Lo bueno, lo malo y lo feo de ser ejecutiva, esposa y madre

"Todo te gusta y todo lo quieres hacer bien. Todo es importante y a todo lo que quieres dedicar tiempo, pero tenés que escoger y las prioridades a veces no son tan claras".

El principal dilema de la mujer de hoy es lograr el balance entre la vida laboral, personal y familiar.

Cuando las mujeres no contaban con opciones de vida diferentes al hogar, quizás tampoco poseían problemas existenciales como los de hoy en día. Supuestamente, vivían felices en su rol de esposas y madres y eran las “reinas del hogar”: decidían qué, cuándo y cómo se hacía en su casa. Se les atribuía el papel fundamental de formadoras de la sociedad y de mantener la especie, y se les reconocía por ello. Sus esposos, padres y hermanos se encargaban del sustento económico del hogar y ellas del sustento afectivo.

Este estereotipo, que probablemente fue cierto en algunos casos, mas no en todos, ha cambiado bastante. Hoy en día las mujeres cuentan con otras opciones, lo que parece haberles complicado la existencia. Por diversos motivos, las mujeres de todo nivel social poseen oportunidades educativas y laborales impensables hace 100 años. Cada vez más ingresan a la educación superior y se gradúan en menos tiempo que los hombres. A nivel laboral, concretamente en Latinoamérica, ocupan posiciones de dirección en las organizaciones, en proporción equivalente a las mujeres de países del primer mundo.

Pero al igual que las mujeres en otros países, las directivas en Latinoamérica, según entrevistas realizadas en 17 países, señalan como su principal dilema el balance entre la vida laboral, personal y familiar, así cuenten con el apoyo de sus familias y del servicio doméstico. He ahí el problema existencial. Cuando no habían opciones, los problemas existenciales de la mujer eran definir su identidad, aparte de su esposo e hijos, y lograr la satisfacción personal, independiente de los roles como madre y esposa, entre otros.

Actualmente, lo bueno es que las mujeres han asumido -con éxito y con el mismo empeño que asumieron las tareas del hogar y la crianza de los hijos- la creación y el desarrollo de una empresa, el apoyo al desempeño efectivo de los colaboradores, las metas financieras de una compañía, entre otras tareas laborales, además de sus obligaciones como madre y esposa.

De acuerdo con las entrevistas realizadas en los últimos años, las mujeres disfrutan el trabajo profesional y sí están interesadas en las posiciones de poder, no por el poder mismo, sino como una forma de prestar servicio y de crecer profesionalmente. Asumen un liderazgo transformacional caracterizado por promover el trabajo en equipo, motivan a sus colaboradores al apoyar el desarrollo de las habilidades y al ganarse su confianza. Este estilo de liderazgo, que no es exclusivo de las mujeres, ha demostrado ser muy eficiente, lo que ha logrado que se aprecie cada vez más la contribución de las mujeres en las organizaciones, porque ellas se comprometan plenamente con el trabajo.

Lo malo es que los estereotipos de género imperantes les cobran por este doble rol. Por un lado, todavía se presume que corresponde más a las mujeres que a los hombres asumir las tareas del hogar. Por ello, en las organizaciones dudan de su compromiso y, por ende, se les dan menos oportunidades de ascenso que a los hombres. Por otro lado, no se acepta su forma de liderar, pues el modelo imperante de liderazgo sigue asociándose más con características típicamente masculinas.

Entonces, las mujeres que hoy cuentan con muchas oportunidades de crecimiento y avance en las organizaciones y han demostrado con creces que hacen bien la tarea, terminan enfrentadas a una situación paradójica de sí pero no: sí, aporte, contribuya, trabaje, pero no puede llegar a la dirección de la empresa así su desempeño sea óptimo. De pronto usted abandona el barco porque las tareas del hogar terminan siendo su prioridad. Sí, venga y contribuya, pero ¿cómo va a “abandonar” a su familia?

¿Qué hacer? ¿Acaso deben regresar las mujeres al hogar? ¿Estaríamos dispuestos como sociedad a perder su valiosa contribución a nivel laboral? En nuestro concepto habría que encontrar, conjuntamente, hombres y mujeres, empresas y familias, las estrategias pertinentes para asumir el tema de los múltiples roles y del balance hogar-trabajo.

Las mujeres que han logrado la dirección de las empresas mencionan algunas estrategias que les permitieron manejar los dilemas: vivir cerca del trabajo para poder estar cerca de los hijos, esposo y familia; delegar formalmente en el esposo y los padres algunas de las tareas con los hijos y manejar la culpa que a veces sentían o les hacían sentir. Y también reconocer que es fundamental, tal como lo señala Sheryl Sandberg, presidente de Facebook en su reciente libro, reconocer en forma explícita y consciente la importancia de los hijos en la vida y las exigencia que esto conlleva para una mujer trabajadora, en lugar de pretender desconocerlo.

A nivel individual es clave establecer las prioridades para poder tomar las decisiones que se requieran en el momento de un dilema. Y a nivel social, clarificar que el problema no es de las mujeres, porque lo feo es, precisamente, ignorar que debemos asumir como sociedad la crianza de los hijos, el mantenimiento del hogar y el apoyo a la contribución de las mujeres a nivel laboral.

María Consuelo Cárdenas de Santamaría

Profesora Titular
Facultad de Administración
Universidad de los Andes
Bogotá, Colombia
marcarde@uniandes.edu.co

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