Un ejemplo vivo de superación

La autoexigencia ha sido su bastión para el crecimiento personal y profesional

Ángela de Carranza,
vicepresidente de CODACA Hino.

Pocos creen en las historias de quienes llegan a una empresa ocupando cargos casi invisibles y terminan siendo altos ejecutivos. La de Ángela de Carranza es realmente una historia de ascenso profesional.

Estudio los básicos en el Instituto Nacional para Señoritas Centro América (Inca), luego se trasladó a la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales, más conocida como Comercio, donde se graduó, en 1972, de perito contador. Se jacta de haber sido la mejor estudiante desde siempre y eso, entre otros aspectos, fue clave para su crecimiento profesional.

En 1973 ingresó a la Universidad de San Carlos. Se inscribió en la Facultad de Ciencias Económicas para estudiar la carrera de Contador Público y Auditor. Recuerda que se inscribió el mismo día que lo hizo Oliverio Castañeda de León, a quien describe como “un muchacho muy guapo, por cierto”.

Fue invitada a participar en política estudiantil pero no aceptó. En el Inca se lo habrían propuesto y cuando asistió a una reunión en el Instituto Rafael Aqueche, notó que había cosas que no le parecían. Nunca lo dice abiertamente, pero por sus relatos se percibe que la injerencia guerrillera era obvia y ella no congeniaba con esas ideas. Y cómo hacerlo. Su bisabuela y abuela fueron dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), la cuna del anticomunismo guatemalteco.

De Carranza no olvida que su primer trabajo fue en Nylontex, donde le ofrecieron el sueldo mínimo (Q40.80 mensuales), “un dineral para ese tiempo”, recuerda. Sin embargo, cuando fue a recoger su primer cheque se llevó una sorpresa, el monto era de Q70.00. Le dijeron que era un reconocimiento a lo autoexigente que era en su trabajo.

Su siguiente trabajo fue en Distribuidora Fotográfica (Difoto), con don Jorge Tabush, a quien recuerda con mucho cariño y respeto. “Una gran persona y un gran jefe”, dice. Según relata, el señor Tabush tenía un gran sentido social. Tanto que construyó una colonia para sus trabajadores y les garantizó un bono para que con ese dinero pagaran el préstamo con que les dieron la casa.

Al morir Tabush ella partió con Emilio, el gerente de Guatecolor, quien decidió fundar su propio negocio al que llamó Mayacolor. Se hizo contadora general de ese negocio. El 22 de junio de 1981 su vida cambió totalmente. Ingresó al grupo Codaca como contadora general, luego ascendió a Gerente de Administración, un puesto que luego se convirtió en Gerente de Administración y Finanzas, para hoy día alcanzar la vicepresidencia Financiera y Operativa del grupo. Todo esto no fue fácil. Menos aún cuando debía atender a su familia, un esposo y cuatro hijos, dos de ellos unas gemelas que hoy cuentan con 35 años. Su hijo menor cuenta con 23 años y la intermedia con 30.

Hace 22 años enviudó y debió enfrentar la vida jugando el doble rol de padre y madre. Pero dice que gracias a su carácter fuerte, eso no fue tan complicado. Lo que sí recuerda es que sus hijos y ella perdieron a un gran hombre, alguien que la apoyó siempre y a ellos los contempló como nadie.

Dice que una vez, cuando las gemelas estudiaban en el colegio Capoulliez, no llegaron a tiempo y no las dejaron entrar. Entonces su esposo se regresó con ellas a la casa y las escondió mientras ella se iba a trabajar. Cuando ella finalmente se despidió, él sacó a las niñas, las arregló y se fueron de paseo. “Era un excelente padre y sobre todo muy protector”, recuerda.

Hoy ya piensa en su retiro, pero antes quiere estar segura que el futuro de sus hijos no tendrá problemas.

Carlos Morales Monzón
Consultor y Periodista
cmoralesmonzon@yahoo.com

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