El hada anónima de la fantasía y de los sueños
Es el hada madrina que concreta fantasías en los eventos. Colores, formas, flores, luces, creatividad aparecen y desaparecen de la noche a la mañana, junto con esta mujer acostumbrada al frenesí y a quien no le gusta aparecer en fotografías.
De hecho, no posee tarjetas de presentación, no maneja redes sociales, ni se hace publicidad. A regañadientes aceptó la sugerencia de su hija, de grabar vídeo de sus producciones. A pesar de que sus creaciones son conocidas y copiadas, ella prefiere el anonimato. “Me gusta que mi trabajo esté y no tiene por qué tener una cara”, dice. La conversación es amable, libre, sin tapujos y con mucha risa. El negocio de la decoración de eventos se ha sofisticado.
En la entrevista, Pauline no está convencida de continuar, porque no le gusta que la gente la conozca. Para quien no está en el mundo de la decoración de eventos, ella pasa inadvertida. Pero, para quien si está, es alguien que marca el paso.
Su primer evento fue para una amiga que le pidió armar un cóctel. Y uno de los eventos más connotados fue el cierre de El hada anónima de la fantasía y de los sueños Un pasatiempo que genera empleos la presentación de Guatemala como des tino de bodas, organizado por el Inguat. Relata que aceptó la invitación a pesar de la oposición de otras personas. La oferta que le hicieron incluía dos condiciones, trabajar en color blanco y que consiguiera patrocinio. No consiguió el patrocinio, pero lo hizo por Guatemala y “por amor propio”, porque en cada evento “se mete de cabeza”.
Empezó estudios en arquitectura, pero los dejó porque no le gustó, y luego estudió diseño gráfico. Para Pauline su trabajo es un pasatiempo, con lo que no se hace millonaria. Acepta que sobre ella existe el mito de que organiza eventos sin presupuesto y que este es un cheque en blanco.
Con una sonora carcajada, afirma que si encontrara quién le diera un cheque en blanco, lo llenaría y se iría con él.
Para ella su trabajo es la fusión del gusto personal “por poner algo bonito” y realizar los sueños de sus clientes. Eso sí, amenaza con retirarse el próximo año. Probablemente, la causa no vaya ser ni el cansancio ni el aburrimiento, sino pasar fines de semana con sus nietos. Mientras transcurre la conversación, pregunta por el plano de lugar para el montaje de una boda. El que tendrá que hacer.
Pauline cuenta con cientos de anécdotas sobre los requerimientos obtenidos: bodas que simulan circos, en blanco, sin flores, guatemaltecas, parisinas, realizadas en Guatemala porque ella no puede viajar a otro país a decorar el evento. Lo único que no ha organizado son divorcios, pero “tal vez sería un buen negocio”, afirma mientras ríe.
La creatividad es su reto diario. Recuerda que para una boda con elementos guatemaltecos, la fecha se acercaba peligrosamente, y no tenía nada en mente. De pronto, gracias a un tecolote morado, que ahora le parece horrible, surgió un montaje extraordinario en una semana, luego de tres meses en donde no sucedía nada.
Sin duda, la experta en decoración vive mucho estrés porque se encarga de los detalles personalmente. “En medio de todo me comienza a brincar un ojo, luego el otro, y me pregunto, para qué hago esto”, señala, en medio de la risa.
Por las mañanas, Pauline se dedica a un trabajo más estructurado y menos creativo, y a partir del mediodía comienza el ciclo de la magia. Opina que la decoración es un mercado en crecimiento que está generando muchos puestos temporales de trabajo.
Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt