Liderazgo femenino, un estilo propio

Las mujeres aportan dimensiones nuevas a la forma tradicional de ejercer el liderazgo

El liderazgo femenino presenta características muy particulares, relacionadas estrechamente con el desempeño, la personalidad y la forma de trabajar.

Una amiga decía alguna vez que sólo una mujer era capaz de atravesar el Llano –extensa región plana del oriente colombiano- con un niño en sus brazos. Esa fortaleza persistente y sostenida es una de las características del liderazgo femenino, el cual es diferente al masculino y ahí está, en nuestro concepto, su principal bondad: puede aportar dimensiones nuevas o complementarias a la forma de ejercer el liderazgo tradicionalmente masculino.

El 90% de 162 mujeres presidentes y vicepresidentes de empresas del sector privado de 17 países latinoamericanos, contaron en entrevistas sobre cómo lograron ascender a posiciones directivas. Consideran que el liderazgo de hombres y mujeres es diferente, y sostienen que fueron sus características de personalidad, su trabajo arduo y su desempeño en cargos anteriores lo que les permitió llegar a la posición de liderazgo que ocupan ahora.

de acuerdo con la clasificación de liderazgo que hizo Burns, el transformacional está orientado a promover la transformación de los intereses de los miembros del equipo para lograr alcanzar las metas de la organización, mediante el carisma e inspiración del líder y de su manejo de las relaciones interpersonales.

Mientras que el líder transaccional concibe el desempeño laboral como el resultado de una serie de transacciones de premio y castigo a través del uso del poder y de la autoridad formal con los subordinados. Hombres y mujeres pueden hacer uso de los dos tipos de liderazgo y no puede decirse que el transformacional sea femenino y el transaccional sea masculino. Sin embargo, en una metaanálisis de 165 estudios sobre estilos de liderazgo, se encontró que el liderazgo de las mujeres era más democrático que autocrático y promovía la participación en los procesos de toma de decisiones.

Igualmente, Rosener al comparar el liderazgo de hombres y mujeres mediante un análisis cualitativo, describe el liderazgo femenino como interactivo y resume en cuatro sus características distintivas: promueve la participación, comparte el poder y la información, busca aumentar la autoestima propia y de sus colaboradores e infunde energía y entusiasmo en los demás.

Dada la descripción que hacen de su propio estilo de liderazgo y de los rasgos que consideran propios de su estilo, la mayoría de las mujeres entrevistadas parece más acorde con un estilo transformacional que transaccional por cuanto promueven la participación en la toma de decisiones del equipo de trabajo, comparten generosamente la información y el poder y buscan que sus colaboradores se sientan a gusto en su trabajo y que el temor no guíe su compromiso con el desempeño. “yo quiero que la gente que entre a mi oficina se sienta a gusto para que pueda contribuir con sus ideas y se comprometa con las soluciones”, decía una colombiana, presidente del sector financiero.

La mayoría de nuestras entrevistadas escogió como características típicas del buen liderazgo y del suyo propio, tener visión, estar orientadas al logro y trabajar en equipo, y si bien lo ven como distinto al liderazgo masculino, 65% de las entrevistadas afirman que el liderazgo femenino no es mejor que el masculino.

Cabe señalar que el liderazgo femenino no sólo tiene rasgos distintivos sino además se ha encontrado que puede ser más efectivo que el masculino. En un meta-análisis sobre calificación de la efectividad del liderazgo, Eagly y Carli encontraron que a las mujeres se las calificaba como más efectivas que a los hombres.

¿Por qué será entonces que la proporción de mujeres en la alta dirección es tan inferior a la de los hombres? Recordemos que, de las compañías del Fortune 500, sólo el 3% cuenta con una presidente mujer. Una de las razones para ello pueden ser los estereotipos de género que encasillan a uno y otro sexo en roles esperados, los cuales, en este caso, terminan castigando a las mujeres por cuanto se cumple el dicho popular: “palo porque bogas y palo porque no bogas”, que en nuestras latitudes significa, que hagas lo que hagas de igual forma te criticarán.

Si se comporta como espera el estereotipo de rol, es decir de forma amable, amistosa y comprensiva, se piensa, dada la asociación del liderazgo con características más identificadas con el rol masculino tales como la competitividad y la asertividad, que la mujer no es un buen líder. y si asume un rol más asertivo y competitivo y ambicioso, se le descalifica porque no asume un rol amable y comprensivo como se espera de una mujer.

En resumen, si miramos el desempeño de las mujeres entrevistadas, no nos cabe duda que son líderes. y, según su propia opinión, ha sido su particularidad lo que les ha permitido llegar a ser líderes. Por consiguiente parece ser evidente la conveniencia de respetar y promover el liderazgo participativo, interactivo y transformacional de nuestras ejecutivas latinoamericanas en unas culturas que según el 78% de ellas siguen siendo machistas.

Maria Consuelo Cardenas
Profesora titular de la Facultad de Administración
Universidad de los Andes, Colombia

También podría gustarte