Remesas que modifican la fachada rural
La construcción o modificación de las viviendas es uno de los principales destinos de las remesas
Guatemala es un país donde los problemas crecen a la par de su población. Sin embargo, hay un elemento digno de tomar en cuenta y que invalida, en parte, esta afirmación. Nos referimos, claro está, a las remesas, esos benditos dólares que nos recuerdan permanentemente nuestra dependencia de otras economías.
¿Qué pasa y adónde se van las remesas?
El Banguat cifra en 6.2 millones la cantidad de guatemaltecos que reciben dólares procedentes de remesas, casi una tercera parte de la población total, a un promedio de US$379 por recipiendario.
El banco estatal señala que, quienes reciben remesas se reparten a partes iguales entre habitantes del campo y los núcleos urbanos. La mayoría de estos viven en los departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango y Guatemala, de los más poblados del país; en los tres primeros hay grandes núcleos de población rural.
Aunque la pregunta indudablemente tiene muchas aristas, difíciles de explicar en el mejor de los casos, es evidente que han representado, en primera instancia, una mejora en la capacidad de consumo de numerosas familias de escasos recursos.
Esta nueva capacidad se evidencia en dos o tres sectores de consumo, particularmente la construcción de vivienda, compra de bienes para el hogar, en especial electrónicos y línea blanca, y automóviles. Otro porcentaje menor se destina al ahorro personal o familiar, aunque no está claro cuántos de quienes reciben transferencias están bancarizados. Pocos de esos montos se destinan a programas de inversión familiar en proyectos comerciales o industriales.
Hace dos años, en 2016, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que el principal destino de las remesas familiares en Guatemala era inversión y ahorro (48.9% del total) y el 35% para el consumo en forma de canasta básica de alimentos, servicios de salud, educación y transporte.
La parte destinada a la inversión se ocupa principalmente en construcción o reparaciones en el hogar, compra de inmuebles y otros enseres que han dado lugar a un fenómeno conocido como “Arquitectura de remesas”, según lo describe en su estudio científico la doctora Ruth Piedrasanta.
Y es que, las remesas han cambiado radicalmente el paisaje de los departamentos de Guatemala, pues las viviendas se modifican al gusto del migrante, sin ninguna planificación municipal y sin la intervención profesional de arquitectos o ingenieros.
El Centro Cultural España describe acertadamente este fenómeno, que se da en países como Guatemala, El Salvador, Honduras y México, como la “arquitectura sin arquitectos y la urbanización sin urbanidad”, que dan por resultado un desatinado estilo americano que desentona con el paisaje nacional y que se edifica lejano a la necesaria planificación urbana.
Son los maestros de obras y los albañiles quienes hacen lo que pueden para complacer a los migrantes, quienes a la distancia solicitan sus caprichos por medio de dibujos o fotografías, obras que después son supervisadas por los familiares. De esa cuenta, cada día se dibujan en el paisaje nuevas casas de varios niveles que llaman la atención, tanto por su estilo americanizado como por el uso de concretos, ventanas americanas y otros antojos del migrante, quien, si algún día regresa a su país, desea hacerlo en condiciones similares a las que le provee el sueño americano. Cambios que en muchas ocasiones se dan solo en las fachadas, pues los interiores siguen siendo los mismos cajones, quizás ampliados a más habitaciones, pero con pisos cerámicos y ventanas de pvc.
Cada día se dibujan en el paisaje rural casas que llaman
la atención por su estilo americanizado
Importancia de las remesas
Con una pobreza galopante -casi cuatro de cada diez guatemaltecos no ganan lo su cliente para pensar más allá del día siguiente-, esos lujos de dinero con la cara de Washington representan la casi única salida para olfatear algún futuro posible.
Durante 2017, los guatemaltecos residentes en el extranjero -especialmente en Estados Unidos- enviaron al país US$8 mil 192.21 millones, un monto récord en la historia de ese rubro económico, de acuerdo con el Banco de Guatemala (Banguat). Esto es un 14.4% más que los US$7 mil 159.96 millones de 2016 que, a su vez, ya constituían un registro histórico.
Solamente en lo que llevamos de este año, en el que aún no alcanzamos siquiera la mitad, la cantidad de dinero recibida de guatemaltecos que se ganan la vida al norte del río Bravo ha aumentado hasta los US$2 mil 019.16 millones, un 3.85% más que en igual lapso del año anterior y más del doble de lo percibido durante el primer trimestre de 2010 (US$890.58 millones).
En febrero pasado, los envíos aumentaron un 2.6% con respecto a ese mes de 2017, y los US$634.5 millones de enero marcaron un hito histórico en el mundo de las remesas familiares.
De cualquier manera, “gracias a las remesas mantenemos una balanza de cuenta corriente positiva en la economía”, afirmó Víctor Flores, técnico del Banguat, citado por Prensa Libre.
Antonio Girón
Colaborador Revista GERENCIA
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