Samboro, una marca que da integralidad al piso

Mediante la capacitación de los instaladores

Hablar de Samboro en Guatemala es lo mismo que hablar de pisos cerámicos. Y hablar de este tipo de pisos, que sustituyeron al granito desde hace muchos años, es hablar de mucho más que un simple objeto que se fabrica para ponerse sobre el suelo.

La estética que estos elementos le dan a un complejo arquitectónico depende del tipo de piso que se elija, del color, el estilo y, sobre todo, de la calidad de la instalación. Porque poner pisos es un arte que no cualquiera domina a la perfección. Hacerlo requiere de conocimiento, paciencia, concepto y técnica, para lo que también se necesitan herramientas adecuadas.

Alejandro Delgado, gerente de ventas de Samboro

Es por lo que, más allá de la fabricación stricto sensu, Samboro ha implementado a través del tiempo, cursos que permiten a otras personas aprender la integralidad de poner un piso que dure toda la vida. De no saber hacerlo, se corre el riesgo de que se raje, se astille o se quiebre y haga perder el concepto estético por el cual se eligió.

Importado desde Estados Unidos
Alejandro Delgado es el gerente de ventas de Samboro. Su llegada a la empresa se registró hace 21 años, pero con él también se consolidó una parte integral de ella, pues su experiencia hizo que no solo se pensara en la fabricación de calidad, sino en todo un proceso que lleva hasta la instalación total del piso en un ambiente.
Delgado es un guatemalteco que vivió y estudió en Estados Unidos buena parte de su vida. Es ingeniero de profesión, pero en el norte trabajó como instalador de pisos. Allá, cuenta, se capacitó y se trajo consigo el curso de la Asociación de Ceramistas de Estados Unidos, con el cual se han dedicado a capacitar a entre 600 y 800 instaladores de pisos, desde hace 16 años.

Pero qué hace la diferencia entre un instalador empírico y uno profesional. Pues la calidad de su trabajo y la velocidad con que logra hacerlo, asegura Delgado. Y en la instalación de pisos está totalmente comprobado.
Cuando Delgado se incorporó a Samboro dice que en Guatemala el promedio de instalación de piso era de entre 6 y 7 metros cuadrados diarios. Sin embargo, con su técnica, en Estados Unidos ya se alcanzaba una productividad de entre 15 y 20 metros. Eso significa, sin duda, triplicar la producción. Y si se piensa en que en este país los instaladores ganan por trato, es decir por la instalación de cierta cantidad de espacio pactado, eso significa que lograrán incrementar sus ingresos sustancialmente.
Pero eso también significaba una ganancia para la empresa, pues entre más rápido instalen los pisos, sin perder la calidad del trabajo, la demanda del producto también se elevará.

Por esa razón, Delgado propuso traducir el curso que recibió en Estados Unidos y ofrecerlo como un producto de capacitación en Guatemala. Para ello se alió con la Cámara de la Construcción y con el Instituto Técnico de Capacitación Profesional (Intecap), con quienes desarrollaron un pensum que en principio fue diseñado para 60 horas, pero que en Estados Unidos dura 4 meses de manera intensiva.
No se trata de cualquier curso que solo enseñe la técnica de poner el cerámico. El curso ofrece conocimientos generales que permiten una educación integral del instalador, para que comprenda en realidad lo que hace y cómo debe hacerlo de la mejor forma.

Así, antes de entrar en la parte técnica, los instaladores son capacitados en temas de matemática y comunicación. Y la razón es más que lógica. Para calcular la cantidad de producto que se debe adquirir, se debe contar con conocimiento de cálculo de área y para ello se requiere de tener los conceptos del perímetro, la altura, el ancho, las dimensiones. Y de comunicación porque se debe dominar la jerga de la construcción. Entender a cabalidad las instrucciones de un ingeniero o de un arquitecto, requiere de conocimiento, pues así se evita o minimizan las posibilidades de cometer errores. Hay que recordar que, si un piso se instala mal, nada puede recuperarlo, excepto una nueva instalación, con nuevo material.

Una vez capacitados en estas áreas, se entra a la parte técnica. En Guatemala muchos aún cortan el piso cerámico con puntas de broca, lo rayan y cortan de manera muy artesanal, dejando cortes estéticamente mal vistos, sin precisión ni rectitud.

Antes de iniciar los cursos, era muy común que muchas piezas se echaran a perder, pues la forma del corte dañaba los pisos y eso aumentaba la posibilidad de que se echaran a perder.

Así se disminuyó también la cantidad de reclamos por piezas que se dañaban y cuya culpa se le echaba a la empresa, aunque en el fondo el responsable fuera el instalador.

Con el tiempo se ha logrado que el curso también lo patrocine Rubi, la empresa española fabricante de herramientas para la instalación de pisos más grande en el mundo, y Fila, otra empresa dedicada a producir materiales relacionados con la colocación y limpieza de superficies. A cada capacitación asiste un promedio de 20 estudiantes que solo deben desembolsar la cantidad simbólica de Q100 para su inscripción. El resto lo ponen los patrocinadores y el curso se repite de 2 a 3 veces cada año, con lo que se gradúa a un promedio de 40 instaladores.

Para rematar con broche de oro, Samboro y sus aliados han conseguido motivar aún más a los instaladores, al crear el día del instalador. Este evento, que se celebra cada año con reuniones, concursos y premios, no deja de ser un verdadero incentivo para que más instaladores se preocupen por aprender y profesionalizarse en el arte de la colocación de pisos.

Hoy día, la marca estadounidense para la instalación de 20 metros cuadros cada día, ya es el común para los instaladores guatemaltecos.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
cmoralesmonzon@yahoo.com

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