Perseverancia y pasión por la inclusión

El amor hacia su hija permitió que Mauricio Urrea convirtiera una necesidad en una oportunidad, ya que potenció sus capacidades, para hacerla más feliz y productiva

El Centro de Formación para Inclusión Laboral (Inclulab) surgió del deseo de mantener ocupada a Daniela Urrea, una señorita autista, alegre y apasionada por lo que hace. A sus 16 años, ya no se encontró un centro de atención para personas con su tipo discapacidad.

Para entonces, Mauricio Urrea contaba con una empresa que pasaba por problemas financieros, debido a que dedicaba mucho tiempo en llevar a su hija a distintos cursos. Entre ellos, Mauricio y Daniela tomaron uno de panadería en el Instituto Técnico de Capacitación (Intecap), con la intención de compartir más tiempo juntos, ahí fue donde él notó la destreza de su hija para hacer distintos tipos de pasteles y panes.

Fue así como, “a mediados de 2018 nació Inclulab, con el objetivo de hacer productivas las capacidades de otros jóvenes como Daniela, que no tienen oportunidades en empresas comunes. Este es un centro de formación para la inclusión laboral, porque aquí empleamos y capacitamos a jóvenes con discapacidad, aquí maximizamos las habilidades de cada joven para llevarlos a un ámbito laboral real”.

Urrea explica que, la idea de crear Inclulab se debió a que no hay centros de atención para jóvenes de 16 años en adelante. “Yo conozco a muchos padres con jóvenes con discapacidad, pero no saben qué hacer con ellos, porque no tienen cómo ocuparlos y hacerlos más productivos”.

Durante los primeros meses de Inclulab se formaba a los jóvenes para potenciar sus habilidades y se les colocaba en empresas, pero pronto se dieron cuenta que hay que capacitar a las empresas para que sepan tratar a los jóvenes con discapacidad. Así surge la idea de montar una panadería para que ellos pudieran seguir con lo aprendido. “Nosotros les damos un trabajo, potenciamos sus habilidades, los colocamos en donde ellos son mejores y los hacemos productivos, eso es Inclulab”, afirma Urrea.

Para cumplir con todos los requisitos legales, registró la empresa Yoyos Pizza, en honor a Yoyo, la periquita de Daniela. La pandemia trajo retos a la empresa, porque todo se paró, pero la panadería siguió produciendo, porque los jóvenes reciben un sueldo por el tiempo que trabajan. Los padres se ven beneficiados porque sus hijos se ocupan, aprenden, se capacitan y ayudan a pagar las terapias. “En marzo se paró la venta de pizzas y comenzamos a vender pan francés en nuestra colonia. Fue un éxito, todos nos venían a comprar pan. Entonces se me ocurrió llamar a amigos que viven en condominios grandes y así se amplió nuestra cobertura y la oferta de productos”, expresa Urrea.

Para poder manejar la empresa, Urrea se ha capacitado. De hecho, en un curso de emprendimiento presentó el proyecto, donde surgieron las fases que espera poner en marcha. “Además de maximizar las habilidades de los jóvenes, deseamos abrir más panaderías en 2021 y franquiciar el modelo de negocio, para que se adiestren en Inclulab y puedan crear sus propios negocios, con ayuda de los padres, ya que muchos viven en condominios grandes”.

Según el empresario, ha sido un reto conseguir a las personas idóneas para capacitar a los jóvenes, porque son un capital humano importante, son quienes hacen Inclulab.

Daniela y otro joven que labora en Inclulab también son muy hábiles en el arte de la pintura. A través de amigos en el extranjero han logrado exponer y vender pinturas únicas. Ese tipo de alianzas también ha permitido que se conozca el trabajo de los jóvenes que son parte de Inclulab.

Urrea expresa que, a corto plazo, espera seguir formando y capacitando jóvenes, porque viene una etapa muy buena para ellos, ya que la época navideña es para convivir. Se han preparado materiales para compartir en redes sociales, por lo que esperan duplicar las ventas. “Entre más ventas, más jóvenes podrán ser capacitados. Aunque más que utilidades, buscamos hacer felices y productivos a jóvenes con discapacidad. En este momento hay tres jóvenes trabajando en la panadería, pero a finales de año se le dará la oportunidad a dos más, porque habrá mucho trabajo”, indica Urrea.

Según el emprendedor, en Navidad, la panadería producirá galletas únicas que los jóvenes pintan. En la actualidad, los apoya un chef panadero. No obstante, el objetivo es abrir dos panaderías más, atendidas por los jóvenes.

Inclulab es un centro de formación para inclusión laboral, donde potencian las habilidades de cada joven para incluirlos en el ámbito laboral. Durante la etapa de aprendizaje se les ubica en la panadería y pizzería. Todos los días, Urrea prepara los materiales y mezclas desde la madrugada junto al panadero, y a las 8 de la mañana llegan los jóvenes que hacen el francés, las champurradas y los demás bocadillos.

“Aunque estamos viviendo una etapa atípica debido a la pandemia, el principal anhelo es capacitar a más jóvenes, vender muchas galletas durante la época navideña y darnos a conocer en Guatemala. Esperamos que los chapines crean en nuestro proyecto, porque son productos deliciosos, hechos por excelentes trabajadores, que solo necesitan una oportunidad”, asegura el empresario.

Cuando se pierde la pasión, se pierde todo, por eso hay que creer y luchar por alcanzar los sueños. Es necesario que los emprendedores no desmayen, hay que convertir las necesidades en oportunidades. “Soy feliz de ver a mi hija entretenida, comprometida en hacer su mejor esfuerzo, contenta de ser productiva, por eso Inclulab es un gran sueño hecho realidad”, concluye Urrea.

 

Guillermo Ramírez
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.com.gt

 

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