sectores que a un ciudadano americano, porque este último goza del derecho a ser cubierto por Obamacare. Sólo en este punto hay argumentos suficientes como para botar la “reforma migratoria”.
El pueblo americano no está unido detrás de la propuesta del Senado. Así que no hay presión sobre Boehner de aceptar dicha propuesta. Esto es un punto importante, puesto que Boehner arriesgaría su presidencia, ante su propio partido, si permite que se vote por la propuesta del Senado cuando la mayoría de su partido está en contra de ella.
En resumen, la estrategia populista detrás de la mal llamada reforma migratoria que practican los demócratas es proponer algo que saben que los republicanos seguramente bloquearán. Más que una reforma integral, lo que se busca es que se mantenga vivo el tema, con la esperanza de ganar cada vez mayor porcentaje de votos latinos en las próximas elecciones, apelar a las emociones más que a la realidad económica y política, y no a los intereses nacionales de Estado.
Sin embargo, esto no conviene a la base popular de los republicanos que dominan el congreso de Estados Unidos, sin el cual no se pasa ninguna ley. Por consiguiente, no conviene el liderazgo republicano tampoco, que hoy por hoy teme más a un ataque por su flanco derecho que por el izquierdo. En pocas palabras, la reforma migratoria que salió del Senado de Estados Unidos es una propuesta poco seria.
Nicholas David Virzi Arroyave
Consejero Editorial
Revista GERENCIA
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