Expectativas económicas al cierre de 2022
Más incertidumbre y riesgos de bajo crecimiento
La eliminación de restricciones a la realización de ciertas actividades económicas para detener la propagación del Covid-19, la inmunización de la población en contra de este virus y la puesta en marcha de distintos estímulos fiscales, explican parte de la recuperación que experimentó el crecimiento económico del mundo a lo largo del año pasado (en 2020 la producción mundial se contrajo en -3.1% y en 2021 creció en 6.1%).
No obstante, las medidas de confinamiento pasaron factura, la oferta mundial de bienes y servicios a nivel mundial no se recuperó al mismo ritmo al que lo hizo la demanda. Ocasionando una crisis en la cadena global de suministros, que trajo como consecuencia la escasez de distintos tipos de productos (como microchips, vehículos, alimentos, entre otros) y un aumento en los tiempos y costos para trasladar materias primas y productos finales.
Situación que creó presiones inflacionarias a nivel global a finales del año pasado. Un acontecimiento que pasó desapercibido al verse minimizado por el optimismo que produjo el crecimiento económico que todos los países experimentaron.
Un optimismo que duraría poco, ya que el inicio de 2022 se vio marcado por la invasión rusa de Ucrania (que elevó la incertidumbre sobre el abastecimiento mundial de granos básicos, fertilizantes, gas natural y petróleo) y la política de cero casos de Covid-19, implementada por China (que consiste en poner en confinamiento a ciudades enteras para no propagar el virus y representó nuevos cuellos de botella a la cadena global de suministros).
Ambos acontecimientos produjeron una escalada mundial de precios en los alimentos y las fuentes de energía no renovable. Algo que finalmente se reflejó en elevados niveles de inflación, que en el caso de Estados Unidos le llevaron a experimentar niveles no vistos en cuarenta años (9.1% en junio).
Un comportamiento que obligó a los bancos centrales a cambiar el rumbo de su política monetaria, al verse en la necesidad de programar aumentos en sus tasas de interés. La Reserva Federal de los Estados Unidos dio inicio el 16 de marzo y aumentó la tasa de interés de los fondos federales en 25 puntos básicos, posteriormente realizaría tres aumentos más hasta alcanzar una tasa de 2.25% (desde marzo de 2020 hasta el mismo mes de 2022 había mantenido en 0.25%).
Además de reducir el optimismo sobre el desempeño económico del mundo para finales del presente año, se han empezado a acentuar señales que apuntan hacia consecuencias económicas mucho más graves que podrían extenderse por varios años. Como la ocurrencia de una recesión (períodos consecutivos en donde la economía decrece) y de no controlarse la inflación existen riesgos latentes de una estanflación (períodos consecutivos en donde la economía decrece con una inflación elevada).
La actualización de las perspectivas económicas lanzada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el 26 de julio, describió el panorama económico mundial como “sombrío y más incierto”. Al comparar las proyecciones realizadas por el FMI en julio con las de abril, se recortó en 40 puntos porcentuales la perspectiva de crecimiento económico del mundo para el cierre de 2022 (situándolo en 3.2%) y la de Estados Unidos fue reducida en 1.4% (situándolo en 2.3%). Ver Tabla 1.
Proyecciones que podrían seguirse reajustando hacia la baja en octubre (cuando el FMI presentará una nueva actualización), ya que muchos riesgos hacia la baja se siguen materializando. Por ejemplo, el 28 de julio, la Oficina de Análisis Económico (the Bureau of Economic Analysis) de Estados Unidos dio a conocer que su economía volvió a decrecer durante el segundo trimestre (-1.6% en el primer trimestre y -0.9% en el segundo), ubicándolo en una situación de recesión.
Los choques externos han afectado la economía guatemalteca, en junio se experimentó una inflación interanual de 7.55%, la que superó el límite superior de la meta de inflación de mediano plazo (5%) de la política monetaria del Banco de Guatemala (Banguat), en el país no se experimentaba una inflación de esa magnitud desde junio de 2008.
El aumento en el precio de los combustibles llevó al Organismo Ejecutivo a solicitarle al Congreso de la República ajustes al presupuesto del Ministerio de Energía y Minas para subsidiar el precio del gas propano y de la gasolina. La tendencia hacia el alza en la inflación local y las medidas implementadas por los bancos centrales de otros países provocó que La Junta Monetaria elevara la tasa de interés líder hasta ubicarla en 2.25% en junio (realizó aumentos de 25 puntos básicos en mayo y junio).
Los recientes acontecimientos internacionales apuntan a que se realizarán más aumentos en los próximos meses. En cuanto al crecimiento económico, a finales del año pasado el Banguat pronosticaba que en 2022 la economía iba a crecer entre 3.5% y 5.5%, con un valor medio del 4%.
A finales de abril esta previsión fue revisada hacia la baja en 50 puntos básicos (3%-5% y un valor medio de 4%). Se espera que las perspectivas de crecimiento económico sean revisadas nuevamente hacia la baja, cuando se alimenten los modelos predictivos con las estadísticas de desempeño económico de Estados Unidos, que recientemente se dieron a conocer.
En esta coyuntura, es necesario que el Organismo Ejecutivo practique una política fiscal responsable (en especial al encontrarnos a menos de un año de las elecciones generales) y coherente al contexto inflacionario que la Junta Monetaria está combatiendo al aumentar la tasa de interés.
Esta responsabilidad pasa por evitar presupuestos altamente deficitarios y por realizar mayores esfuerzos para priorizar el perfil de las personas a las que se les dará asistencia debido a lo vulnerables que son a los aumentos de precios.
Si bien, el contexto económico internacional no es alentador y la incertidumbre es elevada, es fundamental apostar por una política económica local agresiva. Que parte por reconocer que los retos en materia de transformación productiva, inversión, generación de empleo productivo, mejora de los ingresos de la población, infraestructura productiva, innovación, productividad y certeza jurídica que el país enfrenta, siguen siendo igual o más importantes y urgentes que antes.
Por lo tanto, es importante sentar bases sólidas a través de una agenda económica que trascienda gobiernos de turno. Claro, esto amerita una madurez política y una visión de largo plazo que lamentablemente los políticos no han mostrado tener.
David Casasola
Magíster en Economía
Con especialidad en Análisis
De Políticas Económicas
Director del Área Económica del CIEN
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