Strawberry Farm field on mountain

Sin aprovechar nuestros privilegios naturales

Guatemala cuenta con una posición geopolítica envidiable. Pero, lejos de aprovechar todas sus ventajas naturales, nos enredamos en líos políticos que retrasan nuestras oportunidades de crecimiento

Nuestro país es privilegiado. Además de sus riquezas naturales, en flora y fauna, aun cuando muchas de ellas están en peligro de extinción, Guatemala cuenta con una posición geográfica envidiable por muchas naciones.

Las economías mundiales, hoy día, se mueven fundamentalmente basadas en el comercio, en el intercambio de mercancías a nivel internacional. Y esa envidiable posición geográfica del país, sin duda alguna, garantizaría para la mayoría la posibilidad de alcanzar niveles elevados de intercambio.

Estar posicionados muy cerca de Estados Unidos, uno de los principales consumidores del mundo y de nuestros productos, es un verdadero privilegio, pues también nos hace atractivos para aquellos que industrialmente buscan más cercanía hacia esos mercados y también la posibilidad de instalarse en un país con menores costos de producción que los harían más rentables. Sin embargo, estas facilidades y privilegios no se aprovechan del todo, dejando de alguna manera perdida la oportunidad de mejorar los niveles de comercialización a causa de nuestras deficiencias, las que principalmente se hacen mucho más notorias en nuestra infraestructura.

Fácil, más no rápido

Ingrid Barillas González, directora ejecutiva del Consejo de Usuarios del Transporte Internacional de Guatemala (Cutrigua), reconoce que el país cuenta con una posición geográfica privilegiada y sostiene que eso nos potencializa para convertirnos en un corredor logístico altamente competitivo en la región centroamericana.

La ejecutiva destaca que no solo se trata de nuestra posición entre los dos océanos, Pacífico y Atlántico. También nos potencializa ser fronterizos con México, una de las economías más grandes de América Latina. Pero a la vez, nos favorece que nos conecta directamente con uno de nuestros principales socios comerciales, que es Estados Unidos.

 

Este potencial, dice Barillas, está muy por encima de lo que realmente aprovechamos y una muestra evidente de ello es que el sector transporte, almacenamiento y comunicaciones representó en 2018, aproximadamente, a penas el 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según las cifras oficiales del Banco de Guatemala. Con todo, que la mayor parte corresponde al subsector de telecomunicaciones, uno de los que más ha crecido durante los últimos años.

En el tema de las carreteras, por ejemplo, Barillas destaca la deficiencia que estas muestran si se comparan con otras de la región. En su exposición, la ejecutiva plantea datos de un estudio de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa), que publica que en Guatemala se cuenta con un 1.3 metros de carretera per cápita, mientras que en naciones como México esa relación es de 4.1 y en Argentina se eleva a 5.2 metros per cápita.

Llegar al menos a 3 metros, para acercarnos a estos países requiere de promover la construcción de unos 47 mil kilómetros de nuevas carreteras en Guatemala. Y eso nos debilita frente a otras naciones como Costa Rica, dice Barillas a manera de ejemplo, pues este país cuenta con 42 mil kilómetros de carreteras, de los cuales el 66 por ciento está asfaltado.

La relación es envidiable si se toma en cuenta que Guatemala, con un territorio de mayor extensión, apenas tiene 16 mil kilómetros de carreteras y solo el 44 por ciento está asfaltado. Pero lograr que Guatemala desarrolle sus potencialidades naturales requiere de otros factores adicionales a la infraestructura, como la certeza jurídica, la seguridad y la coyuntura política, expone la especialista en temas de logística.

Barillas menciona el caso chileno como ejemplar. Aunque no cuenta con una posición geopolítica tan privilegiada como la guatemalteca, se ha sabido posicionar y ha explotado sus potencialidades al máximo. Muestra de ello es que se constituye como un modelo exitoso en aspectos en los que nosotros podríamos sacar mayor ventaja.

El éxito chileno radica en cómo se han permitido invertir en infraestructura, pues lo han hecho de diversas maneras, pero siempre en la búsqueda de mejorar y darle a su territorio un mayor valor atractivo para las inversiones. Allí hay infraestructura pública y privada, pero también hay combinada y todo ello se ha aplicado en la infraestructura terrestre y la marítima-portuaria.

Barillas reconoce que implementar esos cambios no es fácil ni barato. Pero advierte que deben efectuarse, pues de lo contrario seguiremos perdiendo oportunidades importantes mientras otros países sacan provecho de nuestras debilidades.

De estas condiciones es que la ejecutiva concluya que, contamos con un modelo obsoleto de inversión. Quizás por ello ve con muy buenos ojos la modalidad de Alianzas Público-Privadas para procurar mejoras en estos rubros, pues es una idea innovadora para mitigar estas deficiencias y que tienen como fin hacer más eficientes los procesos.

Según Barillas, se debe buscar la manera de hacer más eficiente la capacidad de inversión del Estado, pues la brecha negativa sigue aumentando y Guatemala cada vez estará peor si no se hace algo de inmediato.

El informe Doing Business del Banco Mundial es un buen indicador en este sentido y más específicamente cuando se refiere a Comercio Transfronterizo. En él podemos apreciar como estamos por debajo de otros países de la región. En Costa Rica, por ejemplo, el tiempo para realizar las gestiones de una exportación es de 20 horas.

En El Salvador y Panamá es de 24 horas, y en México es de 20.4 horas. En Guatemala, en cambio, el tiempo es de 36 horas. Eso solo nos dice lo ineficientes que seguimos siendo, aun y cuando se han logrado avances en esa materia.

Se requierevoluntad

Pedro Trujillo, un reconocido analista político que vive en Guatemala desde 1998 y ha fungido por años como director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín, es de quienes opinan que Guatemala no aprovecha su privilegiada posición geográfica en toda su plenitud.

De acuerdo con su análisis, tener conexión con dos mares y enlazar al norte con el sur, por vía terrestre, debiera ser un elemento clave para proyectar y analizar las posibilidades totales que permite esa posición y desarrollar, por ejemplo, corredores de movilidad, zonas logísticas y canales secos, entre otras acciones que permitan aprovechar de mejor forma las oportunidades que la naturaleza nos brinda y desperdiciamos.

Según Trujillo, el asunto es que se requiere de una visión política de país más allá de acciones partidarias momentáneas que se dan según el gobierno de turno. Las cámaras profesionales, dice, tienen mucho que decir en estos planes y en su conducción, pues debe tomarse conciencia de las ventajas y oportunidades a desarrollar.

Nuestro mal principal, desde la perspectiva de Trujillo, es que no tenemos visión política de país ni los sectores privados han hecho converger sus ideas y deseos. La política predadora no permite hacer planes honestos de desarrollo, porque se piensa más en el interés personal que en el general. Los cambios de un país, apunta el analista, deberían ser muy sencillos si existiese la voluntad adecuada para ponerlos en marcha.

Y los efectos negativos, en definitiva, es que perdemos grandes oportunidades. Trujillo dice que, en un mundo globalizado, hoy día, a las grandes empresas les da igual un lugar que otro, siempre y cuando les den mejores condiciones para invertir y actuar. Así es que si no lo hacemos nosotros lo harán los vecinos como México, Nicaragua o El Salvador, que ya han hecho lo suyo.

Nicaragua, por ejemplo, ha dado muestras de desarrollar su potencial turístico durante los últimos años, sin tener tantas riquezas naturales como Guatemala, pero la diferencia es que han sabido explotar adecuadamente sus oportunidades.

Muchos países en el mundo y la región tienen condiciones similares a las nuestras. Panamá y México son solo dos ejemplos cercanos. Pero ellos si han sabido desarrollar sus bases logísticas y financieras y es de lo que debiéramos estar aprendiendo, apunta Trujillo.

A diferencia de Barillas, Trujillo sí cree que los cambios para mejorar nuestra situación debieran ser fáciles de poner en marcha. Pero hace hincapié en que para lograrlo se requiere algo que en Guatemala no tenemos: interés político para hacer las cosas. Y eso recae especialmente en la falta de políticas que se basen en la búsqueda del bien común, del interés general y no en el particular.

Nuestras dificultades, entonces, están más en el ambiente político, en donde las cosas no se hacen como se debieran hacer. Donde la acción se centra en los intereses de grupos minúsculos y no en los intereses de la población en general. Todo ello hace que lejos de aprovechar oportunidades, tengamos mayores dificultades para desarrollarnos.

El comercio, según Trujillo, para ser mejor y dar ventajas, necesita menos trabas y mayor apertura a los espacios vecinos. Es decir, que se deben agilizar los procesos, anular los trámites burocráticos y acelerar el despacho en puertos y aeropuertos, así como en aduanas terrestres. También se debe reducir la clasificación de mercancías e incluso implementar un impuesto único y fácil según el sector o los productos.

Todo ello requiere de inversiones en tecnología y estar claros en que debemos competir ante el mundo como región y no como un país individual.

Las soluciones están a la vista, pero falta que se pongan en práctica. Hacer de Guatemala un país más competitivo, aprovechando las ventajas naturales de contar con una posición geográfica privilegiada, entonces, no debiera ser algo dificultoso. Pero, para lograrlo hay que tener voluntad intersectorial, comenzar por la política que, al final de cuentas es la que se encarga de generar las legislaciones y los reglamentos que regulan toda actividad comercial.

Si continuamos en la senda del enfrentamiento, sin buscar soluciones más ad hoc a nuestras oportunidades, las dificultades jamás serán sorteadas y lejos de mejorar empeoraremos. Esa es la triste realidad de quienes no ponen las barbas en remojo y consideran la posibilidad de generar cambios reales.

El país requiere de acción, de hechos, de compromisos. Y todo ello debe ser a nivel intersectorial, porque nada se podrá corregir si nos seguimos culpando mutuamente de los problemas que nos aquejan como sociedad. Los problemas se resuelven discutiéndolos y aportando soluciones.

 

El tiempo apremia, pero aún podemos recuperar algo de lo perdido. Solo falta que se comience por generar la voluntad necesaria para entrar en la senda de la negociación y de la participación real. Nada ni nadie nos va a sacar de este agujero si no ponemos todos de nuestra parte.

Hace falta voluntad para que las potencialidades 

del país le provean ventajas efectivas

Tener una posición geopolítica envidiable para muchos no es suficiente si no sabemos aprovecharla. El país tiene potencial natural para explotar en lo comercial, en lo industrial, en lo agropecuario, en lo turístico y en muchas otras áreas, pero falta que en realidad le pongamos el interés necesario para que esas potencialidades nos den ventajas efectivas.

De lo contrario, serán otros los que aprovechen nuestra inacción y saquen ventaja de nuestras debilidades. Mejorar la infraestructura, en carreteras y telecomunicaciones es de suma urgencia para hacer que el país se haga más competitivo en tiempos de traslado de mercancías, frente a otros que nos pisan los talones y disfrutan cada momento en que nos rezagamos del pelotón de aquellas naciones que buscan ingresar en la senda del crecimiento económico y el desarrollo.

Ellos se lo disfrutan y aprovechan, pero somos nosotros quienes les damos por donde. Así es que somos nosotros los que tenemos la solución a nuestros problemas.

 

Carlos Morales Monzón
Periodista y profesor universitario
Revista GERENCIA
cmoralesmonzon@yahoo.com

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